Magritte y los misterios de lo cotidiano

Obras del artista fechadas entre 1926 y 1938 se exponen en el Art Institute of Chicago

Magritte: The Mystery of the Ordinary, 1926–1938

ART INSTITUTE OF CHICAGO

111 South Michigan Avenue

Chicago

Artista: Magritte, René
Chicago,

René Magritte. Time Transfixed, 1938. Joseph Winterbotham Collection. © C. Herscovici, London / Artists Rights Society (ARS), New YorkTratando de crear objetos cotidianos que nos interpelasen en voz alta, o de hacer que lo familiar se convirtiese en enigmático a nuestros ojos, René Magritte elaboró, bajo la influencia de Giorgio de Chirico y del incipiente psicoanálisis, algunas de las pinturas más emblemáticas de la primera mitad del siglo XX.

El Art Institute of Chicago ofrece, hasta el 13 de octubre, la primera gran muestra que un museo dedica al periodo en el que el artista surrealista desarrolló su producción más experimental e innovadora, el datado entre mediados de la década de los veinte y finales de los treinta. La exhibición incluye un centenar de trabajos, entre pinturas, collages, dibujos y objetos, así como una selección de fotografías, publicaciones periódicas y algunas de sus piezas tempranas de enfoque más comercial que trazan la gestación de los temas que cultivaría con posterioridad.

Las primeras obras expuestas se fechan en 1926 y Magritte las llevó a cabo en Bruselas: se trata de pinturas y trabajos sobre papel que lo ligaron al Surrealismo y que pretendían, según palabras del propio artista, “desafiar el mundo real”. En el año siguiente, Magritte se trasladó a París, donde conoció a Breton, Dalí o Miró y creo sus primeras pinturas donde combinó palabra e imagen, entre ellas la célebre La traición de las imágenes, más conocida por su mensaje juguetonamente desconcertante que nos obligaba a desconfiar de nuestra mirada: “Ceci n’est pas une pipe”.

Magritte empleó la metamorfosis, los desplazamientos o los comentarios chocantes sobre lo representado para perturbar el equilibrio entre naturaleza y artificio

En 1930, de regreso a Bruselas, el artista continuó su búsqueda de nuevos mecanismos de creación de imágenes y en 1933 inició una serie de pinturas derivada de asociaciones inquietantes e inesperadas entre objetos cotidianos, que devenían en extraños de la mano del pintor. Buena parte de ellas podrán verse en la exposición de Chicago, que concluye con la presentación de un conjunto de piezas que elaboró en Londres y en la capital belga en 1937 y 1938, algunas por encargo del excéntrico coleccionista británico Edward James, como Tiempo Transfigurado, que pertenece a las colecciones del Art Institute.

El año del que datan las últimas obras de la muestra, 1938, marcó un punto de inflexión para Magritte, tanto en lo histórico como en lo biográfico: fue el último año en paz antes del estallido de la II Guerra Mundial (que transformaría su visión de la vida y del arte) y también el de una amplia retrospectiva en la que el artista mostró su obra surrealista desarrollada hasta entonces.

A lo largo de estos años, seminales en su producción, Magritte empleó la metamorfosis, los desplazamientos o los comentarios chocantes sobre lo representado, así como las representaciones de atmósfera onírica, para perturbar de forma completamente intencionada el equilibrio entre naturaleza y artificio, verdad y ficción, realidad e irrealidad.

Sus imágenes, ya en el momento de su presentación primera y también a día de hoy, nos incitan a cuestionarnos la naturaleza de las apariencias, tanto en la pintura como en nuestro propio entorno.

En palabras de la comisaria Anne Umbland, esta muestra, ya abierta en el MoMA, nos invita a transitar por “la habilidad de Magritte para romper la narrativa” en obras como El asesino amenazado, un crimen banal y desdramatizado que pintó para la exhibición Le Centaure en 1927, o a jugar con la metapintura en piezas como  Intentando lo imposible, donde se le ve pintar a su propia esposa, Georgette.

Jugando con la percepción de forma más intensa que con los sueños, el belga halló su personal manera de hacer frente al estricto racionalismo de la burguesía de su tiempo, lo que le llevaría, más adelante, a aproximarse al Dadaísmo.

 

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