Trilogía marroquí: lo cercano desconocido

El Museo Reina Sofía repasa la creación en el país desde los cincuenta

Madrid,

El Museo Reina Sofía ha presentado hoy una de sus exposiciones más ambiciosas del año: “Trilogía marroquí. 1950-2020”, que cuenta con el comisariado de Manuel Borja-Villel y Abdellah Karroum, directores respectivamente del MNCARS y el Mathaf: Arab Museum of Modern Art, y que revisa la evolución del arte y la cultura en nuestro país vecino desde los albores de su independencia, tomando como eje determinados núcleos y etapas y haciendo hincapié en cómo un amplio número de artistas (creadores plásticos, pero también escritores, cineastas y directores de escena) han redefinido el concepto de identidad en tiempos de globalización.

La muestra forma parte, además, de una de las líneas de trabajo habituales del Reina Sofía, la investigación decolonial, y supone una primera iniciativa para indagar en este asunto desde la orilla sur del Mediterráneo, a partir tanto de las propias obras -se han reunido más de dos centenares- como de documentos de archivo. Tetuán, Casablanca y Tánger son las ciudades que vertebran el recorrido y los periodos abordados son la convulsa etapa previa e inmediatamente posterior a la independencia de Marruecos (1950-1969); los llamados Años de plomo, durante el reinado de Hassán II (1970-1999) y las últimas dos décadas.

Miloud Labied. Composición, 1967. Colección particular, Marrakech
Miloud Labied. Composición, 1967. Colección particular, Marrakech

El inicio de la exposición nos traslada a los debates suscitados por el nacionalismo marroquí en la etapa final del protectorado galo y español y en el inicio de la independencia, en relación con la construcción de un discurso identitario, asuntos que se situaron en el fondo conceptual de las obras de los artistas del país en los sesenta y setenta: autores nacidos en los treinta y los cuarenta que cuestionaron la enseñanza académica tradicional del arte y aunaron referencias propias y cosmopolitas. Formados, algunos de ellos, en las principales capitales artísticas internacionales, participaron también en debates a gran escala y, en su mayor parte, adoptaron la abstracción a la hora de presentar sus reflexiones políticas, identitarias y también creativas.

Fueron numerosos los artistas que iniciaron su trayectoria en escuelas locales y que, avanzando en sus carreras y viajando a Francia, Italia, Estados Unidos o España, rompieron posteriormente con la vertiente rígida de ese acervo académico. Es el caso de Mohamed Melehi, Mohamed Chabâa, Farid Belkahia, Mohamed Hamidi, Mohamed Ataallah y Mustapha Hafid, que después transformarían a fondo la educación artística marroquí en la Escuela de Bellas Artes de Casablanca, conjugando innovación y artesanía. Melehi, Ataallah y Chabâa compondrían justamente, junto a Ahmed Amrani, la considerada primera generación de artistas marroquíes, al calor de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Tetuán.

De Amrani se sabe que pasó muchas horas estudiando a Goya y Velázquez en el Prado y las huellas del primero no son difíciles de atisbar en sus trabajos más expresivos, como Protesta (1969). Melehi, gracias a una beca de la Fundación Rockefeller, estudió en Columbia, donde conocería a Jasper Johns y Frank Stella; aquella etapa se traduciría en su obra en una introducción viva del color que equilibraría su afán comunicativo y su tendencia al minimalismo. Al Reina Sofía han llegado trabajos como IBM (1962), Alunizaje (1963) y Nostalgia solar (1962), donde buscó estrechar lazos entre arte, ciencia y tecnología.

Destaca también la producción de Ahmed Cherkaoui, a medio camino entre la iconografía tradicional de su país y la estética modernista: podremos ver sus lienzos Las tres hermanas (1963) y Talismán nº 3 (1966), que beben de los tatuajes amazigh con los que se adornan las mujeres imazighen en Marruecos; de la caligrafía árabe también parten las abstracciones de Jilali Gharbaoui, mientras la neofiguración de Farid Belkahia (Torturas) se nutre de representaciones clásicas del cuerpo.

Tánger, en paralelo, se consolidaría como ciudad cosmopolita y escenario de encuentro de la generación beat; allí nació el descarnado relato autobiográfico de Mohamed Choukri y en Rabat, en esa misma época, la publicación Souffles, con Abdellatif Laâbi al frente, generaría abundantes controversias sobre la historia marroquí y sus nuevas realidades sociales. Nacida a raíz de la represión a una revuelta estudiantil de 1965, esta revista se convirtió en transmisora fundamental de los discursos críticos de entonces y otras de cariz alternativo, junto a bienales y festivales, seguirían su estela. En ocasiones la disidencia se expresó a través de manifestaciones literarias, incluyendo poesía y teatro, pero Souffles se prohibiría en 1972 y tomaron su testigo Intégral y Lamalif. Fue desarrollándose entonces, asimismo, una creación no académica ni intelectualizada, vivamente dinámica, a cargo de autores autodidactas, como Chaïbia Talal y Fatima Hassan.

La prohibición de Souffles coincidió con el inicio de los citados Años de plomo, marcados por la conflictividad interna, la progresiva arabización de la cultura marroquí y un creciente control estatal. Nos traslada a esa fase, agitada en lo social y político pero rica en lo creativo, el documental de Ali Essafi Antes del ocaso (2019), dedicado a la vida cultural del momento. Se promovieron entonces numerosas colectivas, festivales, representaciones teatrales y publicaciones independientes y las artes plásticas estrecharon lazos entre artesanía y bellas artes, figuración y abstracción.

Veremos piezas como La ceremonia del matrimonio (1983), de Chaïbia Talal, que retrató en su producción a numerosas mujeres y trabajó en escenas sociales con colores vivos pero alejándose de lo naif, u otro documental, Sobre algunos sucesos sin importancia, de Mostafa Derkaoui: en este caso se adentra en la ficción, solo se proyectó una vez en París y convirtió Casablanca en plató para entrevistar a poetas, artistas, actores y viandantes; así la obra reflexionaba sobre una sociedad en construcción.

Mohamed El Baz. Arreglar lo irreparable
Mohamed El Baz. Arreglar lo irreparable

A fines de los ochenta se gestaría una nueva corriente artística, asentada en la década siguiente de la mano de Mohamed El Baz, Mounir Fatmi e Yto Barrada, coincidiendo con la transición democrática marroquí y su apertura en el aspecto mediático. Ganaron presencia en aquel momento las instalaciones, comenzaron a emplearse materiales modestos o encontrados y también se abundó en la noción de lo procesual.

Faouzi Laatiris. Arte plástico
Faouzi Laatiris. Arte plástico

Por último, la exhibición da cuenta de los jóvenes artistas que en las últimas dos décadas han desafiado convenciones pasadas en el campo formal, técnico, simbólico y político, muchas veces desde círculos alternativos. Es en este periodo cuando creció significativamente el número de mujeres artistas y también las reflexiones sobre su identidad en el contexto de la sociedad marroquí.

La ruptura de las artes plásticas con el pasado se hizo más honda en lo formal y en lo técnico, pero también en sus enfoques sociales y políticos: sus autores han conocido tanto el ascenso del populismo como de el de la tecnología, el acecho del terrorismo y la Primavera Árabe. Han trabajado tanto en Marruecos como en el extranjero e Internet ha sido su gran herramienta para difundir sus proyectos ligados a la esperanza de cambio y justicia social.

Contemplaremos Al Jazeera (2007), de Mounir Fatmi, quien se ha servido sobre todo de esculturas e instalaciones a la hora de cuestionar las imágenes como fuentes de información y referirse a la censura y el silencio en nuestra época; el filme Beau Geste (2009) de Barrada, que se adentra en el contexto social marroquí a través de fotografías, películas, esculturas e instalaciones o El espectáculo ha terminado (2011), de Karim Rafi, uno de los responsables de la revitalización en ese país de la música underground y la poesía radical.

La muestra, variada y vital, se cierra con la película Bab Sebta (Puerta de Ceuta), que Randa Maroufi produjo en un garaje donde coreografió los movimientos de quienes cruzan la frontera de Ceuta, concediendo ambigüedad a su contexto. “Trilogía marroquí” permitirá a muchos sorprenderse con lo desconocido cercano.

Soukaina Joual. Disobe
Soukaina Joual. Disobe

 

 

“Trilogía marroquí. 1950-2020”

MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA. MNCARS

c/ Santa Isabel, 52

Madrid

Del 30 de marzo al 27 de septiembre de 2021

 

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