Japanorama: el Pompidou de Metz prepara una gran muestra del arte japonés reciente

Estudiará su equilibrio entre modernidad y tradición

Metz,

A medio camino entre la globalización y la reafirmación de su identidad cultural: ese es el camino que viene transitando la creación japonesa desde hace aproximadamente cuarenta años, y también la sociedad de ese país, alternando fases de apertura y ensimismamiento, de exaltación de su poderoso patrimonio cultural y de modernización.

El Pompidou de Metz ha elegido esas décadas para explorar, de la mano de Yuko Hasegawa, director artístico del Museo de arte contemporáneo tokiota, la creación artística japonesa reciente en todas sus vertientes, no solo la plástica, contando con trabajos que, en ocasiones, nunca se habían mostrado en Europa.

El 20 de octubre abrirá la muestra “Japanorama. Nouveau regard sur la création contemporaine”, cuyo montaje remite a la geografía isleña del país y ha corrido de a cargo de los Pritzker SANAA. Recordará cómo, tras la celebración en 1970 de la Exposición Universal de Osaka y la X Bienal de Tokio, se abrió allí un periodo de transición en el que las artes visuales fueron distanciándose de la influencia occidental, tendencia que ya había comenzado tras la II Guerra Mundial. Los artistas nipones diseñaron entonces sus propios caminos, articulados a menudo en torno a dos corrientes fundamentales: una materialista (Mono-ha) y otra conceptual (Nippon-Gainen-ha).

En los ochenta, esa identidad cultural propia que los creadores japoneses se habían esforzado por alimentar evolucionó hacia un futurismo posmoderno que tuvo en Tokio, ya una megalópolis devoradora, su principal escenario y que también empezó a atraer a la crítica internacional. La creación se hizo eco de un hiperconsumo asociado con la economía especulativa y aunó lo “mainstream”, la cultura pop y el academicismo; una alta y baja cultura que entonces en Japón aún no se habían acercado tanto. Los proyectos de YMO (Yellow Magic Orchestra) o Rei Kawakubo, creador de la marca Comme des Garçons, comulgaban con esa línea de hibridación entre el virtuosismo y la ruptura. La subjetividad quedó situada en el centro del debate social y también artístico.

Su montaje remite a la geografía isleña del país y ha corrido de a cargo de los Pritzker SANAA

Al hablar de los noventa, tenemos que referirnos obligatoriamente a la llamada cultura del superflat, que tiene en Murakami su principal representante. Pop art y kitsch se dieron la mano con la cultura kawaii, la caricatura y el manga y las particularidades japonesas se convirtieron, también fuera del país, en producto a consumir.

Kenji Yanobe. Atom Suit Project – Desert. Colección particular. © Kenji Yanobe
Kenji Yanobe. Atom Suit Project – Desert. Colección particular. © Kenji Yanobe

En el camino, una nueva generación de artistas (el propio Murakami, Yoshitomo Nara) cultivaron un neopop que rechazaba cualquier simbolismo y reflejaba la ansiedad que siguió al fin de la burbuja económica nipona en los ochenta, al tiempo que desafiaba, desde el humor y el descaro, los cánones sociales y políticos del país con una claridad casi didáctica.

Los sociólogos consideran que uno de los grandes vuelcos en el imaginario de los japoneses en el s. XX vino causado por un fenómeno natural: el gran terremoto de Kobe de 1995, en el que murieron más de 6 000 personas, al que siguió ese mismo año el ataque de una secta al metro de Tokio, con gas sarín, el más grave sufrido en Japón desde Hiroshima y Nagasaki.

La aspiración de un orden social y político estable devino utopía: en los años en que las tecnologías de la información introducían nuevos patrones de relaciones sociales –con la confianza generalizada como premisa subyacente– la sociedad japonesa prefirió el repliegue hacia sí misma, y el arte nipón de los noventa dio mayor cabida a lo íntimo, lo vernáculo y lo doméstico, también al amateurismo y la improvisación.

El paso siguiente, ya en los 2000, fue la erosión –esta vez sí, no solo en Japón– de las fronteras entre las esferas pública y privada y en esa transformación también participaron los artistas. El tsunami y el posterior desastre nuclear de Fukushima, en 2011, dieron lugar a un más próximo compromiso por su parte con la sociedad, a una oleada de solidaridad de dimensiones casi desconocidas que también tendrían su impacto creativo en proyectos que recordaban lo ocurrido.

Como decíamos, en la arquitectura efímera diseñada por SANAA para esta exhibición la clave es la noción de archipiélago: cada isla se equipara a una sección ligada a un concepto: lo colectivo, la subjetividad, lo post humano… y ese planteamiento supone otra obra de arte más a sumar al conjunto. En paralelo a la muestra, Emmanuelle de Montgazon, especialista en la escena artística japonesa, organizará en el Pompidou varios encuentros con diseñadores japoneses y también se han programado sesiones de danza, música, teatro y moda en las que participarán figuras como Saburo Teshigawara o Yasumasa Morimura.

 

“Japanorama. Nouveau regard sur la création contemporaine”

CENTRE POMPIDOU – METZ

1 Parvis des Droits-de-l’Homme

Metz

Del 20 de octubre de 2017 al 5 de marzo de 2018

 

Guardar

Guardar

Comentarios