La gestión del IVAM llevaba ya mucho tiempo en entredicho a raíz de despropósitos como las relaciones con la mafia china; una política de adquisiciones difícilmente defendible; una serie de exposiciones tejidas al amparo de relaciones personales y otras de contenidos de calidad dudosa, de todo lo cual ya se ha hablado en muchas ocasiones y medios. La noticia hoy es la liberación que parece que ha sentido buena parte de los empleados del IVAM a juzgar por sus reacciones y sus manifestaciones públicas de júbilo ante la marcha de Consuelo Císcar. Realidad que pone aún más de manifiesto la complicada situación por la que atravesaba y atraviesa el centro.
Quien venga a ocupar el puesto de Císcar va a tener mucho trabajo porque limpiar la imagen de una empresa -sea del tipo que sea- tan empañada como la del IVAM no es fácil. O sí, según se mire. Si no hay políticos de por medio y sí un buen gestor cultural, podrá resultar sencillo hacerlo mejor que hasta ahora, pero costara tiempo, un tiempo valioso durante el cual los ciudadanos valencianos seguirán sin tener un centro de arte moderno y contemporáneo a la altura de lo que muchos demandan.
El IVAM tiene que recuperar el crédito perdido (me temo que en todos los sentidos), pero mientras tanto, y por lo que pueda pasar, algunos han decidido celebrar a lo grande el fin de esta etapa y se está convocando vía Facebook una “GRAN FIESTA DE FIN DE CÍSCAR”. Bajo el lema “por un IVAM sin chanchullos y dirigido por verdaderos profesionales” un grupo de artistas, galeristas, críticos y profesores de arte están convocando una fiesta el 12 de abril en la explanada del IVAM (C/ Guillem de Castro, 118 Valencia) con música y todo tipo de acciones artístico/lúdicas y reivindicativas.
Lo más triste para mí es que ahora mismo todo lo que se mueve alrededor del IVAM parece ser arrastrado por el tornado de lo ridículo.
Continuará… (seguro).