En 2012, el artista franco-argelino Kader Attia presentó en dOCUMENTA (13) la instalación The Repair from Occident to Extra- Occidental Cultures, que fue uno de los mayores focos de atención de aquella edición de la muestra y que supuso el inicio en la producción de Attia de una serie de obras que giraban en torno al tema de las “reparaciones” históricas, siempre elaboradas con el característico estilo de este artista y centradas en analizar cómo el significado que otorgamos a objetos y materiales crece o se transforma a lo largo de la historia, sobre todo a partir de las interacciones culturales derivadas de los contextos de dominación colonial o de las expansiones geográficas surgidas tras conflictos bélicos.
Para su primera exhibición individual en Bélgica, que podemos ver en el Middelheim Museum de Amberes hasta el próximo 25 de marzo, Attia ha diseñado el proyecto Culture, Another Nature Repaired, que se divide en dos partes: una primera consta de bustos escultóricos de reciente elaboración que el artista ha realizado en colaboración con artesanos de Bamako (Mali) y Brazzaville (Congo) y que se inspiran en fotografías de frente y de perfil de soldados, muchos de ellos reclutados en las colonias, cuyos rostros quedaron desfigurados tras luchar en la I Guerra Mundial. Además de incidir en la brutalidad de la guerra y en la necesidad de tratamientos médicos urgentes por parte de estos soldados, estas esculturas, desde el enfoque de Attia, se transforman en representaciones metafóricas de la existencia humana, aludiendo a la probable expansión desde África de los primeros individuos.
La segunda sección de la muestra la compone una monumental instalación al aire libre titulada Al Aqsa y compuesta por esculturas de 350 platillos dispuestos sobre que también en 2012 varillas de acero que pudieron verse por primera vez en el Jardín de las Tullerías de Paris. El título de esta propuesta nos invita instantáneamente a pensar en la mezquita del mismo nombre en Jerusalén, que últimamente ha cobrado profundos significados políticos a raíz del conflicto entre israelíes y palestinos, pero su resultado estético nos invita a asociar la obra con plantas acuáticas y con proyectos enmarcados en la tradición occidental del Land Art y también de la escultura sonora, pues el viento y la lluvia pueden causar el balanceo de los platillos hacia delante y hacia atrás y el público puede, si lo desea, chocar con ellos monedas. La instalación puede así entenderse como un objeto musical o como una pieza que invita a la mera contemplación silenciosa y nos invita a repensar nuestra relación con la naturaleza y nuestro trato a la misma.
