Barullo y risa este verano en ARTIUM

Íñigo Royo presenta en Vitoria “El hombre que ríe”

Vitoria,
Íñigo Royo. El hombre que ríe
Íñigo Royo. El hombre que ríe

Junto a las muestras “La trampa en la sonrisa” y “El fuego de la visión”, de las que ya os hemos hablado (la primera revisa la presencia del humor en la colección ARTIUM y la segunda repasa la producción de Marina Núñez), el Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo de Vitoria acoge este verano “El hombre que ríe”, una exhibición en la que Íñigo Royo termina contradiciendo la premisa de la que advierte al público al inicio: Aquí no caben ni fantasías ni ocurrencias.

Su propuesta, muy relacionada en realidad con “La trampa en la sonrisa”, se compone de instalaciones, vídeos, fotografías y piezas sonoras que ofrecen una mirada desde el humor y el escepticismo sobre nuestra sociedad, la política actual, nuestra forma de vida y el creciente peso en ella de las nuevas tecnologías, o en palabras de Royo, sobre el barullo idiota que formamos viviendo juntos y la risa amarga que asoma (…) ante la contemplación del espectáculo.

En el origen de este proyecto de Royo está, y no es difícil dilucidarlo, Samuel Beckett y su puesta sobre el tapete de la circularidad (y sinsentido) de nuestras rutinas. A partir de los conceptos de barullo y risa y del recuerdo de la obra del dramaturgo irlandés, el artista ha llevado a cabo trece piezas que componen un relato a leer en la Sala Este Baja y en el exterior de ARTIUM y que se completa con otras piezas representativas de su producción desde 2009.

REÍR O LLORAR

Nuestra sonrisa, más o menos amarga, comienza cuando encontramos ese lema de Aquí no caben ni fantasías ni ocurrencias en una instalación de fotografías que se titula precisamente así y está compuesta por imágenes de ciertos edificios públicos con el mismo lema en sus muros y continúa (la mueca) con Unión Europea. Manual de autoayuda: Royo ha tomado el programa electoral de un partido que se presentó a las últimas elecciones europeas para mostrarnos cuál es el resultado de reordenar y grabar las palabras que más veces se repiten en él.

El hombre que ríe, la obra que da título a la exposición, se despliega en una decena monitores. Para esta obra el artista ha empleado el detector de sonrisas de algunas cámaras fotográficas avanzadas, llamando nuestra atención sobre los “criterios” con los que estos aparatos establecen qué es risa (digna de fotografiarse) y que no. Junto a esta pieza vemos Hello Barbie: un modelo de esta muñeca teóricamente capacitado para responder a lo que se le dice recibe cuantiosos insultos en castellano. ¿Todo tiene respuesta y puede ser respondido?

El espacio central de “El hombre que ríe” lo ocupa la obra Babel, en la que Royo escribió el resultado de la traducción sucesiva de un texto de Buñuel a través de los noventa idiomas que ofrece el intérprete automático de Google, para regresar finalmente al castellano. Como podéis imaginar, y cual teléfono escacharrado, la frase final no tiene nada que ver con la original, apuntando a que Internet no es todopoderoso y a que en muchas ocasiones las tecnologías no facilitan la comunicación.

Tribulaciones y mudanzas es una serie de siete fotografías que reproduce siete figuras de papel elaboradas con las portadas de los periódicos del 21 de octubre de 2011, con la noticia del abandono del terrorismo por parte de ETA. A su lado, Esperpento es una instalación fotográfica en la que sesenta imágenes de Google Earth y fragmentos de diálogos de Luces de Bohemia, de Valle-Inclán, dan lugar a un original mapa de España ciertamente esperpéntico. Cerca nos espera Ab-alio, un proyecto videográfico basado en los célebres Listados de Ignasi Aballí, que Royo liga a “un variado y tragicómico abanico de asuntos relacionados con la vida cotidiana”.

Isidro López-Aparicio. La memoria de los objetos.Praxis
Isidro López-Aparicio. La memoria de los objetos. Praxis

La muestra se cierra con Benditos tímidos, una serie de fotografías creada a partir de álbumes familiares en los que se destaca a los que el artista vasco llama “maravillosos tímidos, que no querían perpetuar su imagen, convencidos de que es preferible pasar sin dejar rastro”; Diálogos con Luciano (Luciano es el canario que Royo tuvo durante un tiempo y que un buen día dejó de cantar) y Quid pro quo, un cortometraje en el que un lector pone al día de las noticias de prensa a Luis Buñuel en un monte cercano a Calanda, donde fueron esparcidas sus cenizas.

Por otro lado, ya queda poco tiempo, algo más de dos semanas, para que ARTIUM cierre en su Sala Norte y dentro de su programa Praxis, la muestra de Isidro López Aparicio “La memoria de los objetos”, sobre las arqueologías que pueden derivar de los objetos que utilizamos en nuestra vida diaria a partir de su gestión, recolección, catalogación, reubicación, descontextualización y reinterpretación.

El artista subraya que estas piezas, que adquirimos y damos por amortizadas a la velocidad del rayo, pueden dar lugar a obras artísticas contundentes que ponen de relieve la irracionalidad del consumismo exacerbado.

 

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