El Museo del Prado se suma a la Celebración Picasso 1973-2023, que recuerda al pintor cuando se cumplen 50 años de su fallecimiento, y presenta una exposición en la que el artista dialoga con el Greco, quien fuera una de las influencias más decisivas en su trayectoria artística.
“Picasso, el Greco y el cubismo analítico”, que se puede visitar hasta el 17 de septiembre en la sala 9B del edificio Villanueva, vuelve a traer a la pinacoteca la obra del malagueño, que ya se pudo ver aquí en “Picasso tradición y vanguardia”, organizada junto al Reina Sofía en 2006, y de nuevo en 2015, cuando se mostraron los Picassos del Kunstmuseum de Basilea mientras el centro suizo llevaba a cabo una profunda remodelación de sus instalaciones. Pero más allá de puntuales muestras temporales, la figura de Picasso está íntimamente conectada con el Museo del Prado, con el que tuvo una relación muy directa desde los inicios de su formación como pintor. Fue copista del Museo, al que se sabe que acudía de visita desde temprana edad; se convirtió en su director honorario durante la Guerra Civil y su Guernica ingresó en 1981 en el Casón del Buen Retiro, antes de ir al Museo Reina Sofía en 1992. Aunque para Miguel Falomir, actual director del Prado, fueron las afinidades estéticas, más allá de circunstancias vitales, las que más vincularon a Picasso con el centro.
La exposición que ahora nos ocupa cuenta con el comisariado de Carmen Giménez, profunda conocedora de la obra de Picasso y comisaria destacada de esta Celebración Picasso 1973-2023. Durante la presentación de la muestra, no ha querido dejar de recordar al fallecido Francisco Calvo Serraller, con quien desarrolló varios proyectos consagrados a la figura de Picasso, y a cuya memoria dedica esta exposición.
El carácter intemporal del arte, que oscila permanentemente entre el pasado y el presente, tiene un claro ejemplo en la relación que esta exposición intenta reflejar. Cuatrocientos años separan las vidas de sus protagonistas y, sin embargo, la confluencia de su pintura pone de manifiesto cómo Picasso, el artista más vanguardista del siglo XX, formado bajo las más estrictas reglas de la tradición académica, siempre mantuvo un intercambio con la historia.
Por la documentación conservada, sabemos que el Greco ejerció una influencia decisiva en la obra de Picasso, especialmente en la llamada Época Azul. Son muchas las referencias que este hizo al respecto, e incluso han quedado reflejadas anécdotas como la del malestar que causaba en su padre el gusto que el joven Pablo tenía por la pintura del maestro cretense: “¡Vais por mal camino!”, les decía, según lo que recordaba el pintor Francisco Bernareggi, compañero de Picasso en sus visitas al Prado.
“Había visto ya algunos de sus cuadros, que me habían asombrado. Decidí hacer un viaje a Toledo y me produjo una profunda impresión. Si mis figuras de la Época Azul se estiran, probablemente es por su influencia” Pablo Picasso
La tesis que ahora lanza Carmen Giménez en esta exposición es que esa influencia no se habría limitado a las décadas iniciales de la carrera de Picasso, sino que habría sido mucho más profunda y duradera, continuando hasta el periodo del cubismo analítico, quizá la mayor aportación de Picasso al arte moderno, al que corresponden las obras recogidas en esta sala del Museo. Esta posición por parte de la comisaria tampoco es nueva, ya la desarrolló en 2022 en la doble exposición “Picasso-El Greco” y “Picasso visita al Greco” que se celebró en las sedes del Kunstmuseum Basel y del Museo del Greco, de la que ya tuvimos ocasión de hablar en su día. En aquellas se analizaba un poco más la línea de confluencias que se pueden adivinar en la trayectoria de Picasso, desde sus primeros años hasta sus últimas pinturas.
Señala Giménez en el catálogo de “Picasso, el Greco y el cubismo analítico” que cuando el artista contaba con 17 años ya intuía en la pintura del Greco “el germen de aquello de lo que precisamente habría de liberar a la pintura moderna del dogma académico”. Y para incidir en esa posible relación de la obra del manierista en la del cubista, ha reunido Giménez en el Prado obras del Greco y de Picasso, que colocadas formando cuatro parejas dejarán intuir también al público esas referencias, especialmente en lo que tiene que ver con el aplanamiento de la perspectiva, el formato vertical y la paleta de color.
La exposición, pequeña en dimensión, es visualmente muy poderosa al confrontar de esta manera la obra de los dos pintores. Más allá de poder llegar a percibir o no la relación entre ambos, algo que es aún objeto de revisión, quienes visiten la sala 9B del edificio Villanueva disfrutarán de esta exquisita selección de trabajos de dos autores universales y únicos, que en el caso de Picasso corresponden a la época más cotizada del artista y en el caso del Greco a su etapa más tardía.
De Picasso se incluyen Tocador de mandolina (1911. Fondation Beyeler, Riehen/Basilea), Acordeonista (1911. Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York), Hombre con clarinete (1911-1912. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid) y El aficionado (1912. Kunstmuseum Basel, Basilea). Por su parte, las obras escogidas del Greco corresponden a su serie de Apóstoles y proceden del Museo del Greco en Toledo. Son las representaciones de San Simón, San Bartolomé, San Juan Evangelista y San Pablo.
La exposición incluye también cuatro pinturas del Greco de la colección del Museo del Prado: La Resurrección de Cristo (1597-1600), Pentecostés (hacia 1600), Bautismo de Cristo (1597-1600) y La Crucifixión (1597-1600). Igualmente, se exhiben algunos documentos testimoniales de la relación que Picasso mantuvo con el Prado, como son el libro de copistas del Museo correspondiente a los años 1896 y 1897, la notificación del nombramiento de este autor como director, en septiembre de 1936 o uno en el que se indica la asignación de su sueldo en ese cargo, todos ellos procedentes del Archivo del Museo Nacional del Prado.
La muestra, que permanecerá abierta todo el verano, coincide con otras cinco exposiciones temporales que se pueden visitar actualmente en el Museo del Prado: “Guido Reni”, “Herrera ‘el Mozo’ y el Barroco total”, “Emilio Sánchez Perrier (1855-1907). Dibujos”, “Retratos de Sorolla” y “Obras maestras españolas de la Frick Collection”.
Picasso será también el protagonista del Curso de Verano que organiza la Fundación Amigos del Museo del Prado entre los días 4 y 6 de julio, y que lleva por título Picasso y los géneros de la pintura.
“Picasso, el Greco y el cubismo analítico”
MUSEO NACIONAL DEL PRADO
Paseo del Prado, s/n
Madrid
Del 12 de junio al 17 de septiembre de 2023
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