Les fauves: dos años de una orgía de color

Fundación MAPFRE dedica una amplia muestra al movimiento

Madrid,
Maurice de Vlaminck. VEGAP, Madrid, 2016 ©RMN-Grand Palais (musée d'Orsay) / Hervé Lewandowski
Maurice de Vlaminck. Restaurant de la Machine à Bougival, ca. 1905. VEGAP, Madrid, 2016 ©RMN-Grand Palais (musée d’Orsay) / Hervé Lewandowski

Eran jóvenes, quizá también airados, acababan de dar la bienvenida a un siglo XX que aún no amenazaba tormenta y quisieron dar la vuelta a ciertas tradiciones (sin romper del todo con otras) ofreciendo una visión sentimental e intuitiva del color.

A este grupo que en realidad no lo fue, les Fauves, le dedica la Fundación MAPFRE, en su Sala de Recoletos a partir del 22 de octubre, una amplia muestra que, como hoy han explicado Pablo Jiménez Burillo y Mayte Ocaña, su comisaria, ha implicado más retos organizativos de los usuales: las cerca de 120 obras que la componen han sido cedidas por unos ochenta prestadores y se fechan en un periodo de tiempo muy breve, porque aunque no todas pertenezcan estrictamente a esa etapa, el fauvismo como tal tuvo una vigencia de solo dos años (1905-1907).

Siguiendo usos decimonónicos, los fauvistas fueron los últimos en pintar (como colectivo o movimiento) al aire libre, y cada uno enfocó sus pasos antes, durante y después de esta corriente de forma distinta: para Matisse, el Fauvismo fue una experiencia más en su búsqueda de un espíritu que iba más allá de ella; para otros, este estallido de color supuso el gran momento de su carrera y aún otros, como De Vlaminck, nunca escaparon a él.

André Derain. Bateaux à Collioure, 1905 Kunstsammlung Nordrhein-Westfallen, Düsseldorf. ©André Derain, VEGAP, Madrid, 2016 © VG Bild-Kunst, Bonn
André Derain. Bateaux à Collioure, 1905 Kunstsammlung Nordrhein-Westfallen, Düsseldorf. ©André Derain, VEGAP, Madrid, 2016 © VG Bild-Kunst, Bonn

En cualquier caso, unos y otros agotaron las lecturas de impresionistas y postimpresionistas, releyeron a Van Gogh y abrieron el arte anterior a las posteriores vanguardias del s XX, ismos que no hubiesen tenido el mismo desarrollo sin los fauves. Practicaron la pincelada enérgica, defendieron la máxima libertad en la ejecución y exaltaron la independencia del color y los tonos puros. La mayor inmediatez.

Atentos a las cuatro obras presentes en la Fundación MAPFRE del bastante desconocido y muy elegante Jean Puy

Henri Matisse. Figure à l'ombrelle, 1905. Musée Matisse, Niza Legado de Madame Henri Matisse, 1960 ©Succession H. Matisse/ VEGAP/ 2016 © François Fernandez
Henri Matisse. Figure à l’ombrelle, 1905. Musée Matisse, Niza Legado de Madame Henri Matisse, 1960 ©Succession H. Matisse/ VEGAP/ 2016 © François Fernandez

Hasta la fecha habíamos tenido la ocasión de contemplar varías exhibiciones individuales de artistas fauvistas, pero ninguna en España había examinado su producción en conjunto (sí hubo un intento, en La Pedrera en 2000, pero en aquella ocasión se expuso también a artistas no propiamente fauves). La de la Fundación MAPFRE, que entronca con su programa expositivo reciente dedicado a ensanchar o reformar nuestra visión del arte decimonónico y de las vanguardias del s XX, rastrea los orígenes de esta tendencia, que no nació abruptamente sino en el magnífico caldo de cultivo que fue el Atelier Moreau, al que acudieron numerosos fauvistas. Allí se recomendaba no dejar a un lado a los maestros del Louvre, pero también dar protagonismo al color como expresión de un sentimiento personal y como vía para romper las barreras de la línea y la forma. (Quizá algunos aún recordéis la muestra que la propia Fundación MAPFRE brindó a Moreau en 2007).

Cézanne y Gauguin, cuya obra conocieron en las galerías parisinas, también fueron referentes para ellos, y su recurso a temas clásicos como el de las Bañistas o la Arcadia prueba su profundo conocimiento del arte pasado.

De la amistad de estos apasionados del color da fe la sección dedicada a sus retratos, en algún caso propios, pero no siempre: solían retratarse por parejas o entre ellos. Pese a esa camaradería y a su unión a la hora de hacer frente a críticas tan feroces como sus pinturas (entre ellas las de Louis Vauxcelles, experto en bautizar involuntariamente movimientos), ellos nunca se consideraron a sí mismos como grupo cohesionado, por eso no contaron con un corpus teórico ni emitieron un manifiesto. Creían en el trabajo individual de cada uno, y desde su autonomía evolucionaron y cruzaron experiencias aunque compartieran paletas fuertes, colores virulentos: Braque o Dufy viraron hacia el Cubismo, Matisse y De Vlaminck abominarían tardíamente del Fauvismo…

Antes de disgregarse se dejaron llevar por el magnetismo de la luz de la Costa Azul, realizaron vistas urbanas inusitadas (como las londinenses de Derain o las parisinas de Marquet), pintaron con crudeza a trabajadores circenses o prostitutas (en el caso de Vlaminck, Rouault o Van Dongen) o geometrizaron la naturaleza anticipando el Cubismo (Braque).

André Derain. Les Voiles rouges, 1906 Colección particular © André Derain, VEGAP, Madrid, 2016
André Derain. Les Voiles rouges, 1906 Colección particular © André Derain, VEGAP, Madrid, 2016

La repercusión del movimiento en Europa (no en España) fue intensa, sobre todo en Alemania -en la primera exposición de expresionistas alemanes se les llamó los fauves de ese país-  o en Rusia, gracias a la labor de marchantes como Vollard, Kahnweiler o Rosenberg. Por cierto, gracias a la iniciativa de alguno de ellos varios artistas fauvistas trabajaron en el campo de la cerámica, y a ese aspecto no demasiado conocido de su obra se dedica una de las salas de la exposición. Según ha explicado Mayte Ocaña, Vollard, buscando que el gran público pudiera acceder a la compra de arte, los animó a abrirse a ese formato, que no funcionó comercialmente aunque si sirvió para ampliar nuestra visión actual de la producción de estos artistas.

Un apunte más: atentos a las cuatro obras presentes en la Fundación MAPFRE del bastante desconocido y muy elegante Jean  Puy.

Kees van Dongen. Femme nue blonde, 1906 David Nahmad, Mónaco © Kees van Dongen, VEGAP, Madrid, 2016 © Patrick Goetelen
Kees van Dongen. Femme nue blonde, 1906 David Nahmad, Mónaco © Kees van Dongen, VEGAP, Madrid, 2016 © Patrick Goetelen

 

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