Un juego: Max Jacob regresa a Céret

Un centenar de sus obras se exhiben en la localidad francesa

Céret,

Nacido en la ciudad bretona de Quimper en 1876, Max Jacob abandonó pronto sus estudios de derecho para establecerse en París, apenas superada su veintena, y convertirse en una de las figuras fundamentales de su vanguardia, tanto en el campo de la pintura como en el de la poesía. Mientras se formaba en la Académie Julian ejerció como crítico de arte y, en 1901, conoció a Picasso en el que sería para él un encuentro decisivo: el español le animaría a dedicarse definitivamente a las letras. Mantuvo igualmente proximidad, artística y literaria, con figuras como Georges Braque, Juan Gris, Amedeo Modigliani, Marie Laurencin, Jean Metzinger, Guillaume Apollinaire, Jean Cocteau y André Salmon y en 1913 se sumergiría en el cubismo, junto al propio Picasso y Eva Gouel, durante una estancia en Céret en la que su producción, tanto escrita como plástica, ganó atrevimiento.

Dos años antes, en 1911, el malagueño había ilustrado su texto Saint Matorel, que por esa razón y por su estructura narrativa, fragmentada y muy original, se considera el primer libro de artista cubista; colaboraría asimismo con Derain y Gris y, en los años diez y veinte, trabajó además en volúmenes de poemas a medio camino entre la espiritualidad y el humor, como Le Cornet à dés, seguramente su trabajo más conocido, o Le Laboratoire central.

Cubismo al margen, su legado tampoco puede comprenderse sin prestar atención a su interés por la religión, la astrología y el teatro, una disparidad de inquietudes que lo convirtió en un personaje extravagante, erudito y muy esperado en las veladas parisinas. Aquel fulgor decayó paulatinamente y sus últimos años los pasó en el pueblo de Saint-Benoît-sur-Loire, donde llevó una vida casi monacal hasta su detención por la Gestapo debido a su origen judío, pocos meses antes de la liberación de París, y su muerte en el campo de concentración de Drancy, cuando estaba prevista su deportación a Auschwitz.

Las paradojas y la fantasía indisociables de su obra se exploran, hasta el próximo diciembre, en una muestra en el Musée d´Art Moderne de Céret, “Max Jacob, el cubismo poético”, que ha sido comisariada por Jean-Roch Dumont Saint Priest y Gwendoline Corthier-Hardoin y que también recalca el constante diálogo en su producción entre lo grave y lo ligero y las relaciones que estableció entre literatura y pintura a partir de los postulados cubistas: El cubismo en pintura es el arte de trabajar el cuadro por sí mismo, fuera de lo que representa (…) procediendo solo por alusión a la vida real. El cubismo literario hace lo mismo en la literatura, utiliza solo la realidad como un medio y no como un fin, dijo en 1917.

Son 120 los trabajos reunidos, en su mayoría de Jacob y muchos inéditos, pero también pertenecientes a coetáneos como Picasso, Gris, Jean Metzinger, Marie Laurencin, Jean Cocteau, Marie Vassilieff, Modigliani, Alice Halicka, Serge Férat o la baronesa d’Oettingen.

Max Jacob. Paysage de Céret, 1910. cm, Museo de Arte Moderno de Céret
Max Jacob. Paysage de Céret, 1910. Museo de Arte Moderno de Céret

Aunque, como dijimos, conocer al autor de El Guernica, en la galería de Ambroise Vollard, supuso para él un deslumbramiento, su primer objeto de estudio, mientras ejercía como crítico para el periódico Le Sourire de Alphonse Allais, fue James Ensor. Su acercamiento al malagueño, cuando este aún era en París casi desconocido, sería el inicio de una larga amistad: lo retrató en la Place Pigalle o en la Rue Ravignan, y el de Quimper también se hace presente en una de las piezas picassianas que forman parte de esta exhibición del museo de Céret, Nature morte au pichet sur le fond de chapeau de Max Jacob, llegada de París. Ambos se apoyaron mucho: Jacob lo acogió en su apartamento de la rue Voltaire y fue intermediario en la venta de algunas de sus obras, Picasso animó a su amigo a escribir y le presentó a sus amistades.

Muy interesado por la Cábala, sobre la que investigó en la Biblioteca Nacional de Francia, Jacob exploró igualmente prácticas ligadas al esoterismo, la quiromancia, la numerología o la astrología, haciendo a sus cercanos partícipes de sus hallazgos: podremos ver en la exposición estudios quirománticos dibujados por Pablo Picasso, que representan las líneas de su mano rodeadas de interpretaciones del francés, junto a un conjunto de piezas astrológicas de este último titulado Astrología que consta de documentos inéditos como horóscopos, interpretaciones, tablas numerológicas y dibujos.

Una de las complejidades de la personalidad de Jacob radica en su conjunción de esos estudios con el catolicismo, religión a la que se convirtió en 1915 tras experimentar la visión de Cristo en un cine. Picasso fue su padrino de bautizo y en adelante realizaría escenas como La visitación o La adoración de los magos, cedidas para la ocasión por el Museo de Bellas Artes de Quimper.

Max Jacob. Nature morte Mozart, 1912. Colección particular
Max Jacob. Nature morte Mozart, 1912. Colección particular

Testigo de primera mano de los inicios del cubismo y de la creación de Las señoritas de Avignon, formó parte en un inicio del cuadro como marinero, aunque su rostro desapareció después de la imagen, y él mismo experimentó con este estilo en dibujos que tituló con ironía Je m’essayais au cubisme, y a los que dio continuidad en Céret. A su estancia allí se dedica un capítulo de la muestra, recordando las elogiosas palabras que el creador brindó a esta localidad próxima a Perpignan: Parece que las montañas huelen a tomillo, rocío, lavanda y romero. Esos paisajes los plasmó en numerosos gouaches, algunos más próximos al realismo y otros al cubismo, transformando en estos últimos las arquitecturas en formas geométricas y los caminos en líneas angulosas. El mismo año se alojaron allí otros autores igualmente presentes en este proyecto, como Manolo, Moïse Kisling, Juan Gris o Auguste Herbin.

Otra sección atiende al peso en su producción del teatro, el ballet y la ópera; sabemos que se relacionó con Erik Satie y Francis Poulenc, que pusieron música a sus poemas, y que colaboró con Henri Sauguet, Nicolas Nabokov y Vittorio Rieti, pero también con Guillaume Apollinaire y Serge Férat en el proyecto Mamelles de Tirésias, del que dirigió los coros. Retrató a Picasso como acróbata y dejó que este hiciera lo mismo en la escultura Le Fou; ambos tuvieron en común su atención muy frecuente a payasos, bailarines y trapecistas.

Pablo Picasso. Le Fou, 1905. Colección Fondation Pierre Gianadda, Martigny, Suiza © Succession Picasso 2024
Pablo Picasso. Le Fou, 1905. Colección Fondation Pierre Gianadda, Martigny, Suiza © Succession Picasso 2024
Max Jacob. Medrano : Acrobate et danseur, 1909. Musée des Beaux- Arts de Quimper
Max Jacob. Medrano: Acrobate et danseur, 1909. Musée des Beaux- Arts de Quimper

 

 

“Max Jacob, el cubismo poético”

MUSÉE D´ART MODERNE DE CÉRET

8, Bd Maréchal Joffre

Céret

Del 29 de junio al 1 de diciembre de 2024

 

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