Poéticas de la emoción: entre la estética y el sentimiento

CaixaForum Barcelona explora la presencia de la emoción en los discursos creativos de ayer y hoy

Barcelona,

Decía Julian Barnes en su reciente recopilación de ensayos artísticos Con los ojos bien abiertos que, tras una vida de contemplación, ha llegado a comprender que el arte no solo capta y refleja la excitación, la emoción que encierra la vida. A veces incluso va más allá: el arte es emoción.

Inevitablemente esa atención a sentimientos y subjetividades se acentuó desde la irrupción de las vanguardias, aunque, encerrados en cánones y alegorías o ciñéndose a requerimientos de mecenas o comitentes, los afectos siempre estuvieron allí. A esa presencia de lo emocional en el arte y a los múltiples caminos por los que el alma logró transformarse en estética se dedica la muestra que, entre el 7 de febrero y el 19 de mayo, podemos visitar en CaixaForum Barcelona: “Poéticas de la emoción”, que prestará especial atención al siglo XX (buena parte de las obras proceden de la Colección “la Caixa” de Arte Contemporáneo), pero que confrontará el tratamiento de los sentimientos individuales o colectivos en la creación reciente con el que se dio en otras épocas y contextos culturales.

A través de 44 obras de una veintena de autores y bajo el comisariado de Érika Goyarrola, esta exposición nos propondrá un recorrido breve pero magnético por siete siglos de arte en los que técnicas, géneros y materiales evolucionaron, pero no cambió nuestra experiencia interior de pasiones y penas ni nuestra voluntad de representarlas. Para explorar hasta qué punto fueron comunes esas emociones de hoy y de ayer y las vías por las que se  vienen transformado en impulsos estéticos, a esas piezas procedentes de los fondos de “la Caixa” se sumarán otras prestadas por una quincena de instituciones, galerías y artistas: cabe destacar las colaboraciones del Museu Nacional d´ Art de Catalunya, la Fundació Joan Miró, el MACBA, Es Baluard, la Colección Corporativa Iberdrola y el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

Anónimo (Taller de Bruselas). Fragmento de calvario con seis personajes, hacia 1460-1480. Museo Nacional de Escultura, Valladolid © Museo Nacional de Escultura, Valladolid. Fotografia: Javier Muñoz i Paz Pastor
Anónimo (Taller de Bruselas). Fragmento de calvario con seis personajes, hacia 1460-1480. Museo Nacional de Escultura, Valladolid © Museo Nacional de Escultura, Valladolid. Fotografia: Javier Muñoz i Paz Pastor

Sin embargo, el propósito de este proyecto va más allá de ese estudio evolutivo de la presencia de lo afectivo en el arte: Goyarrola ha querido incidir en que, aunque tendemos a ahondar en la vertiente racional, crítica o reivindicativa de la creación contemporánea, no podremos entenderla en su complejidad y obtendremos de ella una versión muy parcial si dejamos de lado la huella de las emociones. Subraya la comisaria que, si somos observadores atentos y logramos atisbarlas, encontraremos que los gestos y signos que las hacen presentes no son, en ocasiones, tan distintos a los que servían para evocar afectos siglos atrás.

Por esa razón, las tres secciones en las que se estructura “Poéticas de la emoción” están dedicadas a otros tantos modos de representar artísticamente el sentimiento, al margen de épocas. La primera se centra en la plasmación de la emoción individual a través de la expresividad de las figuras, y confronta dramáticas obras contemporáneas con piezas de arte religioso; la segunda ahonda en la presentación metafórica de estados de ánimo (los de los artistas expuestos) en paisajes y arquitecturas y la última da el salto de lo personal a lo colectivo para subrayar las emociones que vertebran el arte ligado a los movimientos sociales, la crítica política o las diversas manifestaciones populares: las que nos unen en el disfrute o en la protesta.

Así, iconografía religiosa del siglo XV en torno a la muerte de Cristo, creada específicamente para conmover al fiel y suscitar su empatía, se exhibe junto a las expresiones realistas de los protagonistas del vídeo The Silent Sea de Bill Viola, cuyo trabajo claramente se inspira en la vida sin fin de las emociones en la creación artística (y por eso, actualmente, la Royal Academy de Londres enlaza sus temáticas con las de Miguel Ángel). Expresividad, silencio y quietud son nexos comunes entre obras separadas por cinco siglos pero unidas por la transmisión del dolor.

Bill Viola. The Silent Sea, 2002 © Bill Viola. Fotografia de Kira Perov
Bill Viola. The Silent Sea, 2002 © Bill Viola. Fotografia: Kira Perov
Bas Jan Ader. I’m Too Sad to Tell You, 1971. Cortesía de The Estate of Bas Jan Ader, Mary Sue Ader Andersen I Meliksetian | Briggs © The Estate of Bas Jan Ader / Mary Sue Ader Andersen / The Artists Rights Society (ARS), Nova York / VEGAP, Barcelona, 2019. Gentilesa de Meliksetian / Briggs, Los Angeles
Bas Jan Ader. I’m Too Sad to Tell You, 1971. Cortesía de The Estate of Bas Jan Ader, Mary Sue Ader Andersen I Meliksetian | Briggs © The Estate of Bas Jan Ader / Mary Sue Ader Andersen / The Artists Rights Society (ARS), Nova York / VEGAP, Barcelona, 2019. Cortesía de Meliksetian / Briggs, Los Angeles

La Piedad -y en Barcelona podrá verse una representación de 1850- mantiene su valor emblemático y emocional como icono en la imagen Funeral en Kosovo del fotoperiodista Enric Folgosa y el luto desgarrado de las plañideras góticas tampoco pierde vigencia al evocarse en el vídeo I´m Too Sad to Tell You de Bas Jan Ader, aunque el dolor haya sido aquí estetizado.

Goyarrola ha unido también, muy oportunamente, El grito de Montserrat de Julio González, clamor de impotencia femenino ante el desgarro de la Guerra Civil, con Turbulent, pieza medio siglo posterior de Shirin Neshat en la que esta autora denuncia la prohibición a las mujeres de cantar públicamente en Irán, y con varias imágenes de Colita dedicadas a las manifestaciones de los setenta en Barcelona, fotografías que, al contemplarse junto a los trabajos anteriores, nos dan a entender el origen subjetivo y emocional, tanto o más que racional, de muchas rebeliones, aunque sean colectivas.

De Colita también exhibe CaixaForum fotos de celebración del flamenco y de autoafirmación de quienes lo viven como medio de expresión, encontrando en ese rasgo, la potencia expresiva y sentimental de lo festivo, un nexo con obras de Miró como Mayo 1968, pintura concebida en sí misma como acto de protesta más que como representación de la misma. La fiesta también une, en un ejercicio de atrevimiento guiado por las emociones intensas, la Danza Vasca de Regoyos, el proyecto Acid Brass de Jeremy Deller, en el que el inglés invitó a una banda de música tradicional a tocar acid house, para romper estereotipos entre géneros tan distintos de la cultura popular, y Birthday, de Iván Argote, su peculiar celebración de aniversario con desconocidos en un ascensor. En unos y otros casos se explora cómo las emociones y los ritos colectivos trascienden fronteras y a veces no requieren de un contexto común previo.

 

Colita. María la Perrata, Sevilla, 1969 © Colita
Colita. María la Perrata, Sevilla, 1969 © Colita

La representación alegórica de sentimientos en paisajes y arquitecturas se hace presente, en “Poéticas de la emoción”, de la mano de Francesca Woodman y sus edificios que eran cuerpos (el suyo) en ruinas; de las naturalezas inquietantes, por inmensas, de Carla Andrade; de los sublimes acantilados mallorquines, de vivo cromatismo, de Joaquim Mir o de los más románticos y abstractos paisajes de Perejaume. Su reverso sombrío lo encontramos en los relieves en bronce de Günther Förg: en su contemplación, vista y tacto parecen fundirse.

Carla Andrade. Geometría de ecos, 2013 © Carla Andrade, VEGAP, Barcelona, 2019
Carla Andrade. Geometría de ecos, 2013 © Carla Andrade, VEGAP, Barcelona, 2019

Hablando de emociones, intimismo y subjetividad tenemos que referirnos al movimiento informalista, presente en esta exposición a través de Manolo Millares, que se inspiró en pinturas de mártires barrocas en su Homúnculo aquí expuesto. Por sus ecos a la iconografía de la pasión, podremos asociarlo a los estigmas que Gina Pane se infringió a sí misma en Action Psyché: heridas simbólicas contra las convenciones.

Pero “Poéticas de la emoción” aún nos brinda la posibilidad de advertir nuevas relaciones entre obras de otra pareja de alto voltaje: la formada por Pipilotti Rist y su obsesivo baile en I´m Not The Girl Who Misses Much, donde, mostrándose histérica, ridiculizaba los estereotipos sobre las emociones femeninas, y por nuestra performer Esther Ferrer, que también caricaturizó un abanico de expresiones ligadas al imaginario emocional colectivo en Extrañeza, desprecio, dolor y un largo etc. Probó entonces que los sentimientos van por dentro y que su articulación hacia el exterior puede -suele- estar plagada de manipulaciones. El arte también es el espacio donde señalarlas.

 

PARA SABER MÁS SOBRE ESTA Y OTRAS EXPOSICIONES DE CAIXAFORUM BARCELONA:

caixaforum.es

 

Esther Ferrer. Extrañeza, desprecio, dolor y un largo etc., 2013. Col·lecció ”la Caixa” d’Art Contemporani © Esther Ferrer, VEGAP, Barcelona, 2019
Esther Ferrer. Extrañeza, desprecio, dolor y un largo etc., 2013. Col·lecció ”la Caixa” d’Art Contemporani © Esther Ferrer, VEGAP, Barcelona, 2019

 

“Poéticas de la emoción”

CAIXAFORUM BARCELONA

Avinguda de Francesc Ferrer i Guardia, 6-8

Barcelona

Del 7 de febrero al 19 de mayo de 2019

 

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