La línea de los ojos según Francisco Ruiz de Infante

Aunque utilicemos el término específico de “timebased art” para referirnos al arte basado en el tiempo, si lo pensamos despacio llegaremos a la conclusión de que toda forma artística, móvil o inmóvil, efímera o permanente, hace referencia a él, sea en su concepción, su ejecución o su transmisión al espectador. Para Francisco Ruiz de Infante, el tiempo, perdido, recuperado o perseguido es eterno tema del arte y a él hace referencia constante en la muestra que desde el pasado 11 de septiembre presenta en la Galería madrileña Elba Benítez: “La Línea de los Ojos (The Death Line)”.

Relojes, calendarios e instrumentos de medida son los medios más recurrentemente utilizados por este artista para representar el paso de los segundos, pero Ruiz de Infante también ha querido convocar al tiempo mediante pulsaciones, chasquidos de dedos o sonidos rítmicos, luces palpitantes, sombras que se desvanecen y hojas de árboles de colores cambiantes, las que podemos ver en el patio de la Galería, integrado así dentro del proyecto de la exposición.

En la muestra de Elba Benítez, tiempo y espacio no se presentan orquestados, sino como elementos separados pero interdependientes

El artista de Vitoria, que exhibe sus trabajos por tercera vez en esta sala, es habitual realizador de instalaciones, de ahí que la noción de espacio sea también fundamental en su trabajo: aparentemente sus montajes resultan precarios, pero en una observación minuciosa podremos percibir que están cuidadosamente orquestados y que operan, en su escala, al modo de dibujos o diagramas tridimensionales que dan lugar a arquitecturas.

En la muestra de Elba Benítez, tiempo y espacio no se presentan orquestados, sino como elementos separados pero interdependientes. Así, en Amanecer múltiple se entrelazan luces, sombras, sonidos y elementos estructurales que se modifican en función del movimiento de quien los mira, y en Selva húmeda (Vanitas), imágenes filmadas en un único y complejo espacio pero en tiempos distintos se superponen para configurar un “paisaje temporal” conformado por capas de situaciones cotidianas pero inquietantes en las que dos figuras, una masculina y otra femenina, no llegan a coincidir.

Podemos considerar esta exposición en su conjunto como un puzzle de proyecciones que da lugar a una experiencia espacio-temporal desestabilizadora para el público, que dudará si está dentro o fuera de las obras, delante o detrás.