González Sainz, Claude, Turguéniev y Dylan

La Galería Siboney muestra sus últimos óleos

Santander,

Las últimas pinturas de Emilio González Sainz llevan un relato y algún retrato detrás. Unen a una joven que comparte nombre con Claudio de Lorena, a un escritor ruso y a un cantante ganador del Nóbel de Literatura. En palabras del artista:

Claude es una bella joven con el mismo nombre que el pintor. Claude Gellée. Le Lorraine. El Lorenés que pintó el Sol. Claude, la joven, está tumbada ante unas ruinas. Un paisaje. No sabemos si duerme o solo ha cerrado los ojos unos segundos.

Pero Turguéniev es Turguéniev. Iván Serguéievich Turguéniev. El mismo. Y esta es la quinta vez que me visita. Aparece en mis cuadros tímidamente. Parece a punto de preguntar: “¿Se puede?”. Pero no lo hace. Se tumba junto al bosque y se adormece también. Vaya dos.

Turguéniev se va a enamorar de Claude. Fijo. Luego viene el cuadro de los amantes imposibles. Pobre Turguéniev. Un buenazo. No sabe contener su corazón.

Y ahora Bob Dylan. En el año 1965 compuso The Gates of Eden. Dice: The cowboy angel rides / El angel vaquero cabalga. With his candle lit into the sun / Con una vela encendida al sol.

Duerme Turguéniev, duerme. Y sueña con otros campos. Campos simétricos. Cerca del Sol. Campos llenos de caza que tú no vas a matar. Porque ahora estás en las Puertas del Cielo.

Emilio González Sainz. Ángela, 2021
Emilio González Sainz. Ángela, 2021

El pintor de Torrelavega, un habitual en la Galería Siboney de Santander, ha regresado a este espacio para exhibir esos trabajos recientes a los que, como él mismo explicaba, ha regresado Turguéniev, uno de los grandes de la literatura rusa que, junto a Chéjov y Tolstói, es presencia recurrente en sus acuarelas y óleos como lo fue en su formación.

En su primera juventud, ha explicado en más de una ocasión González Sainz, la lectura de Crimen y castigo de Dostoievski supuso para él un revulsivo: Me zambullí en las calles oscuras de los locos. En sus buhardillas y palacetes habitados por borrachos, visionarios y epilépticos. Descubrí a un narrador excesivo y desesperante del que ya no me separé. Después salí de San Petersburgo y empecé a vagar por el campo. Estepas y bosques infinitos de abedules. Allí pude respirar por fin.

Quizá por esa razón, porque entre abedules respiró de la intensidad de ese otro ruso, el protagonismo en su obra lo tienen los paisajes: recreaciones de la naturaleza entre poéticas y oníricas que nos invitan a mirar nuestro entorno cercano atentos al misterio. Trabaja en ellos a partir de la contemplación y del placer o la sensualidad que esta le inspira, antes que adentrándose en procesos creativos fríos y meticulosos; nos transmite soledad, calma o nostalgia y, en ocasiones, cierta exaltación de los ciclos vitales propios del medio ambiente.

Su gama cromática es, en buena medida, recurrente y armónica: esquiva las estridencias y evoca a menudo los tonos presentes en los atardeceres de las localidades marítimas del norte que el cántabro conoce bien. Y sus modelos continúan compartiendo rasgos: se trata de figuras estilizadas, delgadas y casi espirituales, que no rompen con la atmósfera íntima general de su obra; por trabajos como estos muchos consideran a este autor un romántico de hoy.

Emilio González Sainz. Cabo Claude, 2021
Emilio González Sainz. Cabo Claude, 2021
Emilio González Sainz. Campos simétricos. Rojo y negro, 2021
Emilio González Sainz. Campos simétricos. Rojo y negro, 2021
Emilio González Sainz. Claude, 2021
Emilio González Sainz. Claude, 2021

 

 

Emilio González Sainz. “Campos simétricos”

GALERÍA SIBONEY

c/ Santa Lucía, 49

Santander

Del 4 de junio al 11 de julio de 2021

 

 

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