Lo conocemos fundamentalmente por sus esculturas, a veces monumentales y a veces microscópicas, pero la extensa obra de Roxy Paine va más allá de las tres dimensiones y la Paul Kasmin Gallery de Nueva York se ocupa de demostrárnoslo acogiendo, hasta el 22 de octubre, la primera exposición dedicada en exclusiva a su producción en papel.
Ha sido comisariada por Judith Goldman y reúne dibujos basados, en su mayoría, en la superposición de imágenes: diagramas, topografías, formas botánicas, cuerpos orgánicos, planos arquitectónicos, retratos, cartografías reales o imaginadas e incluso símbolos industriales. El resultado son composiciones que escapan a referencias temporales y que remiten a múltiples fuentes de conocimiento, a lo culto y lo popular, al pasado y al presente. Para el artista, tal conglomerado de alusiones –manejadas siempre desde la contención en composiciones reguladas con apariencia de mapas – es una metáfora del funcionamiento complejo de nuestra mente, ese que nos permite comprender estructuras, patrones y sistemas igualmente complicados.
En la obra de Paine es constante el interés por explorar las relaciones entre lo orgánico y lo mecánico en la vida cotidiana: sus habituales fusiones, sus no menos constantes choques y los interesantes campos de grises entre lo natural y lo industrial, los ámbitos donde pueden mezclarse con éxito (frutos de esa combinación son, en el fondo, sus célebres y poéticos árboles de acero inoxidable). Es posible que conciba nuestro cerebro como uno de ellos.
En su investigación continua sobre cómo se recibe, analiza y transfiere la información, Paine se ha servido del dibujo como herramienta para trazar, catalogar y después visualizar un modo de pensar, el suyo. Si estudiamos su producción en conjunto, se nos hará evidente que su trabajo en papel es una prolongación de su labor escultórica: es posible comprender sus dibujos como rompecabezas trasladables a las tres dimensiones.
Lo que estas obras tienen de particular es que nos acercan de manera muy clara al proceso creativo manual del artista, porque aunque todas sus esculturas se hayan elaborado meticulosamente con procedimientos artesanales, no tenemos la evidencia patente de esa elaboración; parecen hechas a máquina. En los dibujos, donde la huella de su mano no admite dudas, se hace verdaderamente evidente la destreza y la meticulosidad de Paine.
Si queréis conocer sus esculturas más recientes, no habrá que esperar demasiado: la propia Paul Kasmin Gallery las mostrará en la primavera de 2017.
