Paul Strand
C/ BÁRBARA DE BRAGANZA, 13
MADRID
DEL 3 DE JUNIO AL 23 DE AGOSTO DE 2015
Dice Peter Barberie, Conservador de Fotografía del Philadelphia Museum of Art y comisario de la retrospectiva dedicada a Paul Strand que el miércoles se abre en la sala de la Fundación MAPFRE en Bárbara de Braganza, que pese a que este fotógrafo estadounidense, como Stieglitz, maldecía a George Eastman por haber inventado la cámara Kodak y con ello haber dado pie a la comercialización de la fotografía, terminó reconociendo que las instantáneas familiares, domingueras e incontables eran el alma de este medio; pero, a diferencia de Stieglitz, el neoyorquino quiso practicar “arte serio” a partir de los asuntos cotidianos de los demás, posibilitar al público presente y futuro, no a través de hechos y personajes épicos, sino de la intrahistoria y las vidas personales de las clases desfavorecidas.
De su lado, pese a los problemas que esto le causó (y que explican su traslado a Europa), se puso siempre Strand, uno de los fotógrafos más significativos del siglo pasado, del que el Philadelphia Museum of Art adquirió en 2010 trescientas obras y la Fundación MAPFRE, un año después, otro centenar (en su mayoría vintages), convirtiéndose en la institución europea con fondos más amplios de este artista.
En la Sala Bárbara de Braganza podremos ver doscientas fotos en platino de Strand, extremadamente raras, porque sólo realizaba una de cada negativo. La mayoría llegan de Philadelphia, y se completan con la proyección de la primera película que realizó como prolongación de su actividad con la cámara: Manhatta, la primera cinta vanguardista en Norteamérica, datada en 1921. Plasma el dinamismo y los contrastes de la ciudad de Nueva York y la llevó a cabo colaborando con el también fotógrafo, y además pintor, Charles Sheeler. Tras sus incursiones en el cine, Strand volvió a la fotografía en los cuarenta, pero manteniendo aspectos de la realización fílmica como su gusto por la amplitud y la narratividad.
Quiso practicar “arte serio” a partir de los asuntos cotidianos de los demás
Fechadas a lo largo de su extensa carrera, desarrollada entre la década de 1910 y la de 1960, las imágenes se estructuran en tres apartados: el primero, relacionado con los esfuerzos de Strand por consolidar la fotografía como forma de arte independiente, y la segunda y la tercera con los retratos de lugares y personas que muy a menudo quedaron volcados en libros impresos, acompañándose de textos. El de Nueva York publicó siete libros de fotografía y realizó imágenes para otros dos que no llegaron a publicarse. En Madrid podemos ver imágenes de los siete, pero se incide en tres, digitalizados en la muestra y datados en tres décadas diferentes: los compuestos por fotografías realizadas en Nueva Inglaterra (años cuarenta), Italia (años cincuenta) y Ghana (años sesenta), destacando además una carpeta completa de su proyecto mexicano de 1933 que se publicaría en 1940. En este caso se trata en su mayor parte de fotograbados acompañados de imágenes en platino y gelatina de plata, retratos de sujetos o colectivos anónimos donde dio prueba de su empatía o de iconos religiosos.
Según Jiménez Burillo, pasarán muchos años hasta que pueda hacerse una exposición que complemente ésta
El nexo en común de todas ellas es su motivación social, el reflejo del compromiso político de Strand, una influencia, probablemente, de su maestro Lewis Hine, con quien se formó entre 1907 y 1909 en la Ethical Culture School y a quien MAPFRE ya dedicó una monográfica en 2012. Más tarde entabló amistad con Stieglitz, otro pionero de la fotografía en Estados Unidos. De ambos tomó Strand referencias a la hora de examinar, antes de los veinte, en profundidad, las posibilidades de la cámara, los mecanismos por los que un aparato de ese tamaño puede captar los detalles infinitesimales de piezas mecánicas. No perdáis de vista los primeros planos de su esposa.
En adelante, desde los treinta, se volcaría en la realización de retratos íntimos y detallados, que a veces desarman por su candidez y por la dignidad de los representados, y de imágenes de formas naturales o mecánicas de múltiples matices. De esta etapa de Strand destacan, sobre todo, sus proyectos centrados en comunidades concretas de Estados Unidos, Canadá y México, Nueva Inglaterra, Francia, Italia, las islas Hébridas, Marruecos, Egipto, Rumanía o Ghana. Cuidó muy a fondo las localizaciones y estudió previamente la historia cultural de cada lugar buscando dar lugar a obras de arte en torno a comunidades determinadas; un caso muy significativo es el de la Luzzara recién salida de la guerra y del fascismo.
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