El rebobinador

Úbeda, la eclosión de Vandelvira

Hace unas semanas paseábamos en el rebobinador por Baeza, coincidiendo con el 15º aniversario de su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO junto a Úbeda, y ya os avanzábamos que también hablaríamos en esta sección de esta localidad monumental en la que dejó su sello, igualmente, Vandelvira, discípulo precoz de Diego de Siloé que llegó aquí bajo el mecenazgo de Francisco de los Cobos, secretario de Carlos I, para terminar la Capilla del Salvador. En una época, la de inicios del siglo XVI, en la que aún predominaba el estilo isabelino y la profusión decorativa, Vandelvira aplicó aquí innovaciones que fueron del gusto de esa Casa de los Cobos y Molina, familia que le concedió en Úbeda nuevos encargos que permitieron al arquitecto poner en práctica modelos inspirados en Italia, de líneas puras, sobrios, en los que no faltaban ni bóvedas baídas ni grandes patios de doble arcada.

Plaza Vázquez de Molina, Úbeda. Al fondo, El Salvador; a la izquierda, Casa-Palacio del deán Ortega, actual Parador
Plaza Vázquez de Molina, Úbeda. Al fondo, El Salvador; a la izquierda, Casa-Palacio del deán Ortega, actual Parador

La mejor forma de disfrutar de Úbeda es pasearla, cuesta arriba y cuesta abajo, pero el punto de llegada o de partida –en lo que a monumentos se refiere– tiene que ser la Plaza Vázquez de Molina, donde se encuentran la citada Capilla del Salvador, el Palacio del deán Ortega y el de Vázquez de Molina, además de la Basílica menor de los Reales Alcázares, que queda algo apartada, pero que también conviene no perderse y se asienta, como veremos, sobre una antigua mezquita; la Casa del Regidor, la Cárcel del Obispo y el Palacio del Marqués de Mancera, que fue convento y pósito y hoy es sede de la Policía Nacional.

La distribución espacial y arquitectónica de esta plaza supone la síntesis de unos valores cortesanos y una idiosincrasia estilística plenamente renacentistas, marcados por el gusto por los espacios abiertos y las amplias proporciones.

La Capilla del Salvador, que preside la plaza y deja con la boca abierta al que la ve por primera vez, es el monumento funerario que encargó construir para él Francisco de los Cobos (buen conocedor de Italia y del humanismo) y que, tras su muerte, se encargaría de impulsar su más que joven esposa María de Mendoza (ella tenía catorce años y él más de cuarenta cuando, en 1522, se casaron. Quince años después falleció el secretario).

Los escudos de los linajes de ambos pueden verse en la fachada. Los trazos originales de la capilla corresponden a Diego de Siloé, que tuvo que renunciar en 1536 a este proyecto al encontrarse inmerso en la construcción de la Catedral de Granada. Quien lo retomó, en 1540, fue, ya sabéis, Vandelvira, aunque la huella de su maestro quedó patente en el clasicismo presente en el interior de la capilla y en las semejanzas de su portada principal, espléndida, con la Puerta del Perdón granadina. Los diseños de Vandelvira se manifestaron en plenitud en la sacristía y en las portadas laterales.

Más grandes artistas trabajaron en El Salvador: Berruguete se encargó del Retablo del Altar Mayor, que fue destruido en la Guerra Civil y del que solo quedó la figura de Cristo en su Transfiguración; Esteban Jamete realizó las esculturas de la sacristía y la fachada y Francisco de Villalpando se encargó de la rejería, que tampoco tiene una historia plácida pero ha podido recuperarse.

Interior de la Capilla del Salvador, Úbeda
Interior de la Capilla del Salvador, Úbeda

La fachada principal, con estructura de gran arco de triunfo flanqueado por torres circulares, cuenta con una portada a modo de enorme retablo dividida en dos cuerpos coronados por un frontón liso. En el primero, encontramos la monumental puerta con arco de medio punto; en las enjutas, imágenes de las virtudes, y a los lados, dobles columnas acanaladas entre las que se abren cuatro hornacinas. En los extremos vemos dos sarcófagos sobre los que se levantan dos guerreros y dos madonnas sosteniendo los escudos de Francisco de los Cobos y María de Mendoza.

En el segundo cuerpo, hay que destacar el relieve de la Transfiguración que aparece entre dos esculturas de san Pablo y san Andrés en hornacinas.

La fachada conjuga escenas inspiradas en la mitología clásica con pasajes del Antiguo y el Nuevo Testamento, exaltando el poder de Dios y el del hombre, la muerte y la fama, y entendiendo el mundo clásico como preludio de la sociedad cristiana.

Cúpula de la cabecera de la Capilla del Salvador, Úbeda
Cúpula de la cabecera de la Capilla del Salvador, Úbeda
Puerta de acceso a la sacristía de la Capilla del Salvador, Úbeda
Puerta de acceso a la sacristía de la Capilla del Salvador, Úbeda

La planta de la Capilla conjuga el círculo de la cabecera con el rectángulo de la nave, conforme al modelo clásico de panteón. En la cabecera queda la capilla familiar cubierta con una enorme cúpula y desde allí se accede a la sacristía, por una puerta muy especial diseñada en un rincón. Esta se divide en tres tramos, está cubierta por bóvedas baídas y se decora con un conjunto muy rico de esculturas. No es difícil que os recuerde a la Sacristía de las Cabezas de la Catedral de Sigüenza. Aquí y en la Basílica de los Reales Alcázares, como en la Catedral de Baeza, os ofrecerán con la entrada una audioguía (esta sin coste), con explicaciones muy completas, así que no hay excusa para perdernos nada.

Muy próximo a la Capilla de El Salvador queda el Palacio Vázquez de Molina, sede de las Casas Consistoriales. Juan Vázquez de Molina, su promotor, fue sobrino de Francisco de los Cobos y su sucesor en muchos cargos. Murió sin hijos, así que el edificio pasó a manos, entonces, de monjas dominicas. Su fachada se divide en tres plantas horizontales y siete calles verticales y los vanos se ordenan con ventanas en la planta baja, siete bóvedas de arista y un patio similar a los que pueden verse, también aquí en Úbeda, en el cercano Palacio del deán Ortega y en el Hospital de Santiago, que queda algo más alejado, en la comercial calle Obispo Cobos.

Y junto a este Palacio se encuentra el destinado al deán Ortega, parador desde 1929. Ortega era deán de la Catedral de Málaga y capellán mayor del Salvador y este edificio data de mediados del s XVI. La sobriedad de su fachada tiene su continuación en un patio interior, más pequeño que el del Palacio Vázquez de Molina, pero exquisito, columnado y de doble arcada.

La Basílica menor de Santa María de los Reales Alcazáres, frente al Palacio Vázquez de Molina, se asienta sobre un subsuelo de la Edad del Bronce, en un espacio donde antes se ubicó una mezquita. Se convirtió en templo cristiano tras la reconquista de Úbeda por Fernando III el Santo y en 1259 fue declarada Colegiata.

Tendría aspecto de iglesia fortificada, incrustada en los muros del Alcázar, hasta que en el siglo XVII se construyeron sus dos fachadas. La principal es obra renacentista enmarcada en la tradición de Vandelvira, y en su portada destaca el relieve de la Adoración de los pastores. La portada Este es, más o menos, semejante, aunque menos monumental.

Su planta da fe de los cambios y reformas a los que el templo se sometió entre los siglos XIV y XIX: si sus portadas son de estilo renacentista, su claustro es gótico con bóvedas de crucería. En su interior presenta cinco naves de igual altura, siendo las laterales más estrechas, con numerosas capillas ricas en pinturas y rejería.

Interior de la Basílica menor de los Reales Alcázares, Úbeda
Interior de la Basílica menor de los Reales Alcázares, Úbeda
Convento de san Miguel y Museo de San Juan de la Cruz, Úbeda
Convento de san Miguel y Museo de san Juan de la Cruz, Úbeda

Junto a la Basílica encontramos el convento de las Siervas de María, en el Palacio del Marqués de Mancera, torreado, con reminiscencias bajomedievales.

Antes de marcharos de esta plaza, regresad a la Capilla para echar un ojo, desde el mirador que queda a su derecha, a los montes de olivos y las sierras de Cazorla y Mágina (y a los cerros de Úbeda); las vistas son estupendas en claro y en nublado.

Hay más Vandelvira fuera del conjunto de Vázquez de Molina: vamos a volver a hablar del Hospital de Santiago. Comenzó a construirse a mediados del siglo XVI y se terminó en su último tercio, aunque fue parcialmente reformado en el siglo XX.

Su fachada principal se divide en dos cuerpos y las torres que la flanquean son macizas en su parte superior, así que su valor es más estético que funcional.

Fue en origen un hospital auspiciado por otro sobrino de Francisco de los Cobos, Diego de los Cobos, obispo de Jaén que quiso destinarlo a los enfermos de bubas, aunque luego se abrió a todo tipo de pacientes. En su capilla está él enterrado y el nombre de Santiago alude al relieve del santo en la portada, uno de los escasos detalles decorativos del conjunto.

En el interior sorprende su amplio patio de dos cuerpos, con arcos de medio punto.

Os hemos citado los imprescindibles, pero en vuestro paseo por Úbeda encontraréis también el elegante Palacio Vela de los Cobos, también de Vandelvira, con un bonito balcón esquinado (precioso es también el que presenta el Palacio de los Condes de Guadiana en la calle Real), la Casa de las Torres plateresca, que mandó construir el Condestable Dávalos y en torno a la que giran leyendas (leed a Muñoz Molina), el Palacio de Busianos, etc. Las construcciones nobles son numerosísimas, y muy valiosas; entre las religiosas, vale la pena buscar el convento de san Miguel y el Museo de san Juan de la Cruz, la iglesia gótica de san Isidoro, la de san Pedro, de ábside románico, y la de la Santísima Trinidad, con una ostentosa fachada barroca.

 

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