Sybilla y la sencillez de la gran moda

13/11/2015

SybillaSu última línea en salir a la palestra ha sido la de joyería y se caracteriza por la pureza de sus líneas, su delicadeza y la apuesta por diseños sencillos, rasgos que son a su vez los del conjunto de las colecciones de ropa de nuestro último Premio Nacional de Moda.

Sybilla, que nació en 1963 en Nueva York, había abierto su primer taller de ropa a medida en Madrid cuando solo tenía veinte años y en aquel momento presentó al público su primera colección. Dos años después, en 1985, llegaría su primer desfile en el Salón Gaudí barcelonés y otros dos años más tarde (las fechas más importantes de su carrera han tenido esa cadencia), un contrato con la firma italiana Gibó permitió el lanzamiento internacional de sus diseños, la presentación de desfiles, además de en Milán, en Tokio, París y Nueva York y el lanzamiento internacional de su ropa de punto, sus zapatos, bolsos y lencería.

Asociamos su nombre a China y Japón porque desde 1992 ella decidió volcarse por completo en sus colecciones para el mercado de esos países; también puso en pie Jocomomola, su línea de complementos y ropa para público joven, hoy inactiva.

Tras un periodo de menor actividad por cuestiones familiares en el que, sin embargo, no dejó de lado bonitos proyectos puntuales como la creación de una mochila por encargo de Louis Vuitton o el del vestuario de los ballets de Blanca Li, Sybilla retomó en 1996 otro reto que, al parecer, tenía en mente desde sus inicios: Sybilla Casa, una línea de decoración para el hogar de la que forman parte objetos de plata, lámparas, alfombras, velas…

De nuevo tras dos años, en 1998, llegaron sus colecciones de vestidos de noche y trajes de novia; la primera, bautizada como Sybilla Noche, pudo presentarse en París en 2000 y desde Francia dio el salto al mercado internacional. Aquel año fue también el de la inauguración, aquí en Madrid, de la nueva sede de su firma y en 2001 estrenaron sección propia en su tienda en la capital la rama Sybilla Casa y la ropa a medida.

En 2002 una nueva alianza con otra empresa italiana, Pier, buscó difundir la firma mundialmente y en 2005 se separó de su firma Sybilla aunque continuó diseñando puntualmente para Japón. Dicen que había perdido el control de lo creado y la dificultad para dar primacía a sus criterios de valor del oficio y de la emoción que debe suscitar el proceso de creación de la moda frente al lado más frívolo de la industria pudo ser, al parecer, otra razón.

Sybilla. Otoño/invierno 2015-2016
Sybilla. Otoño/invierno 2015-2016

Comprometida con la moda sostenible, hace unos años puso en marcha la Fundación Fabrics for Freedom, con la que pretende sensibilizar a la industria textil sobre la necesidad del consumo de tejidos responsables. El lema de Fabrics for Freedom es Algún día toda la ropa que llevemos tendrá una bonita historia detrás… y, si en sus inicios se centraba en la asesoría a empresas, desde 2012 cuenta con una tienda online donde podemos adquirir tejidos ecológicos.

El Premio Nacional le llega en el año en que ha vuelto a presentar colección, además de un atelier en Madrid, y tras la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, la Aguja de Oro de Dafnis y el Premio Balenciaga. El Jurado ha valorado en Sybilla Sorondo-Myelzwynska “ser una de las diseñadoras más reconocidas en el panorama internacional, haber hecho de sus creaciones un referente para muchas generaciones, haber sabido renacer siendo fiel a sus principios creativos, y su compromiso con el medio que le rodea, que traslada a la organicidad de sus creaciones y a la sostenibilidad de sus tejidos. Sybilla es una artista en el sentido amplio del término que, al margen de tendencias y modas pasajeras, ha conseguido infundir a su obra una sensibilidad que ha situado su nombre en un lugar preeminente en el mundo de la moda”.

En esta década de parón (en la que sus diseños sí han participado en la muestra “Historia ideal de la moda contemporánea”, que acogió en 2010 el Palais Galliera) la que algunos consideran heredera natural de Balenciaga se ha involucrado más a fondo en proyectos relacionados con el medio ambiente, la agricultura o la educación y ha conseguido, por la vía legal, recuperar la firma a la que da nombre.

Sensuales y, a la vez, funcionales, sus prendas tienen algo de escultórico y rezuman amor a los detalles y a un color (negro, beige, rojo) utilizado, más que con elegancia, con exquisitez. Por eso son atemporales: los diseños que presentó la pasada primavera en una pop up store (efímera) en Madrid no suponen una fractura con su producción de los ochenta o los noventa. Conjugan sobriedad y maestría y son discretas como su artífice. Sybilla ha vuelto.

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