Chema López. La ilusión y el miedo, en el Museo ABC

Madrid, 20/12/2017

A lo largo de su carrera, el artista albaceteño Chema López, actualmente profesor en la Universidad Politécnica de Valencia, ha optado por la hibridación de disciplinas, técnicas y referencias como método de trabajo, aunque la pintura haya sido su medio de expresión fundamental y en torno a ella, sus límites y su naturaleza, hayan girado la mayor parte de sus reflexiones.

En su cuestionamiento de esos límites de lo pictórico se ha servido de fotografías, fotocopias, vídeos y otros medios de reproducción técnica de las imágenes, analizando dónde queda en estos casos la imagen original y cuáles son las huellas de sus posteriores copias, sobre todo tras procesos de impresión fotomecánica.

Pinta siempre en blanco y negro, evocando la expresividad y artesanía del dibujo y solapando en ocasiones sus obras a piezas en esa otra técnica para que el espectador analice similitudes y distancias. Sus trabajos, prácticamente virtuosos por su minuciosidad, son autónomos e independientes, pero a la vez susceptibles de ser hermanados con otros anteriores y posteriores que son fruto de pensamientos comunes, no siempre obvios para el espectador.

Chema López. "La ilusión y el miedo" en el Museo ABC — Chema López. “La ilusión y el miedo” en el Museo ABC

Estas características de su producción (combinación de referencias y técnicas en un mismo proyecto, trabajo sobre las mismas ideas en el largo plazo y desde la maduración lenta) convertían a López en candidato idóneo a sumarse al programa Conexiones, que en 2011 pusieron en marcha el Museo ABC y la Fundación Banco Santander con el objetivo de potenciar la divulgación del trabajo de artistas en su etapa de media carrera y de dar a conocer las colecciones de ambas instituciones. Hasta la fecha, han sido Santiago Morilla, Juan Carlos Bracho, The Children Pox, Nati Bermejo, Jesús Zurita, Amparo Sard, Juan López, José Luis Serzo, Simon Zabell, Elena Alonso, Marina Vargas, Abigail Lazkoz y Manuel Antonio Domínguez quienes han seleccionado una obra de los fondos del Museo ABC y otra de la Fundación para articular a partir de ellas un proyecto personal que las enlazase a ambas y que, a la vez, comulgara con sus intereses.

López ha preparado para su participación en Conexiones un proyecto titulado “La ilusión y el miedo” en el que explora las miles de interpretaciones, lecturas e imágenes derivadas posibles de una imagen madre y, en relación con ese poder sugestivo, una paradoja: ese potencial de ser objeto de manipulación es compatible con su evidente condición de instrumentos para el conocimiento.

Retomando sus procesos de trabajo habituales con fotografías, fotocopias y escenas tomadas de películas, el artista pidió al Museo ABC una colección de periódicos pasados y a la Fundación Banco Santander una de monedas antiguas: en sus manos, unos y otras convergen hasta conducirnos a una película de Ladislao Vajda: El Cebo (1958), que López vio de pequeño, a finales de los setenta. El autor de Marcelino, pan y vino hizo en esa obra, cuatro años posterior, un auténtico cambio de rumbo: nos cuenta la historia de un asesino de niñas que, antes de acabar con ellas, las atrae mediante trucos de ilusionismo. Es el dibujo de una de sus víctimas el que da la pista a un comisario de policía para descubrirlo.

Y las pistas que señalaban a Vajda en los fondos del ABC y el Santander fueron una crítica y un anuncio de la película en la prensa y monedas de la época en que se rodó a cargo de Benlliure.

Este filme estaba basado en la novela La promesa de Dürrenmatt y a López le hizo pensar en el ensayo de Gombrich Arte e ilusión, dedicado a la psicología de las imágenes. Estas y otras fuentes le llevaron a crear una docena de dibujos expuestos en el Museo a modo de galeradas de un libro que no existe, sobre una larguísima mesa. En ellos –también en una instalación y un díptico que completan el conjunto– se plantea y plantea al público en qué medida, a la hora de enfrentarnos a cualquier imagen, pesa en nuestra percepción lo que vemos y nuestro bagaje visual: fragmentos dispersos de hechos o relatos variados no necesariamente relacionados entre sí. Y nos enseña que nuestras conclusiones, si llegamos a adoptarlas, nuestro desenlace a las historias que se nos presentan, es fruto de ese encaje de piezas subjetivo más que de la observación presente y concreta. Se pregunta, en último término, si las imágenes son sólidas o moldeables, si son lo que muestran o lo que vemos. Qué son.