Lucía Vallejo, desmaterialización y tres dimensiones

Presenta en el Lázaro Galdiano un proyecto escultórico inspirado en el arte clásico

Madrid,

Quizá algunos recordéis su “Memento Mori” en Tabacalera: hace dos años, Lucía Vallejo Garay presentó en su sala La Fragua una instalación en la que convirtió la arquitectura de ese espacio, de atmósfera industrial, en un escenario arcaico que olía a antropología… y a muerte.

Once momias femeninas levitaban muy cerca del suelo y en su ascenso al otro mundo dejaban a un lado los rastros de su vida terrena, incluyendo sudarios de oro que nos recordaban lo efímero de nuestras posesiones. Ya en aquel proyecto planteaba la artista bilbaína su interés por la noción de tiempo circular, por una eternidad de la que forman parte un pasado y un futuro que acaban por encontrarse y también por la poética de lo sublime enraizada en la historia y la religión y por la natural (aunque característicamente romántica) aspiración al infinito, al entendimiento de lo sobrenatural y de lo oculto.

Estirando los términos, podríamos decir que las figuras yacentes recreadas por Vallejo en Tabacalera componían una suerte de relicario ubicado dentro de “otro”: el espacio de los museos, habitualmente plenos de tesoros y ajuares funerarios. El resultado suspendía aquella exposición fuera del tiempo, donde confluyen lo vivo y lo muerto y lo orgánico y lo inorgánico, aunque la artista siempre ha tenido cuidado de no aproximarse a lo físico demasiado, en su sentido más carnal o putrefacto.

La propuesta que presenta hasta el 22 de septiembre en el Museo Lázaro Galdiano, “Eternidad. ¿Imágenes para siempre?”, comisariada por María de Fátima Lambert, remite en parte también a lo que debía suponer la experiencia primera en un gabinete de curiosidades o cámara de las maravillas, o a las vanitas holandesas que advertían que tantas de nuestras riquezas y preocupaciones se harán humo más pronto que tarde.

Nuestra vida no dura, pero sus huellas pueden hacerlo, por eso a Vallejo Garay le interesan los rastros y las ruinas, que prueban la existencia de algo previo solo recuperable mediante la evocación. Siempre ha investigado las cualidades emocionales de los materiales y en esta muestra vemos que también trabaja en las intersecciones entre pintura y escultura, entre las dos y las tres dimensiones, casi encarnadas en cuerpos que ocupan y crean espacio.

Evidentemente, sus obras nada tienen que ver con la corriente actual de la pintura expandida, sino con las formas que se han liberado de la superficie de las telas para adquirir independencia en el ámbito tridimensional, perder estatismo y adquirir ambigüedad plástica.

Lucía Vallejo. "Eternidad ¿Imágenes para siempre?". Museo Lázaro Galdiano
Lucía Vallejo. “Eternidad ¿Imágenes para siempre?”. Museo Lázaro Galdiano

Comenzó Vallejo rasgando las telas y después pasó a plegarlas y retorcerlas, prácticamente esculpiendo el vacío y tomando como referentes tanto la escultura griega como el tratamiento de ropajes y pliegues de Caravaggio, Van der Weyden, Jan van Eyck, Fra Angélico y, sobre todo, Zurbarán.

Esta vez su punto de partida lo ha encontrado en las colecciones del Lázaro Galdiano: ha tratado de generar a partir de ellas vivencias estéticas nuevas que llamen nuestra atención sobre lo invisible latente y sobre la posibilidad de trascender lo material.

Su proyecto se articula planta a planta: en la baja, sus trabajos aluden a la vida y las emociones humanas; en la primera remite a la dualidad entre infierno y cielo, a través de una instalación inspirada en el Hades de Dante tamizado por Gustave Doré, sobre la que se proyectan rostros de diversos retratos del museo y en la segunda sus obras dialogan con el arte más clásico de los fondos del Lázaro, integrando un todo, una respuesta única.

Lucía Vallejo. "Eternidad ¿Imágenes para siempre?". Museo Lázaro Galdiano

 

Lucía Vallejo. “Eternidad. ¿Imágenes para siempre?

MUSEO LÁZARO GALDIANO

c/ Serrano, 122 

Madrid

Del 27 de junio al 22 de septiembre de 2019

 

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