El artista guipuzcoano Nicolás de Lekuona, que solo vivió 24 años hasta su muerte en la Guerra Civil, dejó un legado artístico en el que, necesariamente por su edad, todo fueron comienzos: empleó soportes y técnicas muy diversos en piezas que eran fruto tanto de la experimentación como de la introspección. A la influencia de las vanguardias que le fueron contemporáneas sumó un sello propio basado en emociones a veces livianas y, a veces, trágicas.
Hasta el próximo septiembre, el Centro José Guerrero de Granada le dedica la exhibición “El artista inacabado”, que recoge documentos que lo relacionan con otros autores de su generación, las lecturas de las que se nutría o la importancia de su viaje a Madrid y su encuentro con Gómez de la Serna; también una selección de trabajos que le ocuparon entre 1932 y 1937 y en los que convergen melancolía, humor y espontaneidad. Veremos paisajes plácidos, máscaras grotescas o escenas cómicas que, en mayor o menor grado, aluden al drama del paso del tiempo, así como retratos fotográficos de estética vinculada a la vanguardia soviética, collages y fotomontajes.
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