Expresionismo

El término Expresionismo sirvió inicialmente para calificar el arte de los fauves y los cubistas expuesto en Berlín en 1911. Al año siguiente pasó a designar todas las manifestaciones de vanguardia europeas, y actualmente hablamos de Expresionismo para aludir a un arte empeñado en la renovación política y social de Alemania a principios del s XX. En ese primer tercio del siglo tienen lugar varias manifestaciones de pintura expresionistas: El Puente (Dresde, 1905), El Jinete Azul (Munich, 1912) y otro, de carácter más comprometido políticamente, en Berlín, después de la Gran Guerra (tercera generación impresionista).

El Expresionismo carece de un centro geográfico único: aunque los países germánicos sean su centro, encontramos manifestaciones expresionistas nórdicas, flamencas, francesas y españolas.

Cada grupo o artista trabaja con independencia de los demás, y ello explica su diversidad de tendencias, que van del exagerado colorido de la primera generación hasta las tendencias abstractas.

Se desarrolla en todas las artes (poesía, teatro, música, artes gráficas) y no hay en sus autores un compromiso político claro: hubo artistas socialdemócratas, comunistas, anarquistas y nazis. Pero todos ellos coincidieron en ensalzar la libertad individual, el irracionalismo y el pesimismo.

Prima la expresión de la subjetividad frente a la objetividad impresionista, optan por la aplicación violenta de la pasta cromática y por una temática de lo morboso, lo prohibido y lo fantástico.