Nuestros habituales conocéis seguramente la producción fotográfica, que últimamente ha trascendido esa disciplina para acercarse a lo objetual y a la instalación, de Llorenç Ugas Dubreuil. Os hemos hablado aquí de sus invitaciones a explorar el medio urbano y nuestros vínculos con él por caminos distintos a lo acostumbrado, y también a reflexionar sobre las huellas humanas en el paisaje, en series dedicadas a costosas instalaciones deportivas de Sabadell que funcionaron a medio gas, a paisajes frágiles y modificados por proyectos urbanísticos malogrados, como el del Algarrobico o a espacios naturales que aún no hemos colonizado.
Ugas trabaja, en definitiva, caminando por paisajes de índole muy diversa y atendiendo a las transformaciones ejercidas por nuestra acción sobre ellos normalmente en busca de beneficios económicos y, también a menudo, desfigurando sus esencias, borrando su estado original y también modificando nuestra percepción de los mismos. Entiende que cambiar la morfología de un lugar, a la fuerza, genera distancias nuevas donde antes no las había y modifica el paso natural por algunas zonas.
Como decíamos, la fotografía es su primera y fundamental disciplina de trabajo, pero en los últimos años y como fruto de esos procesos creativos derivados del caminar y de la experiencia in situ, ha incorporado a sus exposiciones objetos. Avanzando por esos territorios en los que se originan sus proyectos, recopila el artista informaciones diversas desde la intuición, haciendo suyos los lugares, documentándolos y recogiendo de ellos fragmentos, materiales, que adquiriendo valor simbólico en sus exhibiciones, pero también desde un punto de vista literal, remiten a las problemáticas del paisaje y generan en sala otro nuevo, como decíamos incompleto pero pleno de alusiones políticas y estéticas complejas y poseedor de una dimensión emocional. Explica el artista que esos materiales que recoge, fuera de su entorno original, transforman la percepción del lugar en el que se muestran y generan distancias nuevas y distintas formas de estar en el espacio expositivo. Sin duda, obligan al espectador a moverse de una forma concreta dentro de la sala, igual que ocurre en el paisaje.
Un compendio de sus trabajos recientes, y algunos realizados específicamente para la ocasión, se ha reunido, hasta el 29 de noviembre, en la muestra “Tensions, impactes i fissures”, que el Museu d´ Art Modern de Tarragona dedica a Ugas tras obtener el Premio de escultura Julio Antonio de la Bienal de Arte tarraconense de 2019. En las series expuestas, en diálogo cruzado unas con otras, destaca, de un lado, la voluntad de experimentación fotográfica del autor, que interviene desde la subjetividad algunas de sus imágenes; de otro, la plasmación de la carga íntima de sus vivencias en la naturaleza o el paisaje urbano.
Se presenta en Tarragona la serie, en proceso desde 2014, Black Landscape, en forma de mural compuesto por imágenes dedicadas a estructuras y construcciones que han condicionado sin remedio espacios naturales; el tríptico Landschaft, formado por fotografías en las que aísla detalles del paisaje natural —una roca, un árbol, un montículo— para concederles un sentido simbólico que recuerda lo que deberían seguir siendo si la explotación humana no los hubiera fracturado, o algunas obras nuevas que hacen más patentes los nexos de Ugas con los paisajes en los que trabaja y las tensiones derivadas de la presencia humana en ellos. Es el caso de sus indagaciones en la montaña de Espui en la Vall Fosca, condicionada por el fracaso inmobiliario del complejo turístico abandonado Vall Fosca Mountain Resort, cercano a Aigüestortes; de los pinares afectados por la posible construcción de una autopista entre Blanes y Lloret de Mar y de otras zonas sometidas a intervenciones parecidas en Cataluña.
El carácter bucólico de los paisajes de Ugas es solo aparente; subyace en ellos la amenaza latente del abuso y él elige el camino de la vivencia para mostrárnosla. Entiende, además, que esas presiones a la naturaleza no tienen por qué ser, en sus formas más graves, inevitables: Me parece viable cambiar la forma que tenemos de actuar sobre el territorio para hacer su transformación más sostenible y todo lo que de ello se deriva más equilibrado. Me pregunto siempre si los proyectos que se despliegan sobre el paisaje responden a una lógica de necesidades territoriales, o bien a otro tipo de intereses de carácter más privado, o a una mezcla de los dos. No creo que se trate de parar el desarrollo, entiendo que se trata de hacer que este desarrollo sea sostenible y sobre todo respetuoso con nuestro entorno.
Llorenç Ugas Dubreuil. “Tensions, impactes i fissures”
MUSEU D´ ART MODERN DE TARRAGONA
c/ Santa Anna, 8
Tarragona
Del 9 de octubre al 29 de noviembre de 2020
