Pérez Villalta, en la belleza y la extravagancia

La Sala Parés exhibe sus obras de la últimas década

Barcelona,

Veinte años después de su última exposición individual en Barcelona, Guillermo Pérez Villalta ha regresado a la capital catalana para presentar, en la Sala Parés, un compendio de trabajos realizados en la última década en los que, en la estela de sus últimas exhibiciones madrileñas (en Alcalá 31 y en la Galería Fernández-Braso), se incide en su lectura de lo clásico y en la presencia de la arquitectura en su producción.

Explica el artista en el catálogo de esta muestra, titulada justamente “Estos últimos años”, que últimamente ha tendido a pensar y trabajar de manera diferente, aunque no tenga esto nada de particular dado que su actividad siempre ha estado marcada por el cambio. En realidad, la atención a la belleza y lo placentero llegó a él mucho antes que su vocación artística como tal: fue amante de lo hermoso hasta descubrir que, con sus propias manos, podía convocarlo, representarlo, y la arquitectura sería su primer terreno de experimentación antes de adentrarse en la pintura o el dibujo.

Sobre el lienzo encontró un camino para preservar la individualidad del creador frente a técnicas o profesiones que requieren de la mano ajena, pero sobre todo, en sus palabras, el logro de una conexión ojo-mente que, cuando se posee un mínimo de sensibilidad, puede colmarnos de pensamiento y de disfrute estético.

Guillermo Pérez Villalta. Los lugares del sueño, 2018
Guillermo Pérez Villalta. Los lugares del sueño, 2018
Guillermo Pérez Villalta. Las hornacinas, 2016
Guillermo Pérez Villalta. Las hornacinas, 2016

Contemplaremos en la Sala Parés grupos de composiciones no homogéneas; a uno de ellos incluso lo llamó Paisajes Encontrados, porque aunque sus procesos suelen ser extensos y meditados, en ese caso dejó más espacio a la libertad y el azar, proponiéndose hallar motivos entre las manchas durante horas de contemplación, dejándose sorprender. Otra de sus series ahora expuestas recrea escenas que brotaron en su cerebro como algo bello, recogiendo referencias muy diversas: del rococó a la pintura metafísica, pasando por el musical cinematográfico.

En el recorrido, que ocupa varios espacios de la galería, cobran asimismo importancia las acuarelas, técnica que el gaditano aprecia desde hace muchos años por sus posibilidades en las representaciones arquitectónicas, cuando se consiguen buenos claroscuros. Además, entender en profundidad este recurso le condujo a desenvolverse en las fundamentales transparencias, que permiten que la luz entre en las imágenes y rebote de nuevo hacia nosotros, y en el manejo de los pigmentos puros aglutinados con un medio transparente y sin brillo; con ellos ha llevado a cabo, además de paisajes imaginarios, representaciones de fuentes ornamentales con un punto extravagante, folies y chinoiseries, arquitecturas y diseños muy personales de jarrones y porcelanas. De nuevo, en su creación ha sido necesaria la lentitud, porque, como él dice, hay que controlar la humedad precisa mientras se piensa en el siguiente gesto del pincel.

Guillermo Pérez Villalta. Sin título, 2016
Guillermo Pérez Villalta. Sin título, 2016

En su diversidad, la mayor parte de las obras que componen “Estos últimos años” tienen algo en común: haber surgido antes en la cabeza del artista que en la tela o papel, sea como tema o construcción formal, como aspecto simbólico o narrativo. Sus ideas las plasmaría después en cuadernos de apuntes, a modo de bocetos rápidos y, tras reflexionar un tiempo sobre ellas, decidiría si materializarlas o no. Cuando la respuesta era, en principio, afirmativa, hacía otro boceto con las proporciones correctas en el que planteaba un análisis más completo de la obra futura antes de su elaboración definitiva, si esta llegaba a producirse.

Guillermo Pérez Villalta. Heracles en Tánger, 2014
Guillermo Pérez Villalta. Heracles en Tánger, 2014
Guillermo Pérez Villalta. Magnificat, 2020
Guillermo Pérez Villalta. Magnificat, 2020

Siempre ha sido figurativo Pérez Villalta, pero está lejos de acercarse al realismo: Siempre he sido un pintor de lo imaginario. Nunca se me ha ocurrido copiar la realidad, esta ya existe y no veo la necesidad de repetirla, así que a lo que aspiro es a hacer vivible para otros cuanto aparece en mi pensamiento e imaginación. Si, por ejemplo, quiero pintar un paisaje que aprecio, lo imagino, y dicha imagen mental es, precisamente, mi “natural”, el motivo sobre el cual trabajo.

Tampoco recurre a temas concretos, y si los que tiene en mente llegan a parecerle obvios, incorpora simbolismos que los complejicen para hacer pensar al espectador, para permitir interpretaciones más enriquecedoras, la meditación. El eje de las suyas, de sus últimas meditaciones, ha sido como avanzábamos la clasicidad: No es el clasicismo, se trata de otra cosa. Podría intentar definirla como una forma de belleza que permanece a lo largo de los tiempos; cierta imagen que perdura en el pensamiento común logrando que apreciemos como bello una “costumbre o inercia estética”. Todo esto quizá suena a un deseo muy occidentalizado, pero forma parte del legado que ha ido dejando en nosotros lo que llamamos cultura, y que de algún modo nos ha conformado. Puede encarnarse en formas-conceptos concretos como el dintel o el arco; cierto amor por la relación entre lo vertical y lo horizontal; la permanencia, equilibrio y perfección del círculo; las composiciones en friso o la geometría ordenada…

En su caso, esa clasicidad guarda, además, relación con el Mediterráneo en lo que nuestro mar tiene de forma de vida, de mito y de socialización; de belleza-placer.

Guillermo Pérez Villalta. Las ideologías, 2016
Guillermo Pérez Villalta. Las ideologías, 2016

 

 

Guillermo Pérez Villalta. “Estos últimos años”

SALA PARÉS

c/ Petritxol, 5

Barcelona

Del 10 de septiembre al 29 de octubre de 2022

 

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