Los mundos en cada esquina de Francisco Ontañón

La Sala Canal repasa todas las caras de su fotografía

Madrid,

Puede que algunos no lo reconozcan por su nombre, pero será difícil que haya un hogar sin su propio Ontañón: las abrumadoramente contemporáneas portadas de algunos libros de Alianza Editorial, las de los discos de quienes más sonaban en España en los sesenta y setenta (desde María Ostiz a Cecilia, pasando por Karina o Pekenikes) o sus imágenes para AMA, La actualidad española o El País Semanal.

El fotógrafo barcelonés fue el autor de las instantáneas más inesperadas de la boda de los reyes Juan Carlos y Sofía, de las que mostraban a Fabiola de Bélgica pedaleando en Zarautz o a Paul Anka rodeado de enfervorecidas seguidoras españolas, pero sobre todo de retratos empáticos y paisajes de posguerra, rurales y urbanos, que prueban su compromiso con su tiempo, con su oficio y con una noción eficaz de la fotografía en relación con el realismo social literario del que fue coetáneo.

Francisco Ontañón. El libro de la caza menor, 1962-1963. Biblioteca y Centro de Documentación Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Depósito de la heredera de Francisco Ontañón
Francisco Ontañón. El libro de la caza menor, 1962-1963. Biblioteca y Centro de Documentación Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Depósito de la heredera de Francisco Ontañón
Francisco Ontañón. Trashumancia, 1963. Biblioteca y Centro de Documentación Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Depósito de la heredera de Francisco Ontañón
Francisco Ontañón. Trashumancia, 1963. Biblioteca y Centro de Documentación Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Depósito de la heredera de Francisco Ontañón
Francisco Ontañón. Cecilia, 1972. Biblioteca y Centro de Documentación Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Depósito de la heredera de Francisco Ontañón
Francisco Ontañón. Cecilia, 1972. Biblioteca y Centro de Documentación Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Depósito de la heredera de Francisco Ontañón

La Sala Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid abre al público mañana, 7 de septiembre, “Oficio y creación”, una muestra que repasa todas las vertientes de su producción y que ha sido comisariada por Alberto Martín Expósito, quien hoy ha explicado que con esta antología se busca que el público pueda “encontrar al autor dentro del profesional”, pero sin centrarse solo en el primero; es decir, poner de relieve el estilo propio que manejó el barcelonés pero también su talento para ceñirse a sus fines y a sus medios. Para las citadas publicaciones ilustradas AMA y La actualidad española trabajó durante cerca de cincuenta años llevando a cabo reportajes documentales sorprendentes y efectivos, directos y cercanos, exactos y expresivos: hoy valiosos testimonios de los claros y los oscuros de la España de hace medio siglo.

Confiaba, lo avanzábamos, en la utilidad de la fotografía, entendiéndola concebida más para circular y difundirse que para ser expuesta, y también enmarcándola en un contexto más amplio, en su relación con una cultura de la imagen que no conoce de elitismos sino de transmisión de ideas.

El montaje de “Oficio y creación” sorprende, de hecho, por lo desacostumbrado: sus portadas discográficas y literarias se exhiben sobre pared y no en vitrina, compartiendo espacio visual y por eso jerarquía con sus fotografías destinadas en la mayoría de los casos a la prensa (y, a veces, con las propias páginas donde se publicaron). El recorrido se ha planteado así, según ha subrayado Martín Expósito, para hacer hincapié en lo extenso y versatil de su trabajo y para no sobredimensionar ninguna de las facetas de Ontañón, que compartiera época e intereses con los miembros de los pioneros colectivos AFAL y La Palangana, de los que formó parte.

La empatía, el realismo y el compromiso presentes en su obra, y de forma más clara en sus imágenes documentales de escenas urbanas, procesiones de Semana Santa, trashumancias sorianas o toros, emparentan al catalán, lo señalábamos al principio, con literatos como Ignacio Aldecoa, que murió hace justo medio siglo. Tuvo en común con él, en palabras del comisario, su ética de los oficios: su atención a quienes se dedicaban a empleos en los que podían ir de la mano el éxito, el riesgo y el fracaso. Además, uno de los hermanos del artista, Josep, ha contado hoy que Ontañón disfrutaba trabajando para redactores concretos con los que entablaba especial sintonía: fue el caso de Jesús Hermida, en La actualidad española, y de Manuel Vicent en El País Semanal.

Si sus intereses fueron los de muchos creadores de su generación, su estética destacó por su originalidad y su nula ortodoxia: se adelantó a su tiempo con su gusto por las imágenes movidas u oscuras, su mezcla de exactitud y expresividad, de testimonio y ensayo, información y punto de vista. Para Ontañón, las fotografías contaban con su propia narrativa: algunas informan, otras pueden explicar.

Aunque no se conceda excesivo protagonismo a una vertiente de su producción sobra otra, sí se ha dedicado mayor espacio (las dos primeras plantas de la Sala Canal) a sus reportajes: ensayos fotográficos en los que se volcó en el trabajo en la corta distancia y en la construcción de las mencionadas narrativas a través de secuencias.

Francisco Ontañón. Marlene Dietrich a su llegada a Madrid, 1960. Biblioteca y Centro de Documentación Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Depósito de la heredera de Francisco Ontañón
Francisco Ontañón. Marlene Dietrich a su llegada a Madrid, 1960. Biblioteca y Centro de Documentación Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Depósito de la heredera de Francisco Ontañón

Su querencia, natural y nunca forzada, por la innovación, la desplegó asimismo en las portadas de sus discos, para las que en ocasiones convirtió la calle en su estudio, logrando un acercamiento inédito hasta entonces hacia los artistas, proximidad que podemos relacionar con la evidente empatía que desplegaba en sus retratos, que se cuentan entre sus mejores obras.

Ponía su cámara al servicio de la versatilidad de los estilos musicales, como se aprecia especialmente en la marcada gestualidad de sus fotografías para discos flamencos.

Francisco Ontañón. Raphael, 1965. Biblioteca y Centro de Documentación Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Depósito de la heredera de Francisco Ontañón
Francisco Ontañón. Raphael, 1965. Biblioteca y Centro de Documentación Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Depósito de la heredera de Francisco Ontañón

Como es habitual en las exhibiciones de la Sala Canal, esta muestra finaliza con un vídeo que podemos decir que reactiva la memoria visual de la “Oficio y creación”, contando con testigos, modelos que posaron para él y con compañeros de redacción en El País Semanal.

Ansioso por conocer el mundo en todos sus ambientes, supo también encontrar el suyo allá donde iba, como ha señalado hoy Marta Rivera de la Cruz, nueva consejera de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid.

Quienes pertenecen, aproximadamente, a la generación de Ontañón encontrarán en Canal un genial despligue visual de la memoria colectiva de su tiempo de juventud; quienes conocemos aquel universo a partir de los relatos familiares, los retratos de un mundo que agonizó y que nos explica: rostros que inevitablemente ofrecen mayor gravedad y diferencia que los de hoy, gentes que hacían más vida en la calle que en las pantallas, formas muy diferentes de alegrarse y padecer.

Francisco Ontañón. Andalucía (Familia andaluza), 1960. Colección Familia Ontañón. © Heredera de Francisco Ontañón
Francisco Ontañón. Andalucía (Familia andaluza), 1960. Colección Familia Ontañón. © Heredera de Francisco Ontañón

 

 

“Francisco Ontañón / Oficio y creación”

SALA CANAL DE ISABEL II

c/ Santa Engracia, 125

Madrid

Del 7 de septiembre al 3 de noviembre de 2019

 

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