Inmersión: más que mirar, sumergirse

Martin Gropius Bau dedica una muestra a artistas que han desarrollado instalaciones inmersivas desde los sesenta

Berlín,

El centro berlinés Martin Gropius Bau dedica su programa de exposiciones de este verano al arte inmersivo. De su iniciativa Immersion, desarrollada con apoyo gubernamental, forman parte dos muestras abiertas hasta el 5 de agosto: una dedicada a Philippe Parreno, quien, a lo largo de su carrera, ha trabajado a menudo equiparando las exposiciones a organismos vivos, y otra, de carácter colectivo, que examina el desarrollo desde los sesenta de instalaciones que crean ambientes propios a los que se invita a acceder al espectador, aislándolo hasta cierto punto de los espacios neutros del museo.

Convencido, como Mallarmé, de que nada puede tener lugar sin lugar y de que este lo cambia todo, Parreno presenta en este espacio una muestra que ha enfocado jugando con el tiempo y con el azar. El francés ha querido convertirla en posibilidad, por eso no tiene título: considera que no existe y que quizá nunca lo haga, sin que eso le reste realidad.

Intentaremos explicarlo mejor: la exposición, tal como la ha concebido, tiene muchos modos de existencia posibles y distintos, virtuales, que pueden materializarse o no; nada en su presentación parece claro e inamovible, el futuro del proyecto hasta agosto está abierto y el visitante solo puede elucubrar lo que Parreno intenta comunicar.

Philippe Parreno. Anywhen, 2017
Philippe Parreno. Anywhen, 2017

A medida que pasan los días, aparecen en Martin Gropius Bau (o no) obras anteriores de Parreno, como algunas dedicadas a la sepia, un motivo recurrente para él presente en el vídeo de 2016, recientemente reeditado, Anywhen, o el tapiz de flores que servía de fondo a algunas secuencias de su filme de 2012 Marilyn y que ahora puede cobrar protagonismo al cubrir una de las paredes del museo alemán. Y eso que él ni siquiera lo diseñó en un primer momento entendiendo que fuera una obra de arte.

También pueden dejarse ver por Martin Gropius Bau sus luciérnagas: cientos de insectos viven o se desvanecen en una pantalla LED, encendidos o apagados por algoritmos. Ese ir y venir en la exposición de los viejos compañeros de Parreno tiene algo que ver con el ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento que interesa al autor: también adquieren nueva vida dos gigantescas cabezas de bebé infladas, un proyecto de 1993.

Solo el tiempo dirá –así lo espera Parreno– cómo convivirán estas obras del pasado al reunirse, qué nuevos caminos artísticos podrán surgir del encuentro. Algunas interactúan también con los espectadores: es el caso de los peces globo que circulan guiados por vórtices de viento diseñados por científicos, pero pueden alterar su rumbo en función de la acción del público.

Además, intencionadamente, en la exposición se colarán sonidos de la ciudad: se filtrarán y se propagarán de una sala a otra hasta quedar reflejados en un espejo convertidos en patrones visuales de nenúfares. También hace su aparición la luz, bailando en el suelo del museo en lo que el artista califica como una coreografía de helióstatos. Una de las salas está bañada por un resplandor naranja que evoca el posible futuro de un sol que se desvanece y en otra la temperatura cambia drásticamente, obligando al visitante a plantearse si esos cambios se deben a su imaginación.

Parreno ha buscado que, a medida que el espectador recorre esta exposición, sienta que se adentra en una dimensión distinta no regida por las coordenadas espaciales que conoce: en un espacio más mental que físico, reglamentado por una lógica paranoica.

Doug Wheeler. Untitled, 1969-2014
Doug Wheeler. Untitled, 1969-2014

La segunda muestra, cuyo título podría traducirse al castellano como “Mundo sin afuera”, recoge, como avanzábamos, instalaciones inmersivas desarrolladas desde los sesenta por artistas como Lucio Fontana, Cyprien Gaillard, González-Foerster, Jeppe Hein, Xavier Le Roy, Tino Sehgal o Doug Wheeler.

El propio Sehgal la ha comisariado, junto a Thomas Oberender, y quizá por eso incluye el desarrollo de varias obras en vivo, también de talleres. Abundan igualmente las filmaciones en 3D y la realidad virtual, pero lo que la presentación pretende subrayar de cara al público es que estas obras de arte inmersivas, como el conjunto de la propuesta de Parreno, se desarrollan dentro de su propia esfera temporal y remiten a una enorme variedad de formas de estar en el mundo y de relacionarnos con los objetos, incluidos los artísticos.

La tesis de Sehgal y Oberender es que las prácticas inmersivas son la expresión artística de una relación cambiante con el mundo, basada, no en un dualismo entre sujeto y objeto, sino más bien en el enredo

Los entornos inmersivos estimulan en el visitante la posibilidad de vivir experiencias inmediatas y directas, en las que ese sumergirse, no solo prima sobre la observación pasiva, también sobre la evaluación crítica de las piezas; en el momento de interactuar con ellas, huelga decir, después, “suyas son las conclusiones”. La tesis de Sehgal y Oberender es que las prácticas inmersivas son la expresión artística de una relación cambiante con el mundo, basada, no en un dualismo entre sujeto y objeto, sino más bien en el enredo entre ambos.

La exhibición se inicia con obras de estética minimalista y finaliza con aquellas que cuestionan las fronteras entre lo que es y no es arte. Entre las más recientes, podemos subrayar Light Wall de Carsten Höller, Cosmodrome de González-Foerster y Nightlife de Cyprien Gaillard, una hipnótica película en 3D sobre la transición de los espacios analógicos a los virtuales.

 

“Philippe Parreno”

“Welt ohne Außen. Immersive Spaces since the 1960s”

MARTIN GROPIUS BAU

Niederkirchnerstraße, 7

Berlín

Hasta el 5 de agosto de 2018

 

 

Comentarios