Gótico

El Gótico ocupa un periodo que se extiende desde mediados del s XII hasta casi el s XVI. Su delimitación estilística y cronológica es complicada, porque mientras en algunas áreas se trabaja en coordenadas del Gótico, en otras se trabaja aún en las del Románico, o bien ya se construye desde parámetros renacentistas. Tradicionalmente, este largo periodo se divide cronológicamente en cuatro fases: Progótico (s. XII), Gótico clásico (s. XIII), Gótico radiante (s. XIV) y Gótico flamígero (s. XV).

En cuanto a arquitectura, junto con espacios civiles (ayuntamientos, atarazanas, palacios) definían la fisonomía de las ciudades en esta etapa las Catedrales, cuyo espacio era acentuado por la verticalidad, que evoca en el hombre una sensación de pequeñez frente al templo, sensación subrayada por las columnas, delgadas y finas, los pináculos y las flechas.

Eran igualmente espacios luminosos y diáfanos, pues se plasma en ellos la mística de la luz: la luz material es imagen de la luz inmaterial (Dios), produciéndose un paralelismo entre la luz terrenal y la celestial. Otra forma de transportar al hombre hacia la luz, hacia Dios, es el color, muy presente en el tratamiento de las vidrieras. La aplicación de éstas era posible porque el empleo de la bóveda de crucería y la ojival hacía prácticamente innecesarios los muros (pantalla en lugar de sustentantes), reducidos a la función de cerrar espacios interiores y transportar empujes hacia los contrafuertes exteriores.

La planta típica de las iglesias góticas es la basilical, con tres o cinco naves y planta de cruz latina generada por una nave crucero o transepto. Las naves laterales se prolongan por detrás del presbiterio dando lugar a una girola.

La nave central resulta especialment elevada y la sustentan pilares generalmente con columnas adosadas. En el exterior, arbotantes y contrafuertes desplazan los pesos de la bóveda hasta el suelo. Son coronados por los pináculos, cuya función es a la vez constructiva y decorativa. Los arcos románicos de medio punto dan paso a arcos apuntados en el Gótico. Las cubiertas serán generalmente a dos aguas.

Las iglesias góticas solían tener varias fachadas; las puertas suelen ser profundos pórticos adornados y los rosetones surgen como foco de iluminación directa al interior.

La escultura y la pintura del Gótico ligan sus contenidos al pensamiento escolástico y franciscano, a la preocupación por la muerte y al ascenso de la burguesía (se establece un nuevo culto al poder derivado de la riqueza).

Los temas más comunes son el Paraíso, el Dios hecho hombre, la Virgen, los santos, el hombre como admirador de la obra del creador y la muerte como realidad ineludible.