Realistas de Madrid, poetas de lo cotidiano

El Museo Thyssen muestra noventa de sus obras

Madrid,
Isabel Quintanilla. Jardín, 1966. Colección privada. Realistas de Madrid
Isabel Quintanilla. Jardín, 1966. Colección privada

La mayoría de ellos no se consideran un grupo como tal ni tampoco estrictamente realistas, pero Antonio López, María Moreno, Julio López Hernández, Francisco López, Esperanza Parada, Isabel Quintanilla, Amalia Avia y Lucio Muñoz, además de compartir estrechas relaciones personales y familiares y formación en el Prado y la Academia de San Fernando, forman parte de una generación de artistas que han vivido y trabajado en Madrid desde los cincuenta y que, frente al Informalismo dominante en aquel periodo, optaron por representar espacios íntimos o públicos o cultivar el género del retrato desde un enfoque a la vez misterioso y melancólico, evocando el paso inexorable del tiempo a través del manejo de la luz o de la poética de los objetos.

No todos ellos son oriundos de Madrid, pero sí puede considerarse, según Guillermo Solana, que nacieron artísticamente en la capital, y el Museo Thyssen-Bornemisza, que en 2011 ya dedicó una retrospectiva a Antonio López, abre el 9 de febrero una exhibición que pretende resaltar las afinidades de estos artistas respetando sus individualidades.

Isabel Quintanilla. Vaso, 1969. Galerie Brockstedt, Berlín / Hamburgo
Isabel Quintanilla. Vaso, 1969. Galerie Brockstedt, Berlín / Hamburgo

El director del Thyssen, comisario de la exposición junto a María López, hija de Antonio, ha defendido la contemporaneidad del realismo y el eterno presente de lo dibujado del natural frente a quienes contraponen realismo y modernidad, olvidando que esta nació con Gustave Courbet.

En los cincuenta también fue posible desarrollar un realismo moderno y estos artistas lo hicieron tomando como punto de inspiración primera sus espacios domésticos más privados. En ellos el ser humano siempre está presente, pero a través de sus huellas, de su figura no pulida, nunca de forma evidente sino silenciosa. Otra constante en las pinturas de muchos de estos artistas (de la muestra también forman parte relieves, dibujos y esculturas) es su fascinación por los umbrales en esos mismos entornos cotidianos, es decir, por las puertas y ventanas, los tránsitos entre espacios, asunto que también cautivó a los artistas holandeses del s XVII, amantes además, como los realistas madrileños, de los ambientes despojados.

Su representación era un recurso para trabajar la perspectiva, pero sobre todo para explorar la intimidad presente en los intersticios y evitar mostrar claramente sus espacios que hablan de vidas; no hay seducción en lo que puede verse al primer vistazo; de hecho, bien miradas, las calles de Amalia Avia no parecen exteriores.

Para profundizar en lo que el realismo significa para estos artistas, nos recomiendan El Jarama de Sánchez Ferlosio

Como en la antología de Antonio López de hace cinco años, el recorrido de “Realistas de Madrid” transita de la intimidad a las vistas urbanas, del plano corto y la pequeña escala a las grandes panorámicas. Su recorrido es temático y no cronológico y buena parte de las noventa obras que lo componen hacía muchos años que no podían verse en España por formar parte de colecciones particulares, a veces de las de los propios artistas, que han colaborado en la organización de la exposición.

DE LO DOMÉSTICO A LO URBANO

Podemos contemplar naturalezas muertas que subrayan la belleza inherente a los objetos más humildes, interiores domésticos, entre ellos los célebres baños de Antonio López, que son instantes detenidos; pasillos que a veces nos inquietan y que juegan con la ambivalencia entre lo interior y lo exterior, lo privado y lo público; pinturas de patios, jardines y espacios abiertos que Quintanilla, Antonio López o María Moreno entendieron a menudo como la prolongación hacia afuera del propio hogar, retratos infantiles pictóricos y escultóricos, y también, avanzando en la muestra, potentes esculturas a tamaño natural de Julio López y vistas urbanas, sobre todo de Madrid, que dan fe de la transformación que ha conocido la ciudad desde mediados del siglo pasado. Fijaos, si no, en Tienda de máquinas o Ministerio de Fomento de Amalia Avia, obras ambas de 1988, y en las vistas de grandes dimensiones de Antonio López, que daba muestras de su modernidad en los sesenta al fijarse en los no lugares, los descampados en las afueras de la capital.

Amalia Avia. Filatelia Finarte, 1989. Realistas de Madrid
Amalia Avia. Filatelia Finarte, 1989. Colección privada

Cierra la exhibición de los Realistas de Madrid una de las obras más recientes de Antonio, que nunca se había mostrado en España y que llamará vuestra atención por su visión de gran angular: se trata de Ventana de noche (2013-2015).

Si queréis profundizar en lo que el realismo significa para estos autores, Solana nos recomienda la lectura de un libro que quizá formara parte de vuestras lecturas de instituto pero que merece una relectura: El Jarama, de Sánchez Ferlosio. Isabel Quintanilla y Antonio Lopez hablan de él con devoción: su descripción sobria de una excursión juvenil en domingo de verano (podíamos haber sido nosotros, dice Isabel) es un ejemplo literario clave del realismo de vanguardia.

 

 

 

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