La trampa en la sonrisa

ARTIUM repasa la importancia del humor en el arte contemporáneo

Vitoria,
George Maciunas en "La trampa de la sonrisa"
George Maciunas en “La trampa de la sonrisa”

Dicen que la risa es, junto al llanto, nuestro único lenguaje natural y también ha sido un recurso habitual para numerosos artistas contemporáneos a la hora de abordar, acompañado por la crítica en la mayoría de las ocasiones, asuntos complejos personales o sociales.

La nueva revisión de su colección que ARTIUM nos presenta, desde hoy y hasta el próximo verano, se basa precisamente en el humor, la herramienta de muchos creadores representados en sus fondos a la hora de tratar de entender el lugar y el tiempo en los que vivimos. Se trata de un enfoque complementario respecto a los de exposiciones anteriores (de índole política, social, formal, identitaria…) y nos permite comprobar cómo es raro no encontrar briznas más o menos explícitas de humor en todas las corrientes de la creación actual, a veces para ofrecer nuevas visiones, absurdas e inesperadas, de una realidad que parece prosaica; otras como vía para atraer la mirada y la cercanía del espectador.

El comisario de la exhibición, Enrique Martínez Goikoetxea, percibió durante su preparación que en los textos explicativos de las piezas seleccionadas para esta muestra rara vez se utilizaban los términos cómico, risa, humor…sí, en cambio, ironía. Y eran aún mucho menos frecuentes las palabras sátira, cinismo, parodia, radical, absurdo, grotesco, sardónico, crudo, ingenioso. ¿Es cuestión de imagen, o hay algo más?

En realidad, el arte contemporáneo tiene mucho en común con el humor: ambos contemplan, desde cierta distancia, la realidad contemporánea y un progreso supuesto que nos da momentos – todos los sabemos- muy próximos al absurdo. La caída en desuso, y en descrédito, de los grandes discursos religiosos e ideológicos y de las utopías, la incertidumbre que nos es propia, lo han favorecido.

Breton y Freud estuvieron de acuerdo a la hora de definir el humor como negación de la realidad y afirmación del principio del placer. Hubo quien, como Kant, Schopenhauer y Blaise Pascal, situó su origen en la pura incongruencia; Lacan, y también Freud, lo explicaron como medio para liberar energías reprimidas y Bergson como sentimiento de superioridad frente a alguna mala suerte ajena. Unos más y unos menos, pero no hay nadie que no posea sentido del humor; si varía, en función de nuestra experiencia y cultura, o de nuestros valores sociales, nuestra forma de entenderlo.

Breton y Freud estuvieron de acuerdo a la hora de definir el humor como negación de la realidad y afirmación del principio del placer

La exhibición de ARTIUM lleva por título “La trampa de la sonrisa”, y dada esa tendencia a explicar el arte contemporáneo hablando más de ironía que de humor, se articula en dos secciones: la primera se dedicada a esos conceptos, humor e ironía, y la segunda a los dicursos de la creación actual en los que ambos han tenido más peso.

Abre la muestra Femme dans la nuit de Miró y un juego de palabras, lleno de sano humor, de Leopoldo Panero: “Yo no entiendo por qué estoy aquí. Por qué me he pasado de manicomio en manicomio, por España, como si trabajase en la guía Campsa”. En adelante veremos bocas que sonríen, fuman, beben, besan o están selladas por mordazas; genios que distorsionan o ridiculizan aspectos de la realidad que nos ponen en evidencia; los resultados grotescos de introducir el humor en asuntos tabú como el sexo, la muerte o la enfermedad; piezas que, sobre todo desde los ochenta, pusieron su foco irónico sobre la política, el mercado o la propia identidad (fijaos en el inquietante pasillo de selfies) y obras que parodian el sistema del arte y caricaturizan el sistema.

Un último apartado de “La trampa de la sonrisa” nos invita a descansar: en un espacio de atmósfera íntima podemos consultar revistas satíricas y piezas audiovisuales en las que el humor es esencial.

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