El año pasado se cumplieron setenta años del fallecimiento de Kurt Schwitters, el artista de Hannover que, inicialmente desde las filas líquidas del dadaísmo, desafío las categorizaciones artísticas al uso para servirse de una amplia gama de técnicas y géneros, que abarcaron la pintura, la escultura, el diseño gráfico o la tipografía, también la poesía y el sonido. Sin embargo, quizá la vertiente de su producción mejor conocida por el gran público sean sus Merz, collages que no dejaría de crear hasta su muerte y que bautizó así en relación con el término alemán Kommerz (comercio).
Precisamente a sus collages se dedica la muestra que este verano brinda al autor alemán la sala neoyorquina Nahmad Contemporary: hasta el 24 de agosto, podremos contemplar allí trabajos datados entre los veinte y los cuarenta, manifestaciones de la búsqueda de la belleza de Schwitters entre los objetos y materiales desechados por una sociedad rota tras la I Guerra Mundial, que, además de sembrar muertes, pondría patas arriba las convenciones burguesas.
Fue precisamente a partir de 1918 cuando el artista comenzó a reunir materiales descartados hallados en la calle y los basureros de Hannover para convertirlos en fuente creativa, desde recibos y tickets de autobús hasta etiquetas o sellos. En un intento por reconciliarse, personalmente y como creador, con el nuevo mundo nacido de la destrucción del orden anterior y también con los escombros de la Europa moderna, defendió una reevaluación completa de aquellos despojos, sirviéndose de ellos para desafiar los límites entre los objetos cotidianos y las Bellas Artes. Afirmaría: La Gran Guerra ha terminado, en cierto modo el mundo está en ruinas, así pues, recojo sus fragmentos, construyo una nueva realidad.
El principio fundamental de ese nuevo proceso de trabajo era, como el mismo Schwitters reconoció, la utilización de cualquier material sin discriminación ni jerarquías. Como decíamos, bautizó estas piezas como Merz en alusión a la segunda sílaba de la citada palabra kommerz, y aquel nombre apareció por primera vez en Merzbild, cortado y pegado de un anuncio publicitario de Kommerz-und Privatbank entre formas abstractas. Él mismo explicó por qué: Estaba buscando un término para designar este nuevo género, ya que no podía clasificar mis pinturas bajo etiquetas antiguas como el expresionismo, el cubismo, el futurismo, etc.
Los collages que podemos ver en Nahmad Contemporary, por tanto, se fechan desde aquellos tempranos veinte, cuando Schwitters inició sus Merz en Alemania, hasta su forzado exilio en Noruega en 1937 y su posterior traslado a Inglaterra en 1940; en este último país residiría y trabajaría el resto de su vida. Los fragmentos presentes en los primeros collages de la exposición remiten así a la sociedad alemana y a sus productos de consumo: aparece parte del anuncio de una marca de chocolate en Eine Kräftige Nahrung Für Meinen Freund Wilhelm Metzig (1928) o artefactos que remiten a la devastación de la Gran Guerra, incluida una receta de antisépticos, en Mz 291. Doktorchen (1921).
Más adelante, el exilio tendría un impacto claro en su producción a través de lenguaje, estética y materiales. En su etapa británica alumbraría Sin título (Estándar con madera) (1947) y Otoño (1942–1943), donde incorpora objetos naturales como madera, piedra o conchas marinas. Más evidente es el cambio en el idioma de anuncios y textos en No Charge for Delivery (1947) y Try Camel (1947), de composiciones más intuitivas y maduras frente a la geometría de su producción primera. Había logrado un dominio refinado de un medio que no quería ser elegante.
La producción de Schwitters en su conjunto está marcada por la yuxtaposición aguda de figuración y abstracción, la unión de técnicas tradicionales y objetos encontrados y la convergencia, como anunciábamos, de los detritos y las Bellas Artes. Muchos lo consideran antecedente del Pop Art por su abrazo a esos materiales banales y a la iconografía propia de lo cotidiano, enlazando su trabajo con la futura obra de Jasper Johns y Rauschenberg, pero también con las apropiaciones comerciales de Andy Warhol y los collages de Jean-Michel Basquiat.
Hay que recordar que el artista alemán se había formado como arquitecto en su ciudad natal antes de trasladarse a Dresde, donde pasó por su Kunstakademie con el objetivo de convertirse en pintor. Tras unos comienzos ligados al impresionismo y después al expresionismo, en 1918 expuso sus primeras obras de estilo cubofuturista en la galería Der Sturm berlinesa y un año más tarde construyó sus primeros collages y assemblages con esos materiales de desecho. Merz se convertiría en sinónimo del nuevo arte multidisciplinar que realizaría a partir de entonces, libre de las convenciones, y también en el nombre de sus poemas, su revista, su teatro y sus construcciones esculto-arquitectónicas (Merzbau).
Schwitters mantuvo estrechos vínculos con los dadaístas de Zurich y de Berlín, y en 1922, a través de Theo van Doesburg, conoció a los componentes del grupo De Stijl. La huella del arte geométrico de los holandeses y el fuerte impacto de la exposición de arte ruso contemporáneo que había visto en la galería Van Diemen de Berlín en el otoño anterior, le llevaron a acercarse a planteamientos constructivistas. En 1927 formó el colectivo Die Abstrakten Hannover junto a Friedrich Vordemberge-Gildewart, en 1930 participó en las actividades del grupo Cercle et Carré y dos años más tarde se unió a Abstraction-Création. En 1937, la presión ejercida por los nazis sobre él le forzó a huir de Alemania e instalarse en Noruega, país que tuvo que abandonar también tras la invasión alemana en 1940. Desde entonces vivió en Ambleside, y durante estos años combinó sus obras Merz con una vuelta a la figuración en paisajes y retratos, que le ayudaron a subsistir en estos países en los que Schwitters era un total desconocido.
“Kurt Schwitters: A Selection of Collages”
980 Madison Avenue, Tercera planta
Nueva York
Del 2 de julio al 24 de agosto de 2019
