El pasado verano os contábamos que Raúl Díaz Reyes, uno de nuestros más recientes Fichados, estaba presentando su primera muestra individual en la Galería Raquel Arnaud de São Paulo (en Brasil viene trabajando en los últimos años). Nutriéndose de diversas técnicas y referencias, musicales, literarias o cinematográficas, este creador madrileño ha consolidado un imaginario visual propio, y a la vez reconocible por la mayoría, que conecta con situaciones cotidianas, pero también con el arte anterior, sobre todo el desarrollado en los márgenes de las corrientes dominantes.
Si en Brasil mostró un alfabeto de colores y formas compuesto por elementos bidimensionales de metacrilato y pequeño formato, en el que finalmente nada era lo que parecía, ahora presenta en Ponce + Robles, su galería madrileña, “Jardins”, proyecto que supone un cambio de rumbo en su producción. En los anteriores exploraba manifestaciones estéticas relacionadas con derivas urbanas; esta vez abandona la ciudad para dejarse empapar por los paisajes brasileños y por la obra del artista Roberto Burle Marx; empapar literalmente porque esta exposición quiere hacernos presente su densidad, su verdor y su humedad.
En su producción, Burle Marx sintetiza prácticas manuales expandidas y sus conocimientos botánicos en pinturas cuyas líneas sinuosas parecen marca de la tierra (con el arquitecto Niemeyer colaboró en varias ocasiones). No le interesa el decorativismo; prefiere la atención a las peculiaridades geográficas de cada lugar donde trabaja y también a las especificidades materiales de cada disciplina en la que se maneja a la hora de imaginar o representar esos espacios.
También proyectó jardines, en los años treinta, y algunos de ellos los ha visitado Díaz Reyes en Brasil, fijándose en las imágenes y sonidos que le sugerían y creando a partir de ellos una suerte de banco de datos que deconstruyó y reconstruyó, intercalando en él referencias de su entorno cercano.
En “Jardins” veremos recreaciones de la experiencia del artista en los trópicos llevadas al espacio neutro de la galería; obras que no remiten de forma directa a Burle Marx pero sí a ciertos rasgos de su trabajo: el empleo del collage, el rechazo de lo simétrico, el recurso a la abstracción y sus replanteamientos de la relación entre figuras y fondo.
Grandes pinturas verticales colgadas del techo conforman un laberinto, inmersivo, en el que el orden bien definido de su composición y su corte geométrico contrastan con la organicidad de sus representaciones: manchas verdes casi abstractas, acuosas y desordenadas. Decía Burle Marx que es preciso comprender que el jardín es naturaleza ordenada, organizada para el hombre, basándose en sus necesidades (…) Pero es preciso comprender la naturaleza salvaje, no elaborada, para sacar de ella la gran lección.
El proyecto se completa con una pieza sonora en la que Abel Hernández desarrolló una partitura abierta a partir de audios grabados por el artista en Brasil, sonidos sintéticos y fragmentos de otras músicas: escuchamos desde el canto de los pájaros a melodías populares. También con pequeñas piezas dispuestas en las paredes, cuyo carácter oscila entre la nota al pie al laberinto y el imán de nuestra atención: acuarelas sobre tablas de madera, papeles manchados con rotulador al modo de quien planta simiente, collages fotográficos… que introducen otras escalas y modos de contemplar.
Algunas composiciones en madera evocan modelos arquitectónicos de jardines quizá utópicos y esos collages son montajes elaborados con fotografías captadas por el artista en el Sítio Burle Marx, finca de Río de Janeiro que alberga el acervo botánico de ese autor.
Díaz Reyes subraya de este modo la falsa oposición entre naturaleza y cultura derivada de nuestra obsesión por encajonarlo todo en compartimentos estancos. Esa es la razón por la que hemos dispuesto huertos en rascacielos y jardines en las cunetas y por la que atenta contra nuestras esencias el maltrato al medio ambiente.
Raúl Díaz Reyes. “Jardins”
c/ Alameda, 5
Madrid
Del 12 de septiembre al 8 de noviembre de 2019
