Los paisajes encontrados de José Manuel Ballester

Sus ejercicios de vaciado, en el Lázaro Galdiano

Madrid,
José Manuel Ballester. El jardín deshabitado, 2008
José Manuel Ballester. El jardín deshabitado, 2008

Hace nueve años, José Manuel Ballester inició la serie Espacios Ocultos: fotografías en las que despojaba de figuras, y de aquello que pudiera sugerir acción, a obras fundamentales de la Historia del Arte, desde El Bosco a Goya, destacando así los espacios que envolvían los temas principales y ofreciendo su particular lectura de los clásicos.

Desde entonces y hasta ahora, Ballester ha intervenido en un número cada vez mayor de piezas, elegidas muchas en función del peso en ellas de la arquitectura y los espacios interiores. El artista, que, como sabéis, trabajó primero como pintor antes de adentrarse en la fotografía de arquitecturas, pretende investigar en esta línea sobre la noción de apropiacionismo y también sobre en qué (altísima) medida nuestro contexto temporal y social condiciona la manera en que percibimos, apreciamos y nos relacionamos con la realidad en cada etapa histórica, también con el arte.

El proyecto que hasta el 11 de septiembre presenta en el Museo Lázaro Galdiano, comisariado por Elisa Hernando, lleva por título “Paisajes encontrados” y en él Ballester ha partido de seis pinturas de tres maestros representados en las colecciones del Lázaro Galdiano para realizar otras meticulosas intervenciones fotográficas en torno a ellas. Las obras en torno a las que ha trabajado son El Conjuro o Las Brujas, El aquelarre y La era o El Verano de Goya; Meditaciones de San Juan Bautista de El Bosco y La Visión de Tondal de su taller y San Francisco en éxtasis, Cristo agonizante con Toledo al fondo (esta última pintura cedida por la Fundación Banco Santander) y Lugar para la crucifixión de El Greco, que se realizó a partir de la anterior.

Asistimos a un recorrido por las vías en que en cada época se ha representado el espacio y la naturaleza, contemplando de manera muy clara cómo ha sido esta evolución gracias a la eliminación de las figuras

Además, coincidiendo con el quinto centenario de la muerte de El Bosco y con la gran antología que el Museo del Prado le brindará desde el día 30 de este mes, Ballester exhibe en el Lázaro Galdiano El jardín deshabitado, su ejercicio de vaciado de El jardín de las delicias, junto a una proyección en la que nos explica cómo interpreta su composición.

José Manuel Ballester. Lugar embrujado, 2015-2016
José Manuel Ballester. Lugar embrujado, 2015-2016

Como veis, Ballester ha seleccionado como punto de partida paisajes muy diferentes entre sí, incluso dentro de la producción de cada artista: desde el ordenado e idealizado de las Meditaciones al casi surrealista de La visión de Tondal en el caso de El Bosco hasta el paisaje manierista más expresionista de El Greco o los costumbristas (La Era o El Verano) o románticos (El Aquelarre, El conjuro) de Goya.

Asistimos así a un recorrido por las vías en que en cada época se ha representado el espacio y la naturaleza desde el Renacimiento hasta el s XIX, contemplando de manera muy clara cómo ha sido esta evolución en los fondos gracias a la eliminación de las figuras, cómo “cada ciclo histórico cuenta con unas corrientes que predominan sobre otras y marcan un criterio colectivo a la hora de apreciar el arte”, en palabras de Ballester.

Respetando las medidas originales de las obras originales, el artista las ha reproducido despojándolas sirviéndose de diversas técnicas, y en algún caso (Lugar para la crucifixión y Vanitas) imprimiendo el resultado sobre tela. En el proceso, se ha dejado sorprender por la minuciosidad con que los genios trabajaron, en sus palabras, la factura con la que Goya empasta sus obras me ha obligado a trabajar a la manera de Goya. El cielo del San Francisco en éxtasis de El Greco puede parecer plano, y, sin embargo, es un cielo complicadísimo, con muchas tonalidades y carga en el pincel.

Los nuevos escenarios de Ballester han contribuido a generar nuevas narrativas en torno a las piezas de las que os hemos hablado, y, dado el protagonismo de El Bosco este año, sus Meditaciones de San Juan Bautista han suscitado una especial atención: se exponen tres revisiones de la obra a cargo del fotógrafo; una que la reproduce tal cual, otra sin personajes ni seres vivos y, la última, recuperando la figura del donante, que sabemos que El Bosco pintó en inicio pero que, por alguna causa no conocida, después ocultó por completo. Ese donante se encontraba representado en el lugar donde hoy vemos la planta que simboliza la tentación.

Otro caso particular es la versión de la Visión de Tondal, que Ballester ha titulado Visión surrealista. En ella ha representado la escena posterior a la que el original muestra, la secuencia posterior derivada de la desaparición de los seres vivos. Las monedas que caían por la nariz de Tondallus están ya en el fondo de una gran cuba; el espejo que en el original sostiene una figura femenina ha caído al suelo y, al desaparecer otro de los personajes, la espalda y el yelmo que llevaban también han caído al suelo.

Para el creador madrileño, esta muestra es especial por ofrecerle, por primera vez, la posibilidad de confrontar y hacer dialogar su trabajo, de manera directa, con las obras maestras de las que ha partido.

José Manuel Ballester. Vanitas, 2015-2016
José Manuel Ballester. Vanitas, 2015-2016

 

José Manuel Ballester. Lugar para la meditación, 2015-2016
José Manuel Ballester. Lugar para la meditación, 2015-2016

 

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