Mary Corse en las carreteras de la Costa Oeste

La Pace Gallery presenta en Honk Kong su primera muestra en Asia

Hong Kong,

Las últimas cinco décadas las ha dedicado la artista californiana Mary Corse a investigar las propiedades de la luz en relación con nuestras capacidades perceptivas y su aplicación a la abstracción. Esa luz es el tema y el objeto de sus pinturas, basadas normalmente en configuraciones geométricas simples, en sencillas pero poderosas estructuras internas.

Corse, a la que el Whitney Museum de Nueva York dedicó el año pasado su primera retrospectiva, fue una de las contadas mujeres artistas que en los años sesenta se integró en la corriente Light and movement, impulsada en la Costa Oeste estadounidense por Larry Bell, Robert Irwin, James Turrell y Doug Wheeler y cercana a la geometría formal propia del minimalismo. A ese movimiento llegó tras haberse formado en psicología, filosofía y budismo tibetano, además de en pintura, fascinada por la idea de que la luz pudiera convertirse, de forma completamente autónoma, en el centro de una obra de arte sin necesidad de más apoyos formales o temáticos.

Mary Corse en la Pace Gallery de Hong Kong. Fotografía: Boogi Wang
Mary Corse en la Pace Gallery de Hong Kong. Fotografía: Boogi Wang

Sus afines en Light and movement terminarían evolucionando con el tiempo hacia la escultura o los environments, pero ella llevó a cabo sus investigaciones lumínicas fundamentalmente sobre lienzos, en piezas dominadas por la monocromía blanca, aunque también ha realizado construcciones con materiales menos ortodoxos e industriales, como plexiglás, escamas metálicas, microesferas de vidrio o arcilla, sirviéndose en algún caso de bombillas fluorescentes.

Para su primera exposición asiática, que la Pace Gallery presenta en Hong Kong hasta el 11 de mayo, se han seleccionado ocho trabajos recientes en los que Corse ha utilizado de nuevo microesferas de vidrio junto a una gama cromática limitada de tonos blancos, negros y rojos. Sus piezas se abren al espacio en el que se presentan, refractan la luz e invitan al espectador a un encuentro perceptivo abierto a la sugerencia de dinamismo, a la experiencia subjetiva de las formas.

Estas obras suponen una continuación de las pinturas que forman parte de la serie White Light, que inició en 1968 y sobre la que ha regresado a menudo en el medio siglo transcurrido desde entonces. Comenzó a trabajar en ellas tras fijarse en los efectos lumínicos que producían los faros de los coches sobre las líneas blancas de la carretera de la costa del Pacífico, un fenómeno causado por las microesferas de vidrio incrustadas en su pintura en el que a la vez incide el movimiento del vehículo desde el que miramos, y quiso traducir esa visión en sus propias obras, combinando pintura acrílica con esas pequeñas microesferas, perlas prismáticas, y atendiendo a la irradiación de la luz.

Mary Corse en la Pace Gallery de Hong Kong. Fotografía: Boogi Wang
Mary Corse en la Pace Gallery de Hong Kong. Fotografía: Boogi Wang

En función de nuestra posición respecto a sus piezas, percibiremos su luminosidad de forma sutilmente cambiante, generándose complejas e interesantes dinámicas espaciales. Además, al introducir en estos trabajos colores primarios, sobre todo el negro, ha acentuado nuestra percepción del vocabulario geométrico de sus formas, explorando nuevas posibilidades compositivas y perceptivas.

Las obras llevadas a Hong Kong destacan por la variedad de sus escalas y formas; esas bandas negras y rojas que ha incorporado ofrecen diversas anchuras y configuraciones. En el puro blanco o a través de esos trazos de color, la artista de Berkeley no deja de enfatizar la naturaleza abstracta de nuestros mecanismos de percepción, expandiendo las lecturas de su trabajo más allá de lo visual: hacia campos de sentimiento y conciencia que enlazan con los intereses espirituales y filosóficos que ya manejaba en su primera juventud.

Coincidiendo con esta muestra, la Pace Gallery llevó a la pasada edición de Art Basel Hong Kong tres piezas de su serie Black Earth, que comparten esencia con las anteriores pese a su oposición cromática. Black Earth supone una derivación de Black Light, conjunto de obras que inició en los setenta partiendo, a su vez, de White Light.

La luz negra funciona refractando la luz del mismo modo que en sus pinturas monócromas blancas, evocando la profundidad del cosmos. En esta serie oscura, Corse trabajó con capas de yeso encontrado en las colinas cercanas a su casa de Topanga Canyon, al oeste de Los Ángeles; los moldes de ese material los transfirió a arcilla, que convirtió en baldosas, horno mediante, y a estas las aplicó un brillante esmalte negro. Los azulejos resultantes los ha expuesto tanto en suelos como en paredes, jugando a modificar la orientación natural de las rocas.

Ella no considera las bases de este proceso demasiado distintas al de disponer pintura en el lienzo y también ha logrado que la percepción de estos trabajos, de su textura y sus reflejos, sea distinta según cambie el lugar desde el que las miramos. Entiende Corse que es esa percepción la que crea la pintura, no tanto los materiales.

Mary Corse en la Pace Gallery de Hong Kong. Fotografía: Boogi Wang
Mary Corse en la Pace Gallery de Hong Kong. Fotografía: Boogi Wang

 

 

“Mary Corse”

PACE GALLERY

12/F, H Queen’s

80 Queen’s Road Central

Hong Kong

Del 26 de marzo al 11 de mayo de 2019

 

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