Sarah Lucas: sexo, mentiras e instalaciones

Sarah Lucas. Whitechapel Gallery

La artista británica presenta en la Whitechapel una selección de sus trabajos desde 1990

Eufemismos obscenos, verdades reprimidas y placeres eróticos inspiran la producción de la controvertida artista británica Sarah Lucas, conocida internacionalmente desde la década de 1990, en buena parte gracias a su exposición “Penis Nailed to a Board” en el London’s City Racing.

Lucas, nacida en 1962 y miembro de los Young British Artists, es autora de fotografías, esculturas e instalaciones compuestas de materiales cotidianos (muebles, ropa y alimentos), que, a partir de sus asociaciones mutuas, quedan convertidos en material sexualmente explícito: medias de nylon rellenas de guata (objeto barato, desechable, íntimo, y dotado de un aura de glamour en los anuncios públicitarios) que remiten a extremidades femeninas; colchones manchados, sillas y sofás que sirven de pedestales a cuerpos siempre sin cabeza que contrastan con la surrealista domesticidad que desprenden los papeles pintados que les sirven de fondo y sus inodoros, muy frecuentes en su obra desde los inicios de la trayectoria de Lucas, que remiten al primer ready-made de Duchamp. Sus referencias se hunden en el Dadaísmo, el Surrealismo y el Arte Povera, su estética es intencionadamente descuidada y, su objetivo, una provocación que puede discutirse si tiene o no fecha de caducidad. ¿Existe aún reflexión bajo el ruido de los YBA?

Sarah Lucas. Au natural, 1994

La producción de Sarah Lucas se considera a menudo quintaesencia de la vida urbana, pero en una de sus piezas recientes, Penetralia, ha empleado materiales más rústicos, como la madera y la piedra, para fabricar penes voladores y sugerir una relación mágica y holística de esta pieza con la naturaleza.

Sarah Lucas. Whitechapel Gallery

La Whitechapel londinense presenta, hasta el 15 de diciembre, una exhibición que repasa la cerrera de la artista desde que en los noventa los tabloides británicos se hicieron eco de sus piezas reflectantes en bronce que representaban entrelazados senos, falos y extremidades en una celebración de una sexualidad polimorfa, hasta la actualidad. Se incluye una serie de autorretratos (el suyo es el único rostro de la muestra) en los que Lucas posa en distintas actitudes, más o menos masculinas, agresivas o ambiguas, en una suerte de juego adolescente de investigación de la propia personalidad. En ellos hace también alusiones a una deconstrucción de los roles masculino y femenino y a la reflexión sobre el comportamiento de uno y otro, no sólo en lo individual, sino también en el ámbito sociopolítico.