NOMBRE: Paloma
APELLIDOS: De la Cruz
LUGAR DE NACIMIENTO: Málaga
FECHA DE NACIMIENTO: 1991
PROFESIÓN: Artista
De Paloma de la Cruz, nuestra fichada esta semana, hemos tenido ocasión de hablaros en varias ocasiones en los últimos años: resultó ganadora, junto a Eladio Aguilera el pasado febrero, en la segunda edición de la beca Vasos Comunicantes de la Casa Natal de Picasso y DKV Seguros, que le permitirá exponer en ese centro y en el Pompidou malagueño; participó en residencias del C3A cordobés y pudo exhibir su obra en ese espacio; además, se sumó el año pasado a la segunda edición de La Iberoamericana en Toro.
Graduada en Bellas Artes en la Universidad de Málaga, donde ha cursado también un Máster de Producción Artística Interdisciplinar, y doctoranda en la Universidad del País Vasco, la artista ha presentado exposiciones individuales desde hace seis años en su Facultad, la Sala Iniciarte de Córdoba, el Museo Moreno Galván de Sevilla, la Galería T20 y el Centro Párraga murciano; y sus colectivas le han llevado a espacios como el Museo Universidad de Alicante, el CAC, La Térmica o el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga; la Sala Gran Capitán de Granada, la Sala El Brocense de Cáceres, la Fundación Valentín de Madariaga de Sevilla, el Espacio Unicaja de Cádiz y, en Murcia, a la Galería T20, el Palacio de San Esteban, y de nuevo, al Palacio Almudí. Encontramos a Paloma, asimismo, en el proyecto “Descripción de un estado físico”, que hace dos años presentaron en colaboración Elba Benítez y Schneider-Colao, y en citas como ARCO (siempre desde 2020), ARCOLisboa (2022), MARTE (2020 y 2022), ESTAMPA (2021) y GETXOARTE (2017).
Podemos culminar presentaciones contándoos que De la Cruz resultó seleccionada en 2015 en la convocatoria Mulier, mulieris del MUA alicantino, y al año siguiente en la III Convocatoria AHORA de Casa Sostoa; y que en 2018 recibió una beca del Programa INICIARTE y uno de los premios de artes plásticas de El Brocense y, en 2019, obtuvo el primer premio en el Certamen de Artes Visuales Málaga Crea. Ese mismo año participó en el programa La Térmica Creadores y en la III Bienal Universitaria Andaluza de Creación Plástica Contemporánea, incorporándose, además, en 2020, a las Residencias Artísticas La Puebla de Cazalla y, en 2021, a la propuesta El vuelo de Hypnos de Almedinilla (Córdoba). Igualmente, ha llevado a cabo residencias en Genalguacil, The Sea Urchins Container, Jávea; Ifitry (cerca de Esauira, Marruecos), la Bienal Contextile de Oporto o Hahatay (Senegal) y, este mismo año, ha resultado finalista en el Premio de artes plásticas La Rural de Caja Rural de Jaén, mientras que el año pasado obtuvo un tercer galardón en el I Concurso de escultura cerámica Quinta Alegre granadino.
Se suma Paloma a esta sección porque queremos saber más de su trabajo con el barro como material ancestral que ella modela desde un sentido corpóreo, carnal; de su uso del encaje como recurso capaz de erotizar espacios y de diluir fronteras entre lo público y lo privado y, en definitiva, de su creación a partir del cuerpo, no de forma explícita, pero sí a través de volúmenes y pliegues que remiten a él.
Ese mismo material, el barro, y sus posibilidades expresivas, que no encontraba en el lienzo, se sitúan en el germen de la trayectoria de Paloma, deseosa de gestar un lenguaje propio subrayando sus lazos con el cuerpo: Mi práctica se centra en su mayoría en trabajar la cerámica. Creo que todos tenemos una relación especial con el barro. Es algo primitivo, escatológico y visceral que nos llama la atención desde el primer momento en el que nos manchamos las manos con él. Lo que yo descubro en cierto momento son sus posibilidades como medio para expresar lo que necesito.
Mi obra siempre ha estado muy vinculada a la idea de cuerpo, pero al principio, como muchas de mis compañeras y compañeros, yo lo que hacía era pintar. En cuarto de carrera comprendo que este medio no me proporciona los resultados que mi producción y mi discurso necesitan. Me presento entonces de manera fortuita en la clase de escultura cerámica. Para llevar a cabo mi obra necesito cortar, manosear, amasar, manchar, modelar… ¿Hay algo más parecido al cuerpo, a la carne, que el barro? Es a partir de ahí cuando conecto con la cerámica y empiezo a querer desarrollar un lenguaje propio con ella.
Inevitablemente, los proyectos de esta autora nos sitúan ante intimidades insinuadas, erotismos inesperados; ante la ambigüedad de lo que palpita en lo inerte.
Le interesan también a esta autora las transformaciones que su medio, y el propio cuerpo, pueden generar en el espacio circundante, que no tienen que ver con la mera ocupación, sino sobre todo con el desarrollo de una emocionalidad particular: Mis intervenciones con cerámica monumental transforman la arquitectura en paisaje y cuerpo a través de un proceso de metamorfosis que convierte el espacio en una especie de geografía palpitante. La arquitectura se produce en la encrucijada entre lo empírico y lo racional, en ese momento en que un cuerpo revela su potencial: durante lo que un cuerpo puede hacer cuando se encuentra con otro.
Esta expansión escultórica y su hibridación con otras disciplinas artísticas consigue no sólo dotar al espacio de voluntad propia, sino también cuestionar y reivindicar cómo el cuerpo, en toda su multiplicidad, transforma entornos y geografías arquitectónicas. Nos dice, en última instancia, que un cuerpo no es algo que tiene una extensión limitada u ocupa un cierto espacio, sino un conjunto fluido de potencialidades afectivas de las que (todavía) no tenemos conocimiento empírico y que mutan al relacionarse con otros elementos y cuerpos.
Mis intervenciones con cerámica monumental transforman la arquitectura en paisaje y cuerpo a través de un proceso de metamorfosis que convierte el espacio en una especie de geografía palpitante.
Como nos avanzó desde el principio, el terreno de De la Cruz es el de la cerámica; busca encontrar nuevos roles y opciones estéticas para materiales a menudo de uso popular, desligados de lo masificado y lo virtual: Mi obra se centra en el carácter y empleo de técnicas destinadas al consumo tradicional, y recuperadas en la actualidad por artistas contemporáneos que rehúyen otras más actuales, en un momento en el que el empleo de lo digital y de las producciones industrializadas y en masa toman el mando. Se trataría, pues, de replantear el uso de ciertos materiales, descritos como populares, dirigiéndonos hacia unas nuevas vías de plasticidad estética que les otorguen un nuevo papel y funciones dentro de los procesos creativos actuales y del imaginario dominante.
Entre sus referentes cita a artistas que han trabajado con la arquitectura contemplándola desde aristas muy diversas; con el cuerpo, como refugio a veces maltratado a la par que inevitable; o con las formas blandas, lo que en la carne nos resulta tan propio como inhóspito. En esa línea, menciona también a algunos pensadores: Mis influencias parten de un interés muy marcado por la arquitectura del Art Nouveau, así como por artistas que trabajan con medios y discursos que son de mi interés, como Sarah Lucas, Louise Bourgeois, Duchamp, Robert Gober, Adriana Varejao, Marina Vargas o Dorothea Tanning. A nivel de autores, se encuentran entre mis referentes Georges Bataille, Eugenio Trías, Paul Beatriz Preciado, Byung Chul-Han, Hal Foster y Rosalind E. Krauss.
A la hora de adentrarnos en sus proyectos fundamentales hasta ahora, comienza Paloma por el que en 2017 mostró en la Sala de Exposiciones de la Facultad de Bellas Artes de Málaga, Erótica inversa, una constante apelación al cuerpo sin presentárnoslo de forma directa, a través de materiales artesanales: Llevé a cabo una producción artesanal de azulejos que formaban murales y revestimientos cerámicos de gran formato, esmaltados de manera que, en su conjunto, remiten a prendas de lencería íntima femenina, generándose con ello una erotización de la arquitectura. Produzco de manera artesanal, de forma que estos acabados resulten de mayor interés al que los contempla por su aspecto formal, ya que sugieren formas orgánicas y remiten al cuerpo, en lo que a sus curvas se refiere.
La mayoría de las piezas aluden a él, aunque éste nunca se muestra. El conjunto de obras, sin embargo, lo hacen presente a través de la metáfora, de la sinécdoque (que un objeto adquiera sentido humano) o de la metonimia (a través del efecto se intuye lo que lo provoca). Dadas esas sumas metafóricas, el conjunto toma valor alegórico: el cuerpo es aludido desde su ausencia, mientras que en otras ocasiones se mueve entre lo reverencial e íntimo y la exuberancia, generando con ello nuevos símbolos.
Con el contexto de la arquitectura cordobesa dialogó en 2019, en la Sala Iniciarte de la ciudad andaluza, su trabajo Clausa Corpora: Los huecos de los que provienen las formas de las piezas centrales de la exposición surgían de los generados por las columnas que rodean los claustros tan representativos y tradicionales en la ciudad de Córdoba. Además de ser relevante la carga histórica que radica en la celosía zellige de tradición árabe, que traslado a las formas que recubren los volúmenes de mi obra.
La acción de resolver la instalación de las piezas en el espacio de manera que se encontrasen a una muy elevada altura del suelo y, por tanto, del espectador, junto con el empleo de una iluminación muy tenue y puntual, generó una atmósfera que le confirió cierta relación con lo sagrado de las vidrieras en las iglesias.
Ese mismo año, en la Térmica malagueña, nos enseñó la artista Carne de cañón, propuesta igualmente cerámica y asociada al edificio y a su pasado histórico: La Térmica, como antigua Casa de Misericordia transformada en Hospital de Sangre, entre julio y diciembre de 1909 recibió a los heridos de la Guerra de Melilla que, por miles, iban llegando de tierras rifeñas tras servir de carne de cañón en defensa de los intereses de las empresas mineras de hierro y plomo que allí operaban. Desde la aparente inocencia de un hacer cerámico que no duda en explotar una primera lectura decorativista, utilicé el símbolo de la sangre como sublimación de una tragedia.
El gobierno de Antonio Maura envió a aquellos trabajadores a proteger las industrias extractivas del Conde de Romanones y de la casa Güell, provocando, entre otras cosas, levantamientos como el de la Semana Trágica, una reacción popular contra tales cacicadas en el reinado de Alfonso XIII. Sostener la sangría –recordemos, a modo de ejemplo, el célebre desastre del Barranco del Lobo- supuso el reclutamiento de casi 29.000 efectivos, para hacer frente a menos de 1.500 rifeños durante unos seis meses. Y esa operación ha sido objeto de representación, también en la propia piel del edificio: lo que veíamos eran las dataciones en días y horas de dos proyecciones de luz que se colaban hace 110 años entre los arcos de los atrios laterales, sobre sus suelos y paredes, de forma que las losetas hexagonales y azulejos se retorcían y sangraban como carne herida que sufre la historia hoy; como un pasado traído al presente para que no olvidemos qué suelo estamos pisando.
Al Centro Párraga de Murcia, hace dos años, llevó Paloma sus Arquitecturas palpitantes, uno de esos proyectos en los que el espacio adquiere entidad corpórea entablando relaciones diferentes con el público. En cierto modo, compendiaba esta muestra sus inquietudes: En proyectos como Arquitecturas palpitantes, percibimos mis intereses a través de un proceso de metamorfosis que, gracias a intervenciones con monumentales piezas cerámicas en la sala de exposición, originan la transformación de la arquitectura en paisaje y cuerpo. Esa corporeización del espacio desemboca en un acto de redimensión del mismo como una suerte de geografía corporal, palpitante carne revestida y arquitectura con voluntad propia.
El espectador se enfrenta a una experiencia que excede lo meramente contemplativo, caracterizándose por lo envolvente, procesual y profundamente sensorial. Una experiencia, también, suspendida en cuanto al desvelamiento y significación de las distintas piezas y su articulación como un todo que se apodera del ámbito expositivo; un todo que el espectador debe desentrañar gracias a su relación continuada y cambiante, siempre en movimiento, con las obras y con el espacio modificado por éstas.
Nos habla, por último, Paloma de “Nadie sabe lo que puede un cuerpo”, su primera exhibición, en 2022, en la Galería T20 de Murcia, con la que actualmente trabaja: Para mi primera exposición en la Galería T20, presenté una nueva serie de encarnaciones espaciales, site-specific y creadas para la ocasión, que vistieron la sala expositiva de carne arquitectónica. Mis características mallas de tejido cerámico alicatado transformaron el espacio en una arquitectura herida, generadora de fluidos. Si la metamorfosis es, como vaticinaría Canetti, una propiedad humana que, por medio de una ilusión, fantasía o mito, ejerce poder sobre el otro, para mí lo metamórfico, aquello que va más allá de la forma, en constante mutación, encarna una de las ideas centrales de mi práctica artística.
Y es que mi cuerpo de trabajo nace de mi propia capacidad que, como creadora, tengo para hacer del juego de las contradicciones el alimento del equilibrio. El contraste entre carne y cerámica, orificio y cerramiento, esmalte y aspereza, crudo y delicado, líquido y seco, no solo provoca las tensiones obvias en el espacio, sino que altera además los modos y los movimientos de las personas. En ese juego de máscaras y mutaciones se desplegaban las obras en “Nadie sabe lo que puede un cuerpo”.
Pronto podremos contemplar la obra de Paloma de nuevo en Málaga: Actualmente me encuentro trabajando en mi estudio en Madrid para mi próxima exposición en la Casa Natal de Picasso y el Centro Pompidou. Todo ello gracias a la beca “Vasos comunicantes”, que consiste en unir ambos espacios. El comisario del proyecto será Eladio Aguilera. Quedáis todas invitadas el 5 de octubre en Málaga para inaugurar este proyecto, en el que llevamos meses trabajando con gran ilusión, y que podrá visitarse en ambos centros hasta el 14 de enero de 2024.
Seguiremos los pasos de la artista también aquí: https://palomadelacruz.com/