Llorenç Ugas, esto sí es lo que parece

La obra fotográfica de Llorenç Ugas Dubreuil nos desvela nuestro entorno cotidiano desde una óptica completamente distinta a la acostumbrada, se centra en la ciudad y explora las relaciones que las sociedades actuales establecen con el medio urbano.

Los propios vínculos que él mantiene con los espacios que lo rodean derivaron en la necesidad de cartografiar los límites de la ciudad y de investigar sus dudas sobre la memoria de la arquitectura y su dimensión física y emocional.

Ugas, especializado en fotografía estenopeica, cita a Eugène Atget, Fox Talbot, Stephen Shore, Candida Höfer o Andreas Gursky y los Becher como sus principales influencias, y la huella de estos maestros se advierte en que sus imágenes oscilan entre la documentación como representación exacta del lugar, alejada de manipulaciones, y la experimentación con la vertiente más emocional del espacio fotografiado.

En la Galería murciana T20, sala con la que ha participado en las últimas ediciones de ARCOmadrid y también en Baletina Art Fair y VoltaBasel, el artista presenta desde mañana el proyecto “Esto sí es lo que parece”, en el que de nuevo ha buscado que sus trabajos se conviertan en piezas generadoras de reflexiones, en espacios en los que los espectadores puedan observar con calma las derivas urbanas y preguntarse por lo cotidiano y por la evolución de las ciudades sin interferencias, quizá en silencio.

Ugas ha tomado como punto de partida sus fotos de unas instalaciones deportivas construidas en 2010 en Sabadell (localidad donde nació y vive), con un coste de doce millones de euros, para analizar las relaciones, en este caso de tensión y lejanía, que esta construcción ha generado con su entorno y establecer en este punto similitudes con los vínculos entre política y políticos y ciudadanía. Del mismo modo, hace alusión a la distancia no escrita, invisible pero creciente, que paulatinamente ha alejado a estas pistas cubiertas de la función para la que en un principio fueron diseñadas (a día de hoy acogen actividades menores y se cuestiona su necesidad real) y convierte el edificio que les sirve de sede en metáfora del alejamiento de ciertas autoridades políticas de la función para la que fueron elegidas y de los valores cívicos que en teoría representan.

Nos ayudan a comprender estos valores significativos de las imágenes los límites dados por Ugas a las mismas, sus encuadres, utilizados como una herramienta expresiva que establece adentros y afueras nada inocentes ni casuales y que nos obliga, como público, a “situarnos”, a tomar posición respecto al contexto (re)presentado, del que somos partícipes fuera y dentro de la sala de exposiciones.

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