Este Día del Libro atípico no podremos celebrarlo en las librerías, pero sí leyendo. Hace unas semanas os propusimos una decena de opciones pensadas para la evasión, o la reflexión, en estas semanas difíciles (consultad aquí nuestro kit de supervivencia literaria), así que hoy hemos decidido ceder el testigo a artistas que han pasado por nuestra sección Fichados y que se han nutrido en su trabajo precisamente de libros, sea utilizándolos como soporte o materia prima de sus obras o bien inspirándose en su contenido. Estas son sus propuestas:
GALA KNÖRR EN EL CAMINO
Una de las últimas artistas en pasar por Fichados ha sido Gala Knörr, que participa en “Generación 2020” en La Casa Encendida. Sus recomendaciones literarias no nos han sorprendido porque ya entonces nos contó que conocer el mundo beatnik fue decisivo en su decisión de dedicarse a la creación: Había descubierto otras formas de pensar y expresar en las que necesitaba indagar. Nos explicó, además, que su obra está estrechamente relacionada con las subculturas en las que ha podido profundizar a través de la literatura, la música o los medios. Los libros también han formado parte, explícita, de alguno de sus proyectos, como Self Identity is a Bad Visual System, en el que llamaba nuestra atención sobre el actual peso de la tecnología a la hora de entender nuestro tiempo y el futuro y sobre las implicaciones de las imágenes perecederas en nuestros modos de comunicarnos.
Knörr se decanta por Jack Kerouac: En el año 2001 conocí a James O’Donnell en el pequeño pueblo de Thorpe, un lugar famoso por sus pastos verdes, su parque de atracciones y el colegio internacional del que fui alumna durante dos años consecutivos. James, el hijo díscolo e intelectual de un pastor cristiano, fue uno de mis primeros amigos anglosajones. Eramos dos personas completamente diferentes culturalmente, pero solo dos palabras hicieron falta para que nos pusiéramos a hablar: Jack Kerouac.
En una de las salidas escolares programadas por nuestro colegio, se nos llevó a los estudiantes de bachillerato a la Tate Modern en su primer año de vida. James, con quien hasta entonces solo había intercambiado ideas sobre “En el Camino”, me agarró de la mano y tirando de mí pronunció: “Sígueme”. Subimos las escaleras electrónicas a pasos agigantados dejando atrás a todos nuestros compañeros. El sentimiento de urgencia y secretismo detrás de las acciones de James me hizo sentir como si estuviera a punto de vivir una experiencia ritualista, mi sexto sentido no anduvo muy lejos. Entramos en una sala casi sin aliento, era diferente al resto de salas, esta tenía un color gris tenue cubriendo sus paredes y, sobre ellas, una serie de obras de gran tamaño de Mark Rothko. Sentados en uno de sus bancos en silencio, después de dos minutos observando a mi alrededor anticipando las primeras palabras de mi amigo, sacó un libro de su chaqueta. Su título, Dharma Bums (Los vagabundos del Dharma); su autor, nuestro querido Jack Kerouac, el padre literario que ninguno de nosotros llegó a conocer.
ELISA TERROBA: LECTURA ECLÉCTICA
Los libros son el punto de partida, material, del conjunto de la producción de la malagueña Elisa Terroba, que estudia su lenguaje con el fin de deconstruirlo, llevarlo a su terreno y suscitar formas diversas y discursos propios desde sus mismas estructuras. Esos discursos tienen que ver con su visión sobre la convivencia entre el papel y las nuevas tecnologías y sobre las tensiones y posibilidades que estas implican. Nos invita a cuestionarnos Terroba, además, si seguimos atribuyendo hoy al libro el carácter casi totémico de décadas pasadas.
Pedíamos a nuestros fichados una o dos sugerencias, pero Elisa nos ha dado seis muy variadas entre sí, empezando por La sociedad del espectáculo de Guy Debord: Es un libro que, a pesar de publicarse en 1967, se mantiene actual; es casi visionario de todo lo que ha acontecido en la segunda mitad del siglo pasado y lo que llevamos del siglo XXI. Saco al azar uno de sus aforismos: “El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre las personas mediatizada por las imágenes”, ¿no es esto una brillante explicación de las redes sociales?
Añade Tocar los libros de Jesús Marchamalo (Narra con verdadera pasión las filias del libro y, por ende, de las bibliotecas. Ideal para los bibliófilos); Historia abreviada de la literatura portátil de Vila-Matas (La mezcla de ficción y realidad te lleva a un jugoso delirio lleno de referentes artísticos y literarios. Probablemente es el homenaje más brillante a La boîte verte. La mariée mise à nu par ses célibataires, même de Marcel Duchamp); Movimiento perpetuo de Augusto Monterroso (Destaca su uso exquisito del lenguaje en castellano. Es un libro que recomiendo en este momento complejo que estamos viviendo, donde la concentración nos puede fallar. Es fresco y atemporal) y Todos deberíamos ser feministas y El peligro de la historia única, de Chimamanda Ngozi Adichie (Su magistral sencillez para abordar los problemas del feminismo y el poder, junto con una redacción en primera persona, hacen de estos ensayos unos libros entrañables, a la par que valientes y potentes).
MARTA BELTRÁN: DE TRISTANA Y DE CINE
Marta Beltrán se sumó a nuestros Fichados hace casi cuatro años; el eje de su trabajo es lo femenino y su representación, sobre todo en lo que tiene que ver con la belleza y las emociones. A ese territorio llegó tras ahondar en las complejidades de la noción de identidad, que ella considera maleable, y sus referencias las encuentra en la literatura, el cine, el cómic underground y los medios de comunicación; a partir de ellas plantea revisiones subversivas o irónicas de lo aparentemente liviano o glamouroso.
Las recomendaciones que nos propone en este Día del Libro fueron puntos de partida, precisamente, para el desarrollo inicial de su último proyecto, realizado con el apoyo de la beca Daniel Vázquez Díaz que concede la Diputación de Huelva. Se titula El juego de la libertad: furor (2019) y consta de dibujos a tinta china, en gran formato y sobre fondo rojo. En palabras de Beltrán, arranca inicialmente de la “Tristana” de Galdós (1892), para pasar a revisar el filme de Buñuel del mismo nombre (1970). Así que, en paralelo, recorro “Mi último suspiro”, las memorias que escribió Buñuel con la ayuda de Jean-Claude Carriere (1982), en la edición de Taurus que era de mi abuela.
Desde aquí, siguiendo el proyecto planteado inicialmente y también mi habitual forma de trabajar, de exploración y apropiación de imágenes y archivos diversos de una manera heterogénea, continúo buceando en el cine español de posguerra para acabar centrándome en la obra de Saura de antes de la Transición. Me acompaño de otro libro fundamental para mí en este proceso: “Carlos Saura” de Enrique Braso (1974), en la edición de Taller Edicines Jb que conservo también de mi abuela. Una auténtica joya tanto a nivel testimonial del autor como por la cantidad de imágenes de fuera de rodaje que aporta.
Nos explica Marta que su exploración, a partir de esas fuentes, tenía que ver con la conciencia del propio cuerpo, la simbología vital del color rojo y la creación de imágenes “no reales” y que, además de en la Tristana de Buñuel, también se apoyó en películas como Belle de jour (1967), Peppermint Frappé (1967) y La madriguera (1969), las dos últimas dirigidas por Saura. Este cineasta aportó a la artista cierta apertura, libertad y luz frente a la intensidad emocional dolorosa de Tristana.
ARTURO COMAS Y EL PODER SER UNO MISMO
Arturo Comas fue también uno de los primeros artistas en sumarse a nuestros Fichados. Su obra, multidisciplinar, se vertebra en torno al absurdo, ese que, decía Albert Camus, define al hombre que no hace nada por alcanzar la eternidad aunque tampoco la niega.
Comas lo considera el estado perfecto para ponerlo todo en duda, cuestionar lo que hacemos y nos rodea, desaprender lo aprendido y verlo con ojos nuevos y nos hablaba entonces de su defensa de esas acciones que se realizan sin objetivos concretos, desafiando la dictadura de las utilidades. Además de a Camus, citaba entre sus referentes literarios a Samuel Beckett y Fernando Arrabal.
Las recomendaciones de este creador sevillano tienen bastante relación, todas ellas, con las actitudes desde las que esos autores (y también él mismo) encararon sus carreras. Se decanta por El barón rampante de Italo Calvino y El hombre de los dados de Luke Rhinehart (George Cockcroft): Aunque la novela no es el género literario que más frecuento, en este caso recomiendo dos que me parecen imprescindibles. En ambas sus protagonistas, cada uno por sus propios motivos, deciden llevar a cabo una idea hasta sus últimas consecuencias. Dos títulos que hablan del compromiso con uno mismo y los límites que estamos dispuestos a trascender para cumplirlo.
Y como bonus track… nos propone un ensayo que puede convertirse en clásico: La utilidad de lo inútil, de Nuncio Ordine. Sus razones: Habla de algo muy presente en estos días. De cómo los saberes humanísticos son tratados como inútiles debido a su supuesta falta de productividad.
ISABEL MARCOS, DE LECTURA Y ESPACIOS
Isabel Marcos es autora de vídeos y textos dedicados a la investigación de territorios a partir de sus construcciones, su arquitectura y las narrativas que generan sus habitantes al repensar los lugares y desplazarse por ellos: No me interesa quedarme en el análisis de lo que observo, sino proponer, evocar y, sobre todo, provocar una mirada política que sea capaz de encontrar en cualquier pequeño detalle de nuestro día a día un artefacto especulativo.
Varios de sus proyectos tienen que mucho que ver con su interés por ficciones y ensayos, como la publicación The Fantasy, que constaba de tres diarios de viaje realizados por otros tantos personajes que buscan un misterioso enclave llamado así, Fantasía.
Marcos nos recomienda un éxito delicioso que descubrimos hace un par de años y poemas que tienen que ver con sus intereses creativos: Casi siempre estoy leyendo varios libros a la vez. Me esfuerzo en diferenciar entre “libros de estudio” y “libros de mesilla de noche”, pero al final siempre acabo mezclando todo. Tanto leo teoría antes de dormir, como incluyo referencias a poetas y novelistas en mi trabajo artístico e investigación doctoral.
Ahora mismo estoy a punto de terminar A Manual for Cleaning Women (Manual para mujeres de la limpieza), una colección de historias cortas autoficticias de Lucía Berlin que es una maravilla. Pero creo que el libro más importante de mi último año ha sido Occasional Work and Seven Walks from the Office for Soft Architecture, de la poeta canadiense Lisa Robertson. The Office for Soft Architecture es el pseudónimo que Robertson utiliza cuando investiga y escribe sobre “la historia de las superficies”. Se trata de una colección de ensayos sobre arquitectura, urbanismo e historia escritos de forma tan lírica, política y creativa, que ha cambiado mi forma de entender la teoría de la arquitectura. Siento que la libertad y subjetividad que Robertson utiliza para analizar la arquitectura es similar a mi manera de estudiar la política de los espacios a través de la práctica artística.
MARÍA CHAVES, RITMO PAUSADO
María Chaves pasó por Fichados de la mano de dibujos, que con el tiempo han derivado hacia lo instalativo, en los que encontramos tramas inspiradas en lo real o imaginarias, referencias literarias y alusiones a los videojuegos y al mundo digital: La literatura y los videojuegos me daban muchísimos mecanismos para inventarme mundos y narrativas que materializar al dibujarlas (…). Me interesan mucho los universos tribales, los mitos y los cuentos tradicionales, y suele haber referencias a ellos en las piezas. Entre sus autores favoritos, mencionaba a H. P. Lovecraft, José Hierro, Miguel Hernández o Alejandra Pizarnik.
Ahora vuelve a alguno de sus imprescindibles y amplía el elenco de recomendaciones: No puedo hablar de la injerencia de la literatura en mi obra sin citar la poesía de Miguel Hernández en Cancionero y romancero de ausencias. Tiene un ritmo pausado, terrenal, sencillo y sensiblemente bello. Si pudiera hacer una mención especial, también recomendaría la Antología poética de José Hierro, dónde lo sensible y el paso del tiempo son imperantes.
En cuanto a prosa, siempre me han interesado los libros en los que puedes ver el tiempo pasar, arraigado al espacio y a las historias de quienes lo habitan. Pensando en eso me viene a la cabeza Al este del Edén, de John Steinbeck. También hay un libro de cuentos de Mijaíl Bulgákov, llamado Morfina, que recoge sus vivencias como médico rural en un lugar apartado, y su sensación de vulnerabilidad y caos, de soledad, con ese aire de viaje iniciático que tanto utilizo en mi obra.
Por último pero no menos importante, no puedo no recomendar El amante, de Marguerite Duras, un libro desgarrador, callado y con un poco de misterio. Siempre me ha gustado el color y aura que tiene. Y por hacer recomendaciones de última hora, tengo que mencionar Menos que uno de Joseph Brodsky, y por supuesto El primer Hombre de Albert Camus.
SHIRIN SALEHI: LUZ EN LOS DÍAS RAROS
Shirin Salehi es autora de libros de artista, dibujos y grabados donde están muy presentes las poéticas del vacío y del silencio; le interesa representar lo indecible. Nos explicaba el origen de su trabajo: Mi práctica, desde su comienzo, se apoya en la literatura y la poesía, y de su mano he ido explorando el concepto del segno, que entiendo como la manifestación de la memoria poética de la experiencia humana. Me interesa nuestra necesidad de inscribir una memoria frente a la muerte, la violencia y lo prosaico. También citaba entre sus referentes a María Zambrano, Simone Weil, Ingeborg Bachmann, Wisława Szymborska, Marguerite Yourcenar y escritoras de Oriente Medio como Forugh Farrojzad, Simin Behbahani, Simin Daneshvar y Shahrnush Parsipour.
Sus lecturas aconsejadas siguen esa senda y en ellas encontramos también el espíritu de su producción: elige Claros del bosque de María Zambrano (un texto sobrecogedor, lleno de luz e inteligencia, generoso e infinito, al que he regresado nuevamente en este confinamiento); El tiempo, gran escultor de Marguerite Yourcenar (un ensayo sobre cómo el tiempo ha modificado la obra clásica, tanto su fisicidad como su concepción); La imagen que hoy nos falta de Pascal Quignard (una deliciosa exploración del concepto de “imagen ausente” en los frescos antiguos de Paestum, Tarquinia y Pompeya, donde la imagen que nuestros ojos ven contiene otra ausente que añoramos conocer y completar); Una resistencia íntima de Josep María Esquirol (un hermoso ensayo sobre la proximidad y la intimidad como espacios de resistencia), El pájaro solitario de Ramón Gaya (bellísimo ensayo sobre Velázquez, de magnífica concepción en pensamiento y evocación) y Todo Nada, todo Mirada (poemario para adentrarse en el extraordinario universo de belleza, claridad y humanidad del poeta iraní Sohrab Sepehri).
ESTEFANÍA MARTÍN SÁENZ, SOBRE PASEOS Y MONSTRUOS
Estefanía Martín Sáenz fue una de las artistas que estrenó la sección Fichados y en su obra resultan esenciales tanto la figura femenina como la literatura, de hecho, ella misma ha escrito relatos que acompañan algunos de sus trabajos. En aquel momento, además, acababa de presentar en la Galería Gema Llamazares de Gijón “1-600”: dibujos inspirados en la belleza de los textos de Emily Dickinson; en otro proyecto, Las Ausentes, resucitaba en dibujos, acuarelas, acrílicos, terciopelos o gasas a personajes femeninos silenciados en cuentos tradicionales.
Sus elecciones para este Día del Libro son dos joyas; con la primera, cerrando el círculo, volvemos a hablar del camino como símbolo de la vida. Se trata de El paseo de Robert Walser (Una auténtica delicia de libro de principio a fin, y más en este confinamiento en el que vivimos. Acompañar a Walser a dar este paseo es de las mejores cosas que podemos hacer durante la cuarentena sin duda alguna) y Lo que más me gusta son los monstruos de Emil Ferris (Cuando vi la portada, que es bestial, y el título de esta novela gráfica, soy muy fan del terror, no dudé en que tenía que comprarla y qué bien hice. Es cruda y maravillosa como la protagonista Karen y como la vida de Emil).