Jan Fabre, la muerte a escena

El Leopold Museum revisa sus acciones y performances desde los setenta

Viena,
Jan Fabre. Tea-hangover, 1980
Jan Fabre. Tea-hangover, 1980

Dice Jan Fabre que todo en el arte y en la vida conduce a los animales porque todo tiene una parte animal, afirma que los humanos somos animales y que los animales pueden ser más humanos que las propias personas. La forma en la que se mueven, sus técnicas de supervivencia, su organización social o sus hábitos sexuales han inspirado buena parte de sus trabajos y, en relación a ellos y al propio ser humano, opina que la propia carne es un traje maravilloso y que el cuerpo es un campo de libertad creadora, un laboratorio donde se producen procesos químicos sorprendentes.

Precisamente a las acciones y performances que Fabre ha desarrollado con el suyo en los últimos cuarenta años –desde 1976 hasta el año pasado– se dedica “STIGMATA”, la muestra que el Leopold Museum vienés le dedica este verano. Quiere ser un viaje por la memoria creativa de un artista que, desde sus inicios, fue vanguardista para los propios vanguardistas, y consta de dibujos, fotografías, esculturas, trajes, textos, documentos de archivo y modelos de estudio, a los que Fabre se refiere como “modelos de pensamiento”, que remiten a sus performances fundamentales y sobre todo a sus ideas.

Fabre es un creador ante todo polifacético, pero una de sus prácticas artísticas recurrentes es la incorporación de escarabajos muertos a sus proyectos. Con ellos cubre objetos o fabrica esculturas, sirviéndose de los coleópteros como cadáveres, al margen de su rica simbología. La materia con la que trabaja es la putrefacta, la que evoca a lo sagrado siendo vanitas.

Puntualmente puede tener un carácter decorativo, por la iridiscencia de los cuerpos de los animales o la acumulación de ellos, pero tras esa vida ornamental subyacen esqueletos de animales muertos como lo seremos nosotros. Por eso la presencia habitual de ataúdes, cruces, calaveras humanas y otros símbolos trascendentes en la exposición: son el complemento simétrico a los armazones vacíos de los insectos.

Con los mismos propósitos con los que emplea escarabajos, se vale Fabre de nuestros líquidos corporales, incluyendo sangre humana: tradicionalmente se ha asociado a la regeneración, pero a nadie se le escapa que aquí no hay resurrección posible: la sangre está presente por no circular ya por un cuerpo vivo, por ser huella de una vida que ha desembocado en muerte.

En más de una ocasión, Fabre se ha referido a su producción como vanitas moderna, pero no debemos buscar en ella la nostalgia romántica del tiempo perdido o la belleza de una rosa ya corrompida: los objetos de Fabre, los autónomos y los empleados en sus acciones, no poseen una belleza tradicional sino una bizarra, extraña, inquietante y puede que enfermiza; en cualquier caso, próxima a lo kitsch.

A esa muerte casi omnipresente, el artista incorpora toques de humor y sadismo, un exhibicionismo que niega lo sentimental. Evocando constantemente nuestro fin, oscila entre lo sagrado y lo truculento, entre lo que nos atrae y lo que nos causa miedo o repulsión.

Esta exhibición vienesa, comisariada por Germano Celant, forma parte de la programación de ImPulsTanz, el Festival Internacional de Danza de la capital austriaca. La razón es clara: el belga es tanto artista visual como creador teatral –él no se considera autor multidisciplinar sino conciliador– y ha creado un cosmos polimorfo, unitario y profundamente personal con su cuerpo como eje. Su obra escenográfica Belgian Rules se estrenó en julio también en el marco de ese Festival.

Vista de la exposición "STIGMATA" en el Leopold Museum
Vista de la exposición “STIGMATA” en el Leopold Museum

“STIGMATA” repasa sus performances tempranas, incluyendo Money Performance (1979), IIad del Bic Art, Bic Art Room (1981) y Sanguis / Mantis (2001); algunas de las más recientes, como An attempt to not break the world hour record set by Eddy Merckx in Mexico in 1972 (or how to remain a dwarf among giants) (2016) y otras que fueron fruto de colaboraciones con profesionales de todos los perfiles: artistas (Marina Abramović, Ilya Kabakov), filósofos (Dietmar Kamper, Peter Sloterdijk) y prestigiosos científicos (Edward O. Wilson, Giacomo Rizzolatti).

Es importante contemplar la documentación que generaron partiendo del hecho de que Fabre considera la performance como una intervención sobre uno mismo y sobre el entorno desde una doble vertiente: análisis y destrucción.

El montaje y el diseño de la arquitectura de “STIGMATA” se han planteado como extensión radical de su instalación de 1978 Objects to break in and to fight, en la que presentó los utensilios que había utilizado en una performance previa desarrollada en la mesa de su escritorio, compuesta por una placa de vidrio sobre dos bloques de madera. Por eso se han dispuesto un laberinto de mesas sobre las que se han colocado objetos que remiten a sus acciones, desde los trajes que Fabre utilizó a sus modelos de pensamiento, dibujos, fotografías, vídeos, documentales o notas tomadas en sus cuadernos.

Vista de la exposición "STIGMATA" en el Leopold Museum
Vista de la exposición “STIGMATA” en el Leopold Museum

 

 

“Jan Fabre. STIGMATA. Acciones y Performances 1976-2016”

LEOPOLD MUSEUM

Museumsplatz 1

Viena

Del 7 de julio al 27 de agosto de 2017

 

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