Coincidiendo con la celebración de Manifesta 11 y con el centenario del nacimiento, en la misma ciudad suiza, del movimiento dadaísta, Hauser & Wirth Zürich dedica una exposición conjunta a Kurt Schwitters, Joan Miró y Hans Arp, prestando atención a las obras en las que los tres, partiendo de los logros cubistas, buscaron una renovación artística profundamente rupturista a partir de la experimentación con collages y assemblages, estudiando ideas creativas radicales para unos tiempos que también lo eran: Europa se enfrentaba entonces a la catástrofe de la I Guerra Mundial.
Los tres artistas entablaron relación entre sí: Schwitters y Arp desarrollaron una estrecha amistad basada en el intercambio de puntos de vista y en 1926 Miró y Arp compartirían casa en la colonia para artistas Les Fusains, situada en el número 22 de la parisina Rue de Tourlaque, que Schwitters a su vez visitaba cada año y por la que se dejó caer con mayor frecuencia entre 1929 y 1932, ya en el periodo de entreguerras.
Arp se había familiarizado con el collage en el taller de Picasso, en torno a 1914, y transmitió sus conocimientos sobre la técnica a Schwitters. La influencia de Arp en el segundo fue fundamental, porque los collages componen una parte fundamental de la producción del alemán, y en un juego de inspiraciones a tres bandas los experimentos de Miró con objetos cotidianos a finales de los veinte se desarrollarían bajo la influencia de Schwitters y Arp y del Dadaísmo en general.
Todos ellos compartieron interés por la fusión entre pintura y escultura que posibilitaba el assemblage, pero mientras Schwitters expandió hasta su máxima expresión los marcos de referencia en sus Merzbilder, utilizando para ello materiales encontrados, Arp continuó llevando a cabo sus relieves abstractos y orgánicos y Miró encontró su propio camino comprometiéndose con la poética de los materiales. Podríamos llegar a relacionar la presencia en su obra de formas geométricas y orgánicas con la fase de Schwitters en la que este comienza a desligarse de la reproducción de las formas naturales (hacia 1918) y con las composiciones biomórficas de Arp.
La exposición que plantea Hauser & Wirth podrá visitarse hasta el 18 de septiembre y analiza esas muturas relaciones artísticas de forma extensa, a partir de cerca de un centenar de piezas llegadas de centros europeos y americanos y de colecciones privadas.
Entre los trabajos expuestos destacan Teller, Gabeln y Nabel de Arp, un significativo dibujo-collage de Miró fechado en 1933 y un Merzbild de Schwitters del año 19. El primero plasma la idealista noción dadá de redención a través de las formas primitivas, pero su biomorfismo era muy característico del lenguaje formal que Arp desarrolló a partir de elementos del paisaje natural sometidos a abstracción. Precede, en cualquier caso, su regreso a la figuración en la década de los veinte.
El dibujo-collage de Miró pertenece a una serie de collages poéticos y extravagantes que marcaron una etapa de ferviente experimentación en la carrera del español y se caracterizaron por sus figuras biomórficas y líricas entrelazadas con imágenes de prensa, postales antiguas, motivos art nouveau o procedentes de álbumes de anatomía. El sentido del humor del conjunto entronca con la sensibilidad dadá.
El Merzbild de Schwitters, por último, nace de la acumulación de materiales humildes. Nos hablan, en último término, de la sociedad que se deshizo de ellos. El artista dio su orden personal a estos fragmentos caóticos.
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