Todas las Miralles de Fina

El MACBA repasa las claves de su trayectoria

Barcelona,

Su trabajo forma parte de la muestra “Acción. Una historia provisional de los 90”, que hasta febrero puede visitarse en el MACBA, y también hasta abril este centro barcelonés dedica una monográfica a Fina Miralles, creadora nacida en 1950 en Sabadell cuya producción se alejó muy pronto del academicismo predominante en las escuelas de arte de su tiempo, del mercado y las corrientes mayoritarias y del propio concepto de arte establecido por la historiografía tradicional. Habitualmente se ha asociado su obra a la creación conceptual, el land art o el feminismo, pero sus propuestas rebasan en realidad etiquetas por su complejidad.

El Museu, bajo el comisariado de Teresa Grandas, ha adoptado el reto de diseñar un eje que vertebre sus prácticas al margen de criterios cronológicos, atendiendo a su puesta en cuestión constante de las nociones de poder, autoridad y orden y también de las relaciones entre el arte, sus autores y el público. Los trabajos de Miralles (parte de los expuestos han sido donados al MACBA por la autora) destacan por su capacidad crítica, por evidenciar que bajo la poesía puede subyacer contenido político.

Corría 1974 cuando esta autora presentó, en la Sala Vinçon barcelonesa, “Imágenes del zoo”, una muestra (dentro de una tienda de diseño) cuyo recorrido adquiría la forma de visita a un zoo, no a uno urbano, sino a uno creado por la propia artista dentro de un espacio cultural. Presentó diversos animales enjaulados… y a sí misma como tal en un ejercicio de crítica a los cánones, de puesta en cuestión de lo que entendemos por natural y artificial y de desafío al espectador, que quedaba situado frente a ella como objeto expuesto a la contemplación. Las lecturas posibles son muy diversas.

Vista de "Fina Miralles. Soy todas las que he sido" en el MACBA. Fotografía: Miquel Coll
Vista de “Fina Miralles. Soy todas las que he sido” en el MACBA. Fotografía: Miquel Coll
Vista de "Fina Miralles. Soy todas las que he sido" en el MACBA. Fotografía: Miquel Coll
Vista de “Fina Miralles. Soy todas las que he sido” en el MACBA. Fotografía: Miquel Coll

Las apelaciones a la naturaleza están muy presentes en el recorrido de la exhibición del MACBA, así como las referencias al lenguaje como nuestro medio de expresión, a las relaciones entre los códigos artísticos y las ideas a las que sirven o a la presencia del poder en nuestras vidas, un poder que suscita mayor contestación cuanto más férreamente se ejerce. Forman parte de la exposición, titulada “Fina Miralles. Soy todas las que he sido”, acciones, performances, fotografías, pinturas o vídeos que también nos permiten analizar su posición respecto a la condición femenina, al peso de los códigos sociales de comportamiento, las dualidades entre realidad y apariencia o el impacto de las circunstancias políticas y sociales en nuestro día a día.

Encontraremos paisajes monocromos, varios ejemplos más de conversión de la artista en objeto artístico, pinturas que son gestos y proyectos en los que el proceso adquiere mucha mayor relevancia que el resultado final o que nos enfrentan a nuestra imbricación, como individuos, en la naturaleza. La mayoría de ellos tienen en común la puesta en duda de la idea de valor aplicada a la creación, sea cual sea el modo en que se materialice; Miralles parece buscar una y otra vez la desmitificación de la obra de arte (de lo que quede de mito en torno a ella) y su consideración de objeto destinado a ser contemplado, con cierto respeto, y nunca tocado.

En el MACBA encontraremos Natura morta (1972), un bodegón con los elementos de un paisaje presentados como integrantes de un espacio natural, en una negación práctica del acto de pintar o, en esa misma estela, Naturaleses naturals, naturaleses artificials (1973), una intervención que constaba de un repertorio descontextualizado de elementos naturales y de los mismos elementos en su versión artificial.

Fina Miralles. Translacions. Dona-Arbre, 1973
Fina Miralles. Translacions. Dona-Arbre, 1973

Entre sus acciones documentadas podemos subrayar Dona-arbre (1973), en la que Miralles se plantó en la tierra cual árbol, en el marco de una serie más amplia llamada Translacions, dedicada a alementos naturales no transformados y dispuestos fuera de su contexto habitual. Ella misma se desplazaba en medio de un campo en ese caso; en otros la artista llevaba arena a la tierra arada, césped al mar o árboles al entorno doméstico, desviando el orden habitual de las cosas o quebrando límites establecidos.

Relació del cos amb elements naturals en accions quotidianes (1975) es un recorrido fotográfico por acciones cotidianas, un repertorio de actos diarios; en Relació del cos amb elements naturals (1975) se cubrió la autora de arena, paja, hierba o agua, fundiéndose con ellas por completo, y en El retorn (2012) también sumergía por completo su cuerpo en el agua.

Entre sus incursiones videográficas forman parte de la muestra Petjades (1976), que documenta un recorrido de la artista por la ciudad con zapatos que dejan su firma en el asfalto, una forma de apropiación sutil del espacio público, y también Standard (1976), que analiza cómo el poder, la cultura, la religión o la educación condicionan nuestras personalidades individuales y nuestra imagen social. Ese asunto es también el centro de Emmascarats (1976), un ejercicio crítico respecto a nuestras imposiciones para la adaptación social y una disolución de las convenciones del retrato.

Ya en los ochenta, el dibujo en Fragments surge de los pigmentos que, por capilaridad, impregnan el papel secante y generan pintura, negando el gesto de la mano, y también se sumergió en la pintura en proyectos como Paisatge y Doble horitzó (1979-1981). En el primero pintó el paisaje superponiendo a la tela una piedra, tierra o tomillo; en el segundo relacionó tela y bastidor generando pliegues, huecos o dobleces, dando lugar, en el fondo, ejercicios constructivos en los que el trazo no nace del pincel sino del gesto.

Buscó la artista, desde mediados de aquella década, dibujar con la mano lo que veían sus ojos, en relación con sus procesos de búsqueda interior y los caminos de su introspección. En sus cuadernos de viaje se sirvió de dibujos manuales y pinceladas que luego transformó en pinturas de gran formato; allgunos de aquellos cuadernos de trabajo se han reunido en el MACBA, con el fin de ayudarnos a profundizar en su compromiso con la subversión: de las convenciones sociales y de las creativas.

Fina Miralles. Emmascarats, 1976. Museo de Arte de Sabadell
Fina Miralles. Emmascarats, 1976. Museo de Arte de Sabadell
Vista de "Fina Miralles. Soy todas las que he sido" en el MACBA. Fotografía: Miquel Coll
Vista de “Fina Miralles. Soy todas las que he sido” en el MACBA. Fotografía: Miquel Coll

 

“Fina Miralles. Soy todas las que he sido”

MACBA. MUSEU D’ART CONTEMPORANI DE BARCELONA

Plaça dels Àngels, 1

Barcelona

Del 5 de noviembre de 2020 al 5 de abril de 2021

 

Comentarios