NOMBRE: Raquel
APELLIDOS: Asensi Blanco
LUGAR DE NACIMIENTO: Barakaldo
FECHA DE NACIMIENTO: 1989
PROFESIÓN: Artista
No han sido demasiados, hasta ahora, nuestros fichados que han hecho de la cerámica su medio principal de trabajo, más allá de incursiones puntuales, por eso esta semana hemos decidido hablaros de Raquel Asensi, una artista centrada precisamente en la cerámica, que ha cursado un máster en la materia en la Universidad del País Vasco (donde se licenció en Bellas Artes) y también ha realizado prácticas en Sargadelos. La hemos conocido de la mano de la Fundación BilbaoArte, que le ha concedido este mismo año una de sus becas de producción para desarrollar su proyecto Objeto (In)quieto, del que más adelante hablaremos, pero Asensi había presentado ya su obra, desde 2010, en espacios como Arteleku, la Sala Municipal de Exposiciones de Barakaldo, el Aula de Cultura de Getxo, la Sala Rekalde, la Sala de Exposiciones de las Juntas Generales de Vizcaya, las ferias de autoedición Guillotina y BALA o GETXOARTE; en esta última cita ha participado en varias ediciones.
Actualmente es doctoranda en el departamento de escultura de la Universidad del País Vasco y en 2015 obtuvo el tercer premio Arteshop y fue seleccionada en ERTIBIL. El año pasado recibió, además, una subvención para la producción en Artes Plásticas y Visuales del Gobierno Vasco con el proyecto “Abrazar el ornamento como lenguaje para la insurrección”.
Traemos a Asensi a esta sección porque nos interesan mucho sus modos de traer al presente rabioso una disciplina que nunca se fue, pero que no forma parte de los manuales de arte contemporáneo, y de comunicar, a través de esa cerámica asimilada con simpleza al ornamento, mensajes subversivos y perspectivas feministas. Su porcelana reivindica, además, contextos artísticos locales y ahonda en las derivas de nuestra era postindustrial.
A Raquel, como a todos nuestros fichados, ya sabéis, le hemos preguntado por el cuándo y el cómo de sus comienzos como artista. En su caso resultó fundamental que en su carrera pudiera escoger unas y otras disciplinas/asignaturas de manera libre. Pintó antes de elegir la cerámica o de que la cerámica la eligiese, gracias a esa posibilidad de no ceñirse a una única técnica desde el principio: Me licencié en la facultad de Bellas Artes del País Vasco, y lo bonito de aquel entonces era que como estudiantes podíamos elegir muchas asignaturas cruzando disciplinas. Me especialicé en pintura, pero pude aprender también técnicas de fotografía, introducción a la cerámica, dibujo, performance… además de las asignaturas teóricas como antropología del arte o crítica de la representación.
Mis comienzos en eso que llamamos arte (que ahora me gusta repensar más como artes) fueron a través de la pintura. Supongo que comencé a considerarme artista en aquel momento. Ahora pienso que aún no había encontrado un lenguaje propio. Hubo un punto de inflexión que cambió mi punto de vista por completo: fue descubrir que era en la cerámica donde podía expresarme de manera más coherente.
Otro momento importante fue prestar atención a que mis piezas en cerámica iban desmaterializándose en ocasiones, acercándose al arte de acción (o performance). Fue entonces cuando empecé a trabajar de una forma bastante más experimental. En algún momento tuve claro que era algo a lo que no quería renunciar. Desde entonces trabajo la cerámica experimentando con el registro, lo que ha llevado mi práctica hacia otros materiales y técnicas más ligados a la escultura. Hay un componente artesanal en lo que hago y me gusta conjugar técnicas industriales (el molde) frente a las decisiones intuitivas y lo hecho a mano.
Un factor que me ha permitido seguir trabajando ha sido generar y habitar un espacio común de creación en Bilbao, el Espacio Temple. Allí nos contagiamos mutuamente, surgen colaboraciones, la escucha y el afecto brindan la posibilidad de que sigamos en esa resistencia que implica dedicarse y trabajar en las artes.
Se decantó por la cerámica a raíz de su querencia por lo táctil y también fijándose en su trasfondo simbólico, que al ojo no muy atento suele pasar desapercibido, escondido tras lo aparentemente decorativo: Elegí la cerámica por su calidad táctil y simbólica. Formalmente se materializa en piezas en apariencia blandas y duras, repetitivas y expresivas, frágiles y agresivas, eternas y efímeras, uniéndose muchas veces con la acción corporal o la fotografía, escultura. Los formatos son variables. Cada proyecto es definido por el proceso y se materializa acorde con el sentido de cada pieza. Trabajo desde formatos mínimos hasta formatos medios y grandes. Los grandes suelen ser instalaciones donde pongo en relación diferentes elementos en el espacio.
Asensi nos ha contado que no viene trabajando en torno a temáticas claves previamente definidas, pero que sí existen intereses que, de forma natural, vienen repitiéndose en sus proyectos, como la (no) adaptación humana al medio natural y las muchas caras de lo híbrido: Diría que no hay temas fundamentales, pero sí inquietudes que se repiten y vuelven a aparecer en las piezas. Me inquieta nuestra naturaleza social, la que es responsable de nuestra supervivencia. Al no adaptarnos al medio natural, lo adaptamos a nuestra medida. Nuestra supervivencia se basa en el lenguaje, el poder, la signficación.
Hemos generado extensiones corporales que nos permiten resguardarnos del frío, protegernos de factores externos, y nos permiten realizar tareas que de otra manera nos serían imposibles. Empecé en un momento dado a crear extensiones corporales con las que tratar de imaginar otros usos posibles, a extender las posibilidades corporales en relación a ciertas necesidades culturales y simbólicas.
Una de esas necesidades era romper de alguna forma con el lenguaje dicotómico que divide la realidad en pares de opuestos. Se pretende que asumamos como natural la relación entre el sexo y el género. También que haya solo dos géneros, como hombre y mujer. Por ello, muchas de mis piezas son artefactos que hibridan conceptos aparentemente opuestos, como humano-máquina, natural-artficial, femenino-masculino.
Quizá otra pareja de supuestos opuestos pudiera ser el tándem ornamento-subversión, una de las cuatro categorías que vertebran el Objeto (In)quieto por el que fue becada en BilbaoArte. Las otras son la revalorización de los significantes propios, la dicotomía entre mímesis desviada y acción corporal y cerámica y la dualidad entre lo eterno y lo efímero aplicada al arte postindustrial en cerámica. Le interesa a Asensi el hecho de que el término cerámica se haya vinculado históricamente a las artesanías o al diseño frente a las múltiples posibilidades que, en los setenta y los ochenta, abrió su consideración como categoría artística: acentuó ese camino general hacia la pérdida de jerarquías en al arte, sus discursos y materiales; en suma, hacia esa hibridación que es eje de buena parte de su trabajo y que explica que a sus obras las denomine artefactos.
Ese cambio, o transición, se ha analizado a menudo como parte, o como consecuencia, de la posmodernidad, pero no tanto en su relación con las prácticas artísticas feministas, vertiente que ella investiga.
Sin referirse a ellas como referentes, entendiendo que inspiran más que influyen, cita como figuras de relevancia en sus maneras de pensar y de crear a mujeres artistas que contribuyeron a la liberación de la cerámica de su rol tradicional, relegado, y a teóricos que han reflexionado sobre la hibridación, porque, como explica Raquel en su statement, sus artefactos los emplea “como maneras de extender los límites materiales del cuerpo”. Habla, además, de la importancia en sus procesos de la observación del entorno: Cuestiono mucho el tema de los referentes, porque parece crearse habitualmente una relación de subordinación frente a ellos. Si lo piensas, muchos artistas no quieren ni hablar de referentes. Pienso en la relación de las prácticas artísticas y de todas las producciones culturales en resonancia, sin importar las épocas o momentos históricos, en un diálogo continuo de traducción, diálogo y per-versión. En mi caso, hay resonancias que he descubierto mucho después de crear las obras, por lo tanto, se podría pensar que no me han influenciado, pero estoy segura que abrieron camino para que yo ahora esté aquí haciendo lo que hago, sin miramientos.
El arte en cerámica, (un arte hasta hace poco visto como derivativo, artesanal, ornamental, femenino), no encajaba muchas veces con la idea del artista-genio y por ello la visibilidad que se le daba era menor. Esto está cambiando progresivamente y algunas piezas clave ante este cambio surgieron en momentos de emancipación de la mujer. Si tuviera que resumir algunas resonancias fuertes en mi obra, diría estos nombres: Clare Twomey, Betty Woodman, Marek Cécula, Jacqueline Poncelet, Mariko Wada, María Bofill, Angels Ribé o Celeida Tostes.
En relación a la teoría o los conceptos, la idea de Donna Haraway (bióloga y filósofa) de que el conocimiento es situado, es decir, parte de un lugar de habla y afecta al objeto de estudio, su crítica de la visión como sentido predominante en nuestra cultura, o su declaración de que hoy en día somos híbridos teorizados entre animal y máquina, somos cyborgs, han afectado profundamente a mi práctica.
Durante el proceso de creación me afecta mucho el mundo que me rodea, el paisaje postindustrial de Bilbao, la precariedad, lo blando y lo duro, la relación con el cuerpo. Siempre surgen asuntos que me inquietan personalmente, que quiero desarrollar, como es el caso de la huella del plástico al que estoy prestando mayor atención últimamente. En el hacer trato de cultivar el sentido del tacto por encima de la visión, que es el sentido dominante y parece dirigir nuestras vidas. Cuando tengo que pensar en un proyecto, miro a mi alrededor y trato de comunicar con palabras lo que allí está sucediendo. Me gusta mucho experimentar y ser sorprendida por el material. Después suelo tratar de comprender y avanzar. El propio proceso siempre va por delante de los proyectos que planteo. Es el único espacio en el que ya no sé trabajar de otra manera.
Sus primeros proyectos importantes los sitúa Asensi en 2015, y comienza citándonos uno que tuvo carácter efímero y que desarrolló para Arteshop en la floristería Flores Rementería, Flores silvestres para alérgicos salvajes. El público se llevaba sus piezas, pero estas no abanadonaban del todo del establecimiento: Se conformó un mural donde se podían ver flores silvestres realizadas a través de moldes en porcelana biscuit. A medida que el público entraba en la tienda y se iba llevando las flores, quedaba al descubierto el nombre y una imagen en color de cada flor. Esta pieza fue una instalación efímera. Me interesaba conjugar la perdurabilidad de la porcelana con la acción efímera del tránsito y de la primavera.
En el proyecto Kiss me unió loza vidriada y lana y planteó el peso de la vacua ropa a la hora de ser mirados, socialmente percibidos: Se trataba de una coraza protectora, cálida, hecha de lana, pero a la vez punzante y con una apariencia agresiva. Surgió a partir de una experiencia en la que me cambié de ropa con un compañero durante unas horas. Su apariencia generó comentarios violentos en el espacio público. Nos hizo interrogarnos por la vestimenta, que nos protege no solo del frío, sino de factores sociales.
También en 2015 llevó a cabo su primera acción: En nuestra naturaleza, ejemplo temprano de sus reflexiones sobre nuestra relación con el entorno natural y sobre la dicotomía entre lo breve y lo duradero: Embebí, haciendo el gesto de lavar, un vestido negro en porcelana líquida en la orilla de un pantano. Después caminé hasta un árbol y fui rasgando el vestido. Conservé un único trozo de tela embebida en porcelana, que al secar metí al horno y quedó como único registro de la acción junto a las fotografías seleccionadas.
Y del mismo año data Ser otro, sobre lo que nuestra identidad corporal tiene de artificio mental y la posibilidad de la alteridad: Hemos encarnado seres fantásticos y reales. Esta pieza muestra los signos corporales identitarios y juega a intercambiarlos para imaginar a través de una extensión corporal, un imposible real, que es ser otro. Cuestiona los hábitos corporales aprendidos. Nos presenta la noción de “naturaleza” como una construcción cultural.
Ya en 2017 alumbró una instalación en la que su habitual cerámica se conjugaba con madera, lienzo y fotografía y llamaba nuestra atención sobre el sentido hoy de ciertos símbolos jerárquicos y el absurdo de las divisiones fabricadas entre humanos y paisaje. Se titulaba El símbolo es un arma de doble filo: Elegí la pirámide porque era una imagen que connota jerarquía, ideal, autoridad, civilización. Pretendí transformarla para que en lugar de ocupar un espacio elevándose, pudiera ser adherido al cuerpo mediante piezas modulares. Realicé una máscara en tela imaginando una acción corporal. La fotografía fue realizada en colaboración con Alfonso Álvarez en un espacio industrial. Comenzó a conformarse una instalación que podía ser rodeada. En su reverso se descubría una imagen de una fábrica abandonada, ocupada por la naturaleza. También produje, mediante un juego geométrico inspirado en la pirámide, unas piezas que remiten al aspecto de semillas. Pensaba, mientras se conformaban, que tal vez esta idea de lo civilizado frente a lo primitivo no se sostenía. Decidí traducir, hacer pasar por el cuerpo, un peligro del que nos advertía Louise Bourgeois, el símbolo es un arma de doble filo.
Reflexionando sobre el tradicional valor ornamental concedido a la cerámica, llegó Asensi a Loos en Granadas de luz. Trabajó de nuevo con semillas y con dicotomías que remiten también a Bourgeois: Me interesó visitar la cuestión de ornamento y delito (Adolf Loos). Empecé a preguntarme si tenía sentido utilizar el ornamento tal y como lo habían hecho las artistas feministas en los años 70 y 80, como una forma de subversión frente al canon artístico. Últimamente la venta de objetos de cerámica, tanto de lujo como de diseño se había disparado. Por ello comencé una serie de esculturas en cerámica ligadas por un hilo conceptual. Algunos fueron realizados a partir de bolsas de aire, con una apariencia blanda y suave, blancos y transparentes. Otros fueron realizados a partir de réplicas de granadas. Trabajé uniendo nociones aparentemente opuestas como el lujo y la comodidad frente a la connotación violenta de las armas. El proceso trajo varias sorpresas, como las semillas que recuerdan a la forma de bocas o lenguas. Esta serie ha sido seleccionada para formar parte de la exposición itinerante ERTIBIL de este año; ya hemos podido verla en la bilbaína Sala Rekalde, en el Centro Cultural Montehermoso de Vitoria y, hasta el 22 de octubre, nos espera en el Museo de Arte e Historia de Durango. Después viajará a la Casa de Cultura de Galdakao y la Escuela de Música de Sestao.
Y el año pasado comenzó también la artista a trabajar en una acción corporal y cerámica (fotografiada por Alfonso Álvarez) en la que entrelazaba pasado y presente; naturaleza, cerámica e industria, tan enraizada en el paisaje bilbaíno que tiene cerca: Las garrafas de vidrio o damajuanas son objetos entre la artesanía y lo industrial, que actualmente han caído en desuso. Elegí cubrir estas damajuanas con hojas del árbol magnolio. Importados de América del Sur desde la colonización, sus usos a lo largo de la historia han sido diversos, especialmente para la decoración de jardines. En las culturas indígenas adquirían una serie de valores sagrados y rituales; en Europa, sus grandes y exuberantes flores fueron utilizadas para usos médicos especialmente relacionados con el cuerpo de la mujer.
Con esta instalación recuerdo el pasado industrial de Bilbao y su cambio hacia una sociedad de servicios. A su vez, me permite pensar en el carácter perecedero de nuestra cultura en relación al uso indiscriminado de los recursos naturales. Las piezas adquirieron pliegues y roturas accidentales. Son objetos inquietos que caen por su propio peso. Podemos mirar esta acción en relación a la obra Dropping a Han Dynasty Urn, de Ai WeiWei. Esta instalación se llama It Falls under its own weight o Cae por su propio peso.
El presente inmediato de la obra de Raquel pasa por su beca en BilbaoArte, cuyos frutos veremos a final de año. Y nos adelanta proyectos futuros: En estos momentos estoy centrada en el proyecto que estoy terminando en mi residencia de producción en BilbaoArte, Objeto (In)quieto. Se podrá ver en diciembre en las jornadas de puertas abiertas. En un principio el proyecto trataba de unir mi trabajo de investigación artística con la creación de un archivo en cerámica, el archivo U-IT (Una Imagen Táctil), que reúne obras de artistas que ponen en relación el arte, la cerámica y los diversos feminismos. Ha sido un año en el que he experimentado tanto conceptualmente como formalmente, y han surgido diversas piezas que conjugan ornamento y subversión o introducen acciones corporales con elementos simbólicos en cerámica.
Hubo un momento en el que advertí que las piezas que estaba realizando comenzaban a tener apariencias líquidas, blandas, a través de las huellas de diversos tipos de plásticos, y este elemento formal se convirtió en el motor del siguiente proyecto que estoy realizando. Se materializará en una exposición individual en mayo de 2019 en el Centro Cultural Montehermoso, en Vitoria. Este proyecto se llama Inadaptada Resistencia. Las piezas de esta exposición están siendo realizadas en experimentación cerámica con elementos plásticos, material vegetal y algas. Tratan de repensar uniendo elementos aparentemente opuestos como lo natural y lo artificial, nuestro lugar en el mundo con los residuos que generamos.
Seguidle los pasos aquí: raquelasensi.com