Sofonisba y Lavinia contra los estereotipos

El Museo del Prado reúne por primera vez su obra

Madrid,
Sofonisba Anguissola. Autorretrato ante el caballete, 1556-1557. The Castle ¬¬– Museum in Łańcut
Sofonisba Anguissola. Autorretrato ante el caballete, 1556-1557. The Castle ¬¬– Museum in Łańcut

En el marco del programa expositivo de su Bicentenario (y de un capítulo de normalización de la presencia de mujeres artistas en el Museo del Prado, que continuará en 2020 con una muestra sobre mujeres creadoras de fines del siglo XVI y principios del siglo XVII), la pinacoteca ha inaugurado hoy “Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Historia de dos pintoras”, primera exposición internacional en unir la producción de ambas autoras, que compartieron aproximadamente época -justamente la de la segunda mitad del siglo XVI y primeros años del siglo XVII- y se formaron en escenarios no distantes, aunque con tradiciones artísticas propias: en Cremona en el caso de Sofonisba, y en Bolonia en el de Lavinia.

Comisaría la exhibición Leticia Ruiz, Jefa del Departamento de Pintura Española hasta 1500 del Prado, quien ha subrayado hoy que el siglo XVI fue un periodo notable para la educación y el reconocimiento de las mujeres artistas tras aquella etapa medieval en la que su labor en el silencio de los conventos, en ocasiones como iluminadoras, pasó prácticamente desapercibida y antes del cierto retroceso que supondría la Contrarreforma.

La exhibición cuenta con más de sesenta obras, en su mayoría pinturas, de extraordinaria calidad, parangonable sin duda a la de cualquier gran artista masculino del momento, y de muy variada procedencia, dada la dispersión de sus trabajos. Anguissola y Fontana partieron, por su contexto social inicial, de perspectivas diferentes a la hora de enfocar su actividad: Sofonisba era mujer de origen noble que se sirvió de la pintura para subrayar el prestigio familiar; Fontana, a la que podemos considerar la primera profesional de la pintura, era hija de pintor (circunstancia más común entonces entre las mujeres que podían crear).

“Historia de dos pintoras” se inicia justamente con sus autorretratos, en los que ambas mostraron cómo deseaban ser vistas. Sofonisba fue una de las mujeres artistas que más se autorretrató (no la primera, aquella fue Caterina van Hemessen, cuyo Autorretrato ante el caballete, de 1548, también puede verse en el Prado y quizá fuera conocido por Anguissola) y llegó a alcanzar la categoría de mito en las cortes italianas. Fontana, sin embargo, recurrió a este género para ennoblecer su propia producción.

Lavinia Fontana. Autorretrato tocando la espineta, 1557. Accademia Nazionale di San Luca, Roma
Lavinia Fontana. Autorretrato tocando la espineta, 1557. Accademia Nazionale di San Luca, Roma

Son seis las secciones que estructuran la muestra y en su recorrido percibiremos que se ha tratado de equilibrar la producción de ambas y favorecer los diálogos; hay que tener en cuenta que se conocen de Anguissola medio centenar de trabajos y, de Fontana, en torno a 150.

Además de esos autorretratos, recibe al visitante en la Sala C del Prado, por su significado, una muy bella imagen de la diosa Minerva a cargo de Lavinia: Ruiz la ha elegido por su significado, ya que se trata de la diosa femenina inventora de las artes de la aguja y del telar (primera actividad de muchas pintoras) y también de la guerra, el conocimiento y la sabiduría. Al final de la exposición la encontraremos de nuevo, también en gran formato pero ya sin la tela transparente que la cubre, transformada en Venus, diosa del amor y la fertilidad: se trata de piezas revolucionarias porque el desnudo escapaba entonces a la enseñanza pictórica que podían recibir las mujeres artistas y se consideraban más propios de ellas los pequeños cuadros devocionales, los retratos o las naturalezas muertas.

Sofonisba Anguissola. Retrato de familia, hacia 1558. The Nivaagaard Collection
Sofonisba Anguissola. Retrato de familia, hacia 1558. The Nivaagaard Collection

En Madrid puede verse la considerada obra maestra de la de Cremona: el inacabado retrato de grupo de parte de su familia, de composición muy compleja, en el que aparecen su padre Amilcare, su hermano Asdrubale y su hermana Minerva. El niño (único varón entre hermanas) es el centro de la atención de sus mayores y destaca la temprana facilidad de Anguissola para la captación de las psicologías de sus modelos. Junto a él puede contemplarse un también muy bello retrato de su madre, Bianca Ponzoni, que mantiene las convenciones desarrolladas por los mejores autores del momento en el contexto italiano.

También retrató Sofonisba a ilustres de su tiempo, demostrando sus dotes para el género y su buena captación de las influencias llegadas de las escuelas veneciana y lombarda.

A Fontana le debemos asimismo magistrales retratos, dos décadas posteriores, de prohombres de la esfera cultural y científica de Bolonia, ciudad universitaria. Solía representarlos sentados en sus escritorios, con miradas que denotan inteligencia y vivacidad y sumidos en su actividad intelectual.

Estos trabajos de Sofonisba y Lavinia tienen en común su reflejo de la auctoritas de los representados: un prestigio a la par moral y cívico derivado de sus conocimientos y su profesión; sin embargo, Fontana era menos incisiva en la captación de psicologías que Anguissola. Obra fundamental de la de Bolonia es un Retrato de dama con cuatro jóvenes, escena probablemente de preparación de un matrimonio, recientemente restaurada. Destaca como imagen de grupo, femenino y aristocrático, pero también por su cariz narrativo.

Y no faltan en el Prado significativos dibujos: Vieja que estudia el alfabeto y provoca la risa de una joven, que Sofonisba realizó por consejo del mismísimo Miguel Ángel, en contraposición de emociones respecto a Niño mordido por un cangrejo que provoca la atención de una joven, y un rostro de joven de la época romana de Fontana, más cercano al medio pictórico, que tendría carácter de boceto y que prueba su conocimiento del arte de los Carracci.

Sofonisba Anguissola. La reina Ana de Austria, hacia 1573. Museo Nacional del Prado
Sofonisba Anguissola. La reina Ana de Austria, hacia 1573. Museo Nacional del Prado

Uno de los apartados más completos de esta exposición es el dedicado a la presencia de Anguissola en la corte española, desde 1550. Fue dama de corte de Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, por tanto no firmó su obra de este periodo, el más confuso en cuanto a sus atribuciones. El Prado ha reunido, por vez primera de cara al público, sus retratos  de la Familia Real: de Felipe II y sus hijas, de Isabel de Valois y Ana de Austria, de Juana de Austria, hermana del monarca, y de su hijo don Carlos, que quedó encantado con el suyo al punto de pedir su reproducción al taller de Sánchez Coello. Si la pincelada de ella era casi caligráfica, la de Coello tendía más a los toques de color.

La labor pictórica de Sofonisba solía ser gratificada con joyas o ricos textiles, por eso a la muestra se ha incorporado un lujoso vestido destinado a la Virgen de la Caridad prestado por el Hospital Nuestra Señora de la Caridad de Illescas (Toledo).

La sección dedicada en la exposición a pintura religiosa reúne casi toda la producción de Sofonisba con esta temática, a excepción de una gran tabla siciliana. Destaca una Sagrada Familia dada por perdida hace cuarenta años, recreación de un Boccaccino: en sus obras de devoción, Anguissola copió o versionó tanto primero en Cremona como posteriormente en Génova, donde trabajaría a partir de modelos de Luca Cambiaso, situándose frente a frente a los grandes. Por su virtuosismo técnico tenemos que fijarnos atentamente también en La Virgen del silencio de Fontana, que trae a la memoria recursos compositivos de Miguel Ángel, y en su gran retablo Consagración a la Virgen, llegado de Marsella.

A la pintura mitológica de Lavinia se dedica otro apartado del recorrido, fundamental: Fontana fue la primera pintora en atreverse con el desnudo y en estos formatos. Gracias a su formación humanística, supo rizar el rozo de los relatos clásicos imprimiendo a sus trabajos un erotismo muy sofisticado y buscando la complicidad con quien observaba.

La muestra se cierra con una pequeña sala dedicada a la memoria posterior de ambas, en la que encontraremos el retrato que Van Dyck realizó en Sicilia de una Sofonisba ya anciana (siguiendo sus consejos en cuanto a iluminación) o medallas dedicadas a ambas. La de Sofonisba solo se trabajó por una cara y la de Lavinia, por las dos: en un lado encontramos su retrato con un verso de Petrarca sobre cómo la actividad de la pintura la mantuvo viva; en el otro, una representación de la propia pintura. Lavinia se identificaba así con la disciplina misma.

Lavinia Fontana. Marte y Venus, 1600-1610. Fundación Casa de Alba
Lavinia Fontana. Marte y Venus, 1600-1610. Fundación Casa de Alba

 

 

“Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Historia de dos pintoras”

MUSEO NACIONAL DEL PRADO

c/ Ruiz de Alarcón, 23

Madrid

Del 21 de octubre de 2019 al 2 de febrero de 2020

 

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