Los jóvenes artistas y el dibujo: estado de la cuestión

Fue origen de casi todo como boceto o ensayo, pero los siglos XIX y XX supusieron para el dibujo una etapa de esplendor como disciplina artística autónoma y, por razones diversas, también se ha convertido en el medio de expresión predilecto de un número creciente de jóvenes creadores: el acceso al papel es fácil y asequible, el trabajo con él no requiere condiciones especiales en sus talleres y, sobre todo, permite libertades formales y una espontaneidad expresiva que otras técnicas no ofrecen.

La puesta en marcha, hace ya cuatro años, de la feria Drawing Room y el muy consolidado programa Conexiones, iniciativa del Museo ABC y la Fundación Banco Santander, han puesto de relieve el buen momento del dibujo entre nuestros artistas noveles o en su etapa de media carrera y nuestra sección Fichados tampoco ha sido ajena a él. En este cuarto capítulo de la #salaON os enseñamos obras de Susanna Inglada, María Chaves, Rosa Álamo, Adrián Martínez, Irene González, Juan Zamora, Javier Calleja y Alejandra Freymann.

Inglada ha tratado de desafiar las convenciones del medio sin escapar por ello de la figuración: sus dibujos nos los presenta más allá de las paredes, a veces suspendidos del techo o de pie e interrelacionados entre ellos, al modo de instalaciones que debemos recorrer. Sus lecturas y las convulsiones políticas recientes son para ella fuentes de inspiración, pero no debemos intentar encontrar referencias a episodios o personajes concretos, porque le interesa apelar a constantes universales. En parámetros estéticos más sutiles discurre el trabajo de María Chaves; en sus dibujos subyacen historias que no obedecen a narrativas ordenadas, pero que sí suelen partir de relatos del pasado, de creaciones literarias o videojuegos. La madrileña tenía muy claro el porqué de su elección del papel: Para mí es el medio mas directo de expresión y comunicación entre mi cabeza y el exterior.

Exteriores de viviendas no especialmente acogedoras componen el grueso de la producción reciente de Rosa Álamo, que también ha bebido de fuentes literarias o cinematográficas. Entiende esos hogares como la suma de espacios y emociones y su acercamiento a los mismos evoca rasgos del surrealismo o el Pop Art. Ventanas y puertas tapiadas, casas en llamas y entornos inhóspitos hablan de estados de ánimo y ejercen cierto contraste con el libre albedrío de aves y gatos dispersos que no necesitan paredes decadentes donde esconderse. ¿Por qué el dibujo? Me gusta mucho trabajar en lienzo, pero también sobre papel. El comenzar a indagar hace unos cuatro años, más en profundidad, en las posibilidades que para mí podían tener el dibujo y la ilustración me llevó a sentirme muy cómoda sobre los papeles de acuarela con gramajes y texturas diferentes.

Dibujar lo que lo rodea y le preocupa ha sido una constante en la trayectoria de Adrián Martínez. Sus temas surgen, en buena medida, del instinto: del deseo de narrar ciertas historias, de reflexionar, desde enfoques críticos o irónicos, sobre episodios de la vida diaria o simplemente de profundizar en caminos ya emprendidos. Explicaba: Me interesa la sinceridad en el dibujo. No suelo preparar bocetos, muchos trabajos provienen de pensamientos o ideas mentales previas, frases, letras de canciones, noticias, de ver a ciertas situaciones en la calle, etc, que traduzco en el papel con mi lenguaje y siempre teniendo presente una visión crítica, absurda o de tragicomedia acerca de la sociedad y de nosotros mismos.

Irene González, por su parte, dibuja inspirándose en fotografías, pero en su proceso de trabajo introduce la imaginación y la propia memoria. Una de las fuentes de su obra son las fisonomías decimonónicas desarrolladas, entre otros, por Duchenne de Boulogne, pero también los dibujos de Seurat. Su producción hace referencia a ausencias y pérdidas, a tiempos detenidos; también a nuestros propios fantasmas. Otro de los autores que ha contribuido decisivamente, en los últimos años, a la popularidad del dibujo entre el público y entre los jóvenes artistas ha sido Juan Zamora. Define su obra como un estudio sobre la vida y sus procesos abordado desde la práctica, precisamente, del dibujo y de la animación expandida. Sus trabajos parten de sus experiencias personales en unos contextos y comunidades determinados, y en su creación el juego es una herramienta fundamental. En el citado programa Conexiones, Zamora participó junto a Alejandra Freymann: ella es autora de proyectos en papel y pinturas en los que encontramos paisajes aparentemente en calma, y poblados por personajes o animales que desprenden ternura, pero sometidos a tensiones latentes; también narraciones enigmáticas de inicio y fin confuso que conectan con el realismo mágico mexicano.

No están exentos de cierto humor, y este es un elemento esencial asimismo en la obra de Javier Calleja, que suele dejar claro que no es más grande lo que más espacio ocupa, sino lo que más espacio llena; conjuga crítica e inocencia y desafía al espectador a atender a lo caótico o semioculto. Conjuga lo adulto y lo infantil, lo estable y lo inestable.

SUSANNA INGLADA