NOMBRE: Guillermo
APELLIDOS: Peñalver Fernández
LUGAR DE NACIMIENTO: Tarragona
FECHA DE NACIMIENTO: 1982
PROFESIÓN: Artista
Os hemos hablado de él hace pocos meses, con motivo de su incorporación a la nómina de artistas de la Galería asturiana Gema Llamazares y su primera exhibición en esa sala, “Blanco sobre blanco”, aunque comenzamos a fijarnos en Guillermo Peñalver hace un par de años, cuando presentó en el Centro de Arte Alcobendas “Engranajes de papel”, una selección de dibujos y collages en torno a la maquinaria en los que quedaba claro que la sutilidad era fruto de un proceso de trabajo minucioso y desarrollado a fuego lento.
No hay solemnidad en la obra de Guillermo, que se ha servido del dibujo y el collage para crear desde una libertad ajena a las imposiciones que asociamos a la pintura aunque la huella de este medio no deja de ser innegable en buena parte de su producción: no es raro que emplee las tijeras, los recortes de papel, para obtener resultados próximos a lo pictórico.
Fichamos a este artista porque encontramos algo nuestro, y de todos, en esas irrupciones de lo natural en lo doméstico y lo urbano (o del instinto en lo ordenado), en sus dicotomías entre lo que funciona de forma orgánica y lo que sigue las reglas de la mecánica y en sus cuerpos híbridos o monstruosos dispuestos a ser intervenidos -o a pasar cirugía- en talleres. La naturaleza parece desafiarnos primero para convertirnos a su religión después.
Los inicios de Guillermo en lo artístico fueron tempranos, aunque su camino se hizo más claro tras decidirse a estudiar Bellas Artes: Empecé a ir a clases de dibujo y pintura sobre los 10 años, por aquel entonces no sabía si iba a ser artista o qué, pero la idea de estudiar Bellas Artes rondaba mi cabeza, quizás porque suponía que era lo único que se me daría bien. De hecho, era el motor que me hacía ir aprobando el instituto, no fui muy buen estudiante. Ya terminadas todas las trabas estudiantiles, empecé Bellas Artes y allí es donde me reafirmé. Lo que quería hacer era dibujar y pintar, prácticamente lo que hago ahora, además de los trabajos alimenticios. Pero soy muy disciplinado y es que las cosas solo salen trabajando. Algunos defendemos bastante a los artistas con horarios, aquí tenéis uno.
Y en lo que trabaja es en obras que plantean las relaciones entre lo natural y lo construido por la mano humana (a veces desde la invasión, otras desde la comunión), y además asuntos ligados a la autobiografía, el paisaje, el ornamento, el cuerpo, la narración, la poética y el erotismo. Su manera de abordarlos es personal y fresca: juega con escalas y composiciones fragmentadas, introduce toques de ironía que percibiremos solo si observamos sus obras con atención y no teme las dificultades derivadas de hablar de lo irracional o lo mecánico trabajando con una precisión y un cuidado próximos a lo artesanal.
A la hora de recoger influencias, Guillermo no se cierra puertas y concibe la observación, la escucha y el conocimiento de otras manifestaciones culturales como parte de su proceso creativo. Cita entre ellas el propio arte, el cine, la literatura (sobre todo novela y comic), la música, el viaje en el metro y los objetos de coleccionismo en general. Las ideas están en el aire y entra dentro de su trabajo recogerlas.
Como soporte emplea el papel, y muy a menudo también es este su herramienta: Trabajo sobre y con el papel, en dibujo, con lápices de colores o grafito y en acuarelas, collages o papier collé. Los formatos van desde 15x10cm hasta 150x200cm. También elabora instalaciones murales en las que crea ambientes y atmósferas partiendo del formato íntimo y delicado que es el citado papel, desbordando su planitud.
Lo veíamos precisamente en la muestra “Blanco sobre blanco” en Gema Llamazares, una de sus propuestas con un carácter más claramente autobiográfico: El proyecto parte de la intención de hacer un pequeño homenaje a dos de mis mejores amigos, María Alabau y Andrés Pachón, que por cuestiones de la vida, se han marchado a vivir-trabajar fuera (donde el metro no llega). La exposición fue comisariada por Óscar Alonso Molina; para mí significaba mucho ya que Óscar fue mi profesor de Proyectos de pintura, allá en el 2007 en la facultad de Bellas Artes de Aranjuez, y me resultaba muy fácil, él se puede decir que me conoce desde “pequeño”. Han realizado un “cuaderno de autor” en el que aparece la conversación que mantuvimos a lo largo del proyecto, contando desde las imágenes que me atraen hasta mis propios procesos, con algunas imágenes de las obras.
Como contábamos entonces, sin necesidad de presentar con exactitud detalles de la relación de los tres amigos, aquella exposición sí transmitía lo intenso de su amistad y también extrapolaba aquella vivencia personal a sentimientos con los que cualquiera puede empatizar, como el dolor tras una pérdida o la nostalgia que trae el paso del tiempo o el tránsito hacia la edad adulta.
Antes participó Guillermo en las colectivas “Dibujos Literarios” – en el Cuarto Real de Santo Domingo, donde trabajó a partir del Macbeth de Shakespeare – y “Paperwork. Spanish Contemporary Drawing”, comisariada por Mónica Álvarez Careaga en el Today Art Museum de Pekín. Revisó el mito del minotauro en 2015 en la Galería Pedro Gallego de Lerma de Valladolid (con la colaboración de La Gran) y expuso en 2014 en el Centro de Arte Alcobendas sus visiones sobre lo mecánico, lo racional y lo irracional, lo que por alguna razón queda dentro o queda fuera de nuestro entendimiento o nuestra capacidad de apertura. Nos enseñaba entonces una fábrica de velas regentada por personajes de apariencia autómata y del hombre-oreja, que transitan entre salas de espera. También habéis podido conocer su obra en ferias como Swab, Just Mad y Art Marbella.
¿Y lo próximo? En febrero de 2017 se podrá ver obra nueva en Drawing Room, con la Galería Gema Llamazares. Un proyecto en común con Estefanía Martin Sáenz sobre mitologías tradicionales europeas, no desvelo más.
Queda poco para la feria, antes podéis conocerlo mejor en su web, con el significativo nombre de www.hombrenariz.com