Fichados

David Martínez Suárez

David Martínez SuárezNOMBRE: David

APELLIDOS: Martínez Suárez

LUGAR DE NACIMIENTO: La Hueria, Asturias

FECHA DE NACIMIENTO: 1984

PROFESIÓN: Artista

 

 

Han sido bastantes las oportunidades que hemos tenido de acercarnos al trabajo de nuestro último fichado en lo que llevamos de año: en “Después del 68. Arte y prácticas artísticas en el País Vasco 1968-2018”, muestra esencial del Museo de Bellas Artes de Bilbao que finalizó hace medio mes; en la colectiva “Línea”, en la Sala de Exposiciones Sabadell-Herrero de Oviedo, donde presentó su obra junto a la de Herminio, Irma Álvarez Laviada, Faustino Ruiz de la Peña, PSJM y Gabriel Truan, o en “Todo lo que es cuerpo”, de nuevo en Oviedo, en el estudiopablodelillo, junto al fotógrafo Marcos Morilla. También fue David Martínez Suárez uno de los ganadores de las Becas Leonardo a Investigadores y Creadores Culturales 2018, en la categoría de Artes Plásticas y Arte Digital, por su proyecto Mente salvaje, basado en un sistema de notación para danza creado por Rudolf von Laban que permitiría registrar gráficamente los movimientos y su ritmo. Después volveremos a él.

Licenciado en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco, donde también ha cursado un máster en Investigación y Creación en Arte, David ha recibido asimismo becas de la Diputación Foral de Vizcaya, la Fundación BilbaoArte –para desarrollar un proyecto en Kunsthaus Bregenz– y eremuak; junto con Lorea Alfaro, Manu Uranga y Jon Otamendi obtuvo la beca de difusión del Gobierno Vasco para su proyecto MLDJ, realizado entre 2010-2011 en Bilbao, y ha desarrollado residencias en la Tabakalera de San Sebastián o l’Estruch, en Sabadell. Para él fue la sexta edición del Premio LABjoven Experimenta de LABoral y en 2011 fue uno de los seleccionados en ART<30, el certamen convocado por la Sala Parés, en la XXII Muestra de Artes Plásticas de Asturias y en Art Nalón.

Asimismo, entre 2007 y 2010 colaboró en la investigación y publicación del catálogo razonado de la escultura de Jorge Oteiza y ha presentado muestras individuales en la Sala Rekalde, el Museo Barjola, Carreras Múgica, la Galería Gema Llamazares de Gijón, LABoral, la Galería Parra & Romero o la Sala Borrón de Oviedo. Sus colectivas le han llevado, entre otros centros, a Moisés Pérez de Albéniz, la Galerie Lisi Hämmerle de Bregenz, el COAM madrileño, el Museo Guggenheim, la Sala Amarica y ARTIUM (Vitoria) o la mencionada Fundación BilbaoArte, y ha participado en ferias como JustMad o Sculto.

David Martínez Suárez. El elemento material, 2019
David Martínez Suárez. El elemento material, 2019

Conocimos al artista hace cerca de siete años, de la mano de Inercia, el proyecto que le valió precisamente el Premio LABJoven en 2012. Aunaba las líneas en las que ya venía desarrollando su trabajo: la creación fílmica, en la que concede un rol fundamental al montaje a la hora de desarrollar sus narrativas, y los trabajos estríctamente plásticos: instalaciones –planteadas, no como escenografías, sino como campos de relación entre objetos y espacios– en las que combina la escultura, la fotografía y determinados materiales que aportan ecos performativos, en aquel caso, moldes que llevaban a un plano más cercano y terreno lo desarrollado en un filme. Unos elementos concedían contexto a los otros, de los que podíamos considerarlos puntos de acceso, y enriquecían el relato común del conjunto generando un cosmos de experiencias: esos nexos atractivos hacen que esta semana se sume a esta sección.

Como a todos nuestros fichados, a David también le hemos preguntado por sus comienzos, cuando y por qué inició su trayectoria artística: Creo que son una sucesión de decisiones, al principio casuales, las que hacen que termine dedicado a esto. Vas juntando tus intereses a los de compañeros que comparten espacios similares y eso te lleva a donde estás. Pero principalmente tras la Universidad.

Resulta muy difícil poner etiquetas cerradas a los trabajos de Martínez Suárez, en las que comparten espacio lo cotidiano, lo científico y lo que solo su intersección puede hacer visible: podemos acordarnos de sus mesas aparentemente tomadas de un laboratorio científico en las que, inesperadamente, encontrábamos utensilios habituales como ollas de cocina; de ellas brotaban nubes de vapor que formaban un haz de láser, de otro modo imposible de atisbar, y que a su vez remitían a las nubes de humo propias de los paisajes industriales asturianos, presentes en fotografías que acompañaban el conjunto. Una vez más, el artista abordaba con medios muy diversos un eje narrativo común: piezas de índole heterogénea se relacionan unas con otras desarrollando una narrativa en expansión.

Esta narrativa puede tener que ver con el cuerpo humano, la tecnología, las relaciones sociales o las problemáticas actuales de los espacios industriales, pero no podemos deducir que estos temas aparezcan constantemente en las obras de David, sino que debemos más bien entenderlos como conceptos que le ayudan a estructurar sus ideas, a vertebrar las direcciones por las que transitarán sus proyectos. Le interesan más al artista las circunstancias inesperadas que puedan incidir en sus procesos creativos que los posibles significados concretos de cada una de sus piezas aisladamente: el contenido nace de los elementos expuestos, pero no ha sido previamente establecido con el fin de buscar después para él una solución o formalización material. Debemos prestar atención al lenguaje, a las variables que explican que sus proyectos adopten la construcción que vemos.

David Martínez Suárez. Acróbata azul, 2017
David Martínez Suárez. Acróbata azul, 2017

A la hora de definir sus intereses, David nos habla de la idea de que las obras de arte pueden constituir una gran obra constantemente en proceso. Como decía Oteiza, sólo existe un artista que va cambiando de nombre y lugar. Me interesan los objetos que aparecen dispersos como asteroides, que tienen una parte que sobresale de la superficie, pero que funcionan como un iceberg: su masa es mayor en lo que ocultan, lo que está bajo la superficie. Restos y fragmentos de cosas más grandes, enlaces algunos de ellos voluntariamente rotos entre algo obviamente decorativo, y algo más complejo.

Sus referencias son muy diversas y transitan entre la escultura, el constructivismo, la cultura popular y el cómic (Me resulta imposible desligarme de la cultura popular, que puede ir de Beyonce o Dave Gahan, los comics de Charles Burnso y Sophie Crumb. También artistas como Lyuvov Popova, Oteiza o Pierre Huyghe) y a la hora de explicar sus técnicas y formatos, opta, lo veíamos antes, por una flexibilidad abierta a las complejidades del camino: Pienso en una idea de escultura amplia, permeable, que permite acercarse a cualquier medio. Una idea en la que objetos aparentemente diversos comparten una mutua esfera de experiencia.

Pienso en una idea de escultura amplia, permeable, que permite acercarse a cualquier medio. Una idea en la que objetos aparentemente diversos comparten una mutua esfera de experiencia.

Mi procedimiento es una especie de cuadrícula, tiene que ver con asignaciones o con un tipo de topografía mental-estética que se extiende entre el control y la perdida de control. Son cosas revoloteando, pero para que revoloteen tienen que estar unidas o atadas a otra cosa: la destrucción, el desperdicio. Se refiere David a los nexos entre sus obras como relaciones que pueden parecer arbitrarias y caóticas pero que son totalmente contingentes.

Nos detendremos algo más en alguno de sus proyectos, como Inercia, la obra que, como avanzábamos, resultó ganadora de la sexta convocatoria del Premio LABjoven_Experimenta. Como su título anuncia, este trabajo aludía a la “resistencia que opone la materia para modificar su estado de reposo a movimiento” y Martínez Suárez vinculaba el concepto a los disturbios que se produjeron en varias ciudades europeas a raíz de los efectos de la última crisis económica. Seleccionó fragmentos de la película Streets of Fire y los mezcló con renderizaciones tridimensionales de personajes y elementos serie de videojuegos Halo, fusionando así dos universos y planteando las diferencias existentes en nuestra relación con el tiempo en tres contextos: la sala de exposiciones, la de proyecciones fílmicas y el salón recreativo, donde nuestra experiencia con las narrativas ofrecidas se desarrolla de forma diferente. Vídeo y moldes interactúan entre sí y pueden hacerlo con el público cuando este los asocia.

Años después, en 2016, en la capilla del Museo Barjola, David presentó Punto de origen, que constaba de esculturas y objetos encontrados reunidos merced a la acumulación y a sus intersecciones, al apropiacionismo. Tomaba y manipulaba lo dado, eligiendo no producir información sino modificar la ya existente, proponiendo alternativas. En la capilla del Museo, las posibilidades de acercamiento eran ricas; en palabras de Alfredo Aracil, autor de la publicación que acompañaba la exposición, nos encontrábamos ante un ejercicio de dixis: la reunión en un contexto de amplias connotaciones, como es la capilla del Museo, de una serie de obras que se refieren al espacio que ocupan en nuestra tradición como comunidad, al mismo tiempo que interrogan las infinitas relaciones y desencuentros entre forma y discurso. Se abren, así, una sugerente brecha en las expectativas del espectador, obligado como queda a trabajar mentalmente a la manera del artista cuando integra lo individual y lo personal en sus estructuras de memoria colectiva. La pobreza de los materiales, como las maderas empleadas, apenas sin tratar, se convierte de esta forma en una metáfora de la resistencia, aunque también de la irremediable destrucción de lo que un día fue útil. A veces no es posible la armonía y los fragmentos estallan los unos contra los otros a la espera de ser recuperados. Ninguna escenografía es entonces posible, solo queda la asunción de una relación potencial entre las partes de uno todo.

Una parte de aquel proyecto también se exhibió en la Sala Rekalde, en “Menos da una piedra”, una muestra en la que de nuevo dialogaban lo extraño y lo cotidiano y nos recordaba David maneras de relacionarse y de hacer en vías de desaparición. Las referencias eran, como siempre, diversas, pero tenemos que citar a Oteiza. Explicaba: Cuando miro muchas performances o instalaciones de la década de los 60 y 70, me parece que fueron realizadas con el fin de terminar en una imagen en blanco y negro, como en el caso de Beuys en la Rene Block Gallery o de Vito Acconci en Sonnabend Gallery de NY. En Punto de origen partía de la imagen de una Caja Vacía de Oteiza, fotografiada en su casa de Irún frente al paisaje. Dicha imagen siempre me ha parecido muy potente, y más todavía cuando encontré otra en la que el propio artista aparecía fotografiando la caja con una cámara de medio formato a través del cristal. Ambas son directas, como instantáneas de trabajo en el estudio, pero a la vez contienen un potencial que no puedo reducir tan solo a una cuestión de fetichismo ni de nostalgia por lo analógico. Entiendo estas dos imágenes, casi de plano-contraplano cinematográfico, como parte del espacio, como algo que ocurre (…). Alfred Jarry describió la bicicleta como un dispositivo cristiano de martirio y sufrimiento. Se movía por París montado en su bicicleta de pista Clement Luxe 96, sobre todo para vivir y no pensar, desde la que él mismo aseguró que las impresiones visuales se sucedían con la rapidez suficiente como para no poder retener sino la resultante. Algo parecido es lo que encontramos en las propuestas de David.

Actualmente trabaja el artista en el citado Mente salvaje, un proyecto financiado por la Beca Leonardo de la Fundación BBVA que finalizaré a lo largo de este año. Propuso al bailarín Ángel Zotes que adaptara a determinados escenarios una parte de su obra en la que emplea un elemento concreto ajeno a su cuerpo (un palo) para generar movimiento. A ese elemento generador de dinamismo se sumarán otros, como gomas elásticas, una bici… Mente salvaje sugiere, a partir de un montaje material no previamente determinado, la transición del planteamiento intelectual a la acción artística en un trabajo en el que alguien que domina física (y creativamente) su cuerpo puede integrar su práctica (la danza) en una propuesta escultórica difícilmente clasificable. Parte de esta propuesta pudo verse en la muestra en el estudiopablodelillo de Oviedo de la que hablábamos al principio.

Nos avanza David una próxima muestra: Por el momento, tengo prevista una exposición en la librería Anti de Bilbao para mediados de mayo.

Sabed más aquí: http://www.davidmartinezsuarez.net/

David Martínez Suárez. Celosía-Laban, 2018
David Martínez Suárez. Celosía-Laban, 2018

Una respuesta a “David Martínez Suárez”

  1. Txema

    Lo feo también puede entrar en el mercado, por qué no !

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Comentarios