Os lo adelantábamos la pasada Navidad, y ya no tenemos que esperar más: la Fundación Juan March acaba de abrir al público, en su Museu de Palma de Mallorca, una exhaustiva muestra dedicada al arte sonoro desarrollado en nuestro país desde los sesenta hasta la actualidad, incidiendo en su surgimiento y primer desarrollo, cuando el término “arte sonoro” no había sido enunciado como tal.
José Iges y José Luis Maire son los comisarios de este proyecto, que tras clausurarse en Palma (el 21 de mayo), podrá verse en Cuenca y Madrid. En el espacio madrileño de la Fundación podremos disfrutar, desde octubre, de la versión ampliada de esta muestra.
La exhibición de Palma consta de una veintena de instalaciones sonoras, esculturas, vídeo-instalaciones y obras de encargo; estas últimas realizadas por Xabier Erkizia y Juanjo Palacios, que presentan fonografías. Además, se expone abundante material documental: fotografías, objetos, ediciones, vinilos, casetes…
Como particularidad frente a las muestras tradicionales de los espacios de la Fundación March, esta no se desarrollará en las salas destinadas ad hoc a exposiciones temporales, sino que en los museos de Palma y Cuenca las obras seleccionadas por Iges y Maire podrán contemplarse insertas entre las piezas de sus colecciones permanentes con el fin de enlazar estos trabajos de arte sonoro a otros realizados por creadores contemporáneos en la misma época pero en los cauces de los formatos tradicionales.
También se exhibirá obra sonora poco conocida de artistas a quienes no vinculamos a este medio, como Ferrán García Sevilla, Martín Chirino o Manuel Millares, y proyectos de autores muy jóvenes. Entre los representados en “Arte sonoro en España (1961-2016)” tampoco faltan Eusebio Sempere o José Luis Alexanco, que no podemos considerar propiamente artistas sonoros pero que sí tantearon propuestas experimentales en este sentido; Juan Navarro Baldeweg o Enrique Salamanca, y el grupo ZAJ, Isidoro Valcárcel Medina o LUGAN, precursores en este campo. A Palma de Mallorca también han llegado piezas de Eva Lootz o Elena Asins.
Las propuestas de arte sonoro conviven con las visuales de las colecciones permanentes
En su próxima presentación, la conquense, la muestra coincidirá con el medio siglo del Museo de Arte Abstracto de Las Casas Colgadas y se vinculará a dos iniciativas sobre arte sonoro emprendidas por instituciones de esa ciudad: el Gabinete de Música Electroacústica, en el que en los años ochenta ya se componía con un Synthi 100, uno de los instrumentos de composición electrónica y de procesamiento del sonido más importantes de la historia de la electroacústica, y la Facultad de Bellas Artes.
En la ciudad manchega, la exposición prestará atención también a la labor de programación y difusión que ejercieron los programas, ciclos y conciertos del Departamento de Música de la Fundación y su Centro de Documentación de la Música Española Contemporánea desde su creación en 1983.
Entre los proyectos más recientes de la muestra podemos destacar Mirlitones, de Bosch & Simons (2012) y L’Isla des Neumas de Ramón González-Arroyo (2008), la Pieza escuchando la pared (1992) de Juan Muñoz, o la Música ZAJ (ca. 1999) de Esther Ferrer; Luci: sin nombre y sin memoria, de Josep Manuel Berenguer (2008), que tematiza la asincronía y los procesos rítmicos sonoros de la vida a partir del estudio del comportamiento bioluminiscente de las luciérnagas, o *WAV, de Mikel Arce (2004), que se ocupa de la insistencia vibratoria del sonido y su sentir. Inventario (1992-1998), de José Iges y Concha Jerez, tematiza la obsolescencia de la tecnología y su vinculación con la memoria colectiva.
El gran reto de este proyecto, como podéis adivinar, ha sido mostrar arte sonoro en espacios que, desde el punto de vista de la acústica, pueden resultar raros, y a veces agresivos, a estas obras. En algunos casos, las salas quedan transformadas en cámaras reverberantes que propician la cacofonía. En el extremo opuesto, la construcción de espacios aislados y cámaras insonorizadas puede transformar por completo la experiencia de los visitantes y llegar a hacer imposible cualquier relato con sentido.
Al organizarse esta muestra se han tenido muy en cuenta estos desafíos, como también el de tratar que las propuestas de arte sonoro convivan con las visuales de las colecciones y el de no generar colisiones en la escucha de las piezas.
Os adelantamos, además, que está en desarrollo un proyecto de “historia oral” con entrevistas a los artistas y debates entre estos, comisarios, historiadores y otros especialistas, cuyas grabaciones serán transcritas y publicadas, impresas y en archivos de audio, en la web de la Fundación Juan March.
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