El diálogo entre arte textil y espacio y la innovación en el tratamiento de técnicas y fibras en los tapices fueron los dos ejes del trabajo de la artista barcelonesa Aurèlia Muñoz, que desarrolló su carrera entre los sesenta y su fallecimiento en 2011 creando tapices, un género que, pese a su cariz eminentemente tradicional, ha sido objeto de un predicamento importante entre creadores del siglo XX, desde los ligados a la Escuela Bauhaus o Arts and Crafts hasta Alighiero Boetti, Teresa Lanceta o la sueca Miriam Bäckström, que actualmente expone tres concebidos como collages en la madrileña Galería Elba Benítez.
Actualmente ha puesto la técnica de actualidad la corriente del craftivism, una intervención estética con técnicas textiles que se desarrolla en espacios urbanos y que tiene un trasfondo de crítica política. Consiste en vestir árboles, mobiliario urbano o esculturas en espacios públicos con piezas textiles manufacturadas y se relaciona igualmente con protestas contra la sociedad de consumo a través del do-it-yourself y el slow living.
Ligada a la corriente europea de La Nouvelle Tapisserie, Muñoz se ha servido del bordado y el macramé para convertir las grandes obras destinadas a colgarse en paredes que son habitualmente los tapices en piezas tridimensionales en las que recrea seres fantásticos y espacios arquitectónicos diversísimos, desde patios renacentistas a escenografías cubistas.
En cuanto a técnicas, tiende a la sencillez con el fin de no caer en excesos ornamentales que perjudiquen la expresión de conceptos desnudos: suele elaborar nudos uniformes en vertical y horizontal.
Una muestra en la Galería Machado Muñoz repasa hasta abril su trayectoria haciendo hincapié en la evolución de su trabajo a lo largo de tres periodos: en los sesenta trabajó primero con yutes estampados, generando motivos geométricos y arquitectónicos que derivaron en patchwork, y luego con bordados, y en los setenta y primeros ochenta se sirvió de collages con telas barrocas para generar sensación de tridimensionalidad y también de anudados y de miniaturas dispuestas en cajas de metacrilato para dialogar con el espacio (de esa época datan sus Pájaros-cometas, dispuestos en espacios exteriores). En su última etapa, entre los ochenta y su fallecimiento, creó Origamis monumentales y Entes de anudados con los que elaboró libros y móviles cubistas de papel hecho a mano y teñido en el taller.
La mayor parte de las piezas que Machado Muñoz exhibe son obras textiles anudadas, entre ellas los Entes, que se muestran aquí suspendidos del techo o tensados desde el suelo con piedras o pizarras. También podemos ver miniaturas textiles en cajas transparentes. En ellos la artista ha sabido conjugar el respeto a la tradición de los materiales y a las reglas del oficio de los tapiceros con una radical modernidad: al tapiz, por naturaleza flexible, le ha concedido un rigor prácticamente escultórico ayudándose de la ausencia de un cromatismo variado.
A Muñoz le interesaba que sus materiales mantuviesen su tonalidad original ocre, y en los casos contados en que se decide a teñir, no va más allá de dejar al hierro o al bronce plasmar sus huellas. Sus obras son móviles, no se despliegan rígidas sobre un muro sino que se contraen y distienden, en un juego de movilidad que implica al espectador, subrayando las posibilidades del espacio donde se muestran.
Aurèlia Muñoz. Entes y otras criaturas
c/ José Marañón, 4 28010 Madrid
Del 11 de enero al 11 de abril de 2017
