En 2011, dos años antes de morir, Oriol Maspons depositó su archivo fotográfico en el Museu Nacional d’Art de Catalunya: cerca de 7.000 fotografías en papel, negativos y otros materiales fotográficos. Tiempo después, el MNAC pudo adquirir, gracias al apoyo de la Fundación Nando y Elsa Peretti, dos centenares de imágenes de ese archivo representativas de las etapas de la carrera del barcelonés, iniciando así las tareas de documentación y digitalización del mismo y, más recientemente, se han finalizado las labores de escaneado y limpieza del conjunto, tratándose dos millares de las imágenes y gestándose un inventario que ha permitido sacar a la luz no pocas obras inéditas: entre ellas, algunas realizadas en París, Londres e Ibiza en los cincuenta y otras tomadas en reportajes en Cuba, Nicaragua o Sudáfrica, que no llegaron a publicarse.
Para el MNAC era el momento, por tanto, de brindar al público algunos de los frutos de sus investigaciones sobre Maspons: lo hace a través de una retrospectiva, la primera que se le dedica, que puede visitarse hasta enero de 2020 y que cuenta con más de quinientas fotografías fruto de sus incursiones en los ámbitos de la moda, la publicidad, el retrato o el reportaje durante cerca de cuatro décadas. La antología, comisariada por Cristina Zelich, subraya su contribución a la renovación del lenguaje fotográfico en nuestro país durante los sesenta y cuenta con algunas de esas obras inéditas para el público o apenas conocidas que el MNAC ha hallado durante el inventario de su archivo. Además, se contextualiza su producción a través de amplio material documental (libros, revistas, carátulas de discos, etc.), de modo que el público pueda conocer el destino final de su trabajo, y también se presta atención a la recepción que este tuvo por parte de la crítica de su tiempo.
Amateur antes que profesional y contrario a la concepción de la fotografía como objeto de contemplación puramente estética en las salas de exposiciones, Maspons defendió la utilidad del medio como vía de conocimiento, de memoria; también de cara a la ilustración y la publicidad. Aunque ingresó en la Agrupación Fotográfica de Cataluña tempranamente, en 1952, no tardó en oponerse a los postulados que defendía y también a sus modos de funcionar, lo que le valió el rechazo a sus innovaciones por parte de este colectivo. Y tampoco tardó, buscando una mayor apertura de miras, en trasladarse a París: allí conoció a figuras como Brassaï, Cartier – Bresson y Doisneau y llegó a entrevistarlos para la publicación Arte Fotográfico, dándolos a conocer entre los fotógrafos españoles y los amantes de la cámara en nuestro país. Participó, asimismo, en los inicios de AFAL, la Agrupación Fotográfica Almeriense, a cuyos miembros dedicó el Museo Reina Sofía hace unos meses una completa exposición, y a su regreso a Barcelona, ya en 1957, optó por profesionalizarse, formando una sociedad junto a Julio Ubiña.
En la capital catalana se integró, junto a jóvenes intelectuales y artistas opuestos al franquismo, en la llamada gauche divine, y muchos de ellos pasarían también por delante de su objetivo en la misma época en que el artista abría su obra hacia terrenos muy diversos: desde el retrato y la moda a la publicidad o el reportaje, como decíamos; colaboró para revistas como La Gaceta Ilustrada, Destino, Cuadernos de arquitectura, Triunfo, Interviú, L’Oeil, Paris-Match, Bocaccio, Expression o Elle.
Además, gracias a su amistad con la editora Esther Tusquets, Maspons se sumó a los inicios de la colección Palabra e Imagen de Lumen, en la que se manejaban en pie de igualdad imágenes y palabras. Él puso fotografía a La caza de la perdiz roja de Delibes, Toreo de salón de Cela o Poeta en Nueva York de Lorca, junto a su compañero Ubiña. También ilustraría la Arquitectura gótica catalana de Alexandre Cirici.
Su visión de una fotografía útil, autónoma respecto a la estética si se desea, y desde luego respecto a un pictorialismo aún muy vigente en sus comienzos, influiría profundamente en Colita, Joana Biarnés, Leopoldo Pomés, Pérez Siquier o Masats. Él se refirió a aquellas corrientes como salonismo, para oponerse a la imagen donde no mediaba ni curiosidad ni provocación ni finalidad concreta. Más allá de sus retratos callejeros de los hippies de Ibiza o de sus amistades barcelonesas, se distinguió por adaptarse perfectamente a cada encargo, dando a sus trabajos publicitarios el mismo valor que al resto, de ahí que esta exposición cubra y aborde por igual todas sus facetas.
“Oriol Maspons, la fotografía últil / 1949 – 1995”
MUSEU NACIONAL D’ART DE CATALUNYA. MNAC
Palau Nacional, Parc de Montjüic
Barcelona
Del 5 de julio de 2019 al 12 de enero de 2020
OTRAS NOTICIAS EN MASDEARTE: