El Museo Reina Sofía compra 13 obras en ARCO 2020

Corresponden a ocho artistas y el coste de las adquisiciones ha sido de 206.000 euros

Madrid,

Como es habitual, el Museo Reina Sofía ha incrementado su colección en ARCO, esta vez con la adquisición de 13 trabajos de ocho artistas: Cabello/Carceller, Victoria Gil, Sara Ramo, Henrik Olesen, Daniela Ortiz, Jacqueline Mesmaeker y Ana Buenaventura. El valor total de las nuevas incorporaciones ha sido de unos 206.000 euros (el año pasado el centro compró en la feria piezas por valor de cerca de 350.000).

Buscando completar sus fondos vinculados a los discursos feministas debatidos desde los noventa, el MNCARS ha adquirido una escultura de Cabello/Carceller, equipo formado, en 1992, por Helena Cabello (París, 1963) y Ana Carceller (Madrid, 1964). Su producción abarca instalaciones, escritura, performance, vídeo, escultura o dibujo y la pieza adquirida, Sin título (1994), recuerda la inclusión del pensamiento queer en la práctica del dúo, en un momento en que esas teorías desafían al feminismo clásico y a la división tradicional de géneros.

Cabello/Carceller. Sin título, 1994
Cabello/Carceller. Sin título, 1994

Por razones parecidas se incorpora, por primera vez, a la colección del Reina Sofía una obra de Victoria Gil. Esta autora extremeña ha realizado esculturas o  instalaciones, pero se considera sobre todo pintora y su obra plasma su visión del cuerpo humano, del feminismo y de la peor cara de la publicidad. En las cuatro pinturas de gran formato de la serie Realidades bidimensionales (1990), que ha adquirido el Museo, se subraya la cuestión de la carnalidad y la ambigüedad de un erotismo asociado a gestos orales.

Sara Ramo (Madrid, 1975) expuso recientemente en el Reina Sofía y en Alcalá 31 y su presencia en el contexto del arte internacional y latinoamericano ha crecido en el último año. La ausencia de su obra en la Colección del Museo se subsanará con Minhas e Suas (2018, obra en proceso), un conjunto de once esculturas con forma de muñecas de distintos tamaños, hechas a mano con arcilla, cemento, plumas, pelo humano, plástico, cinta aislante, bisutería y residuos. A esta obra se añade el vídeo Una y otra vez, producido en 2019 para la citada exposición “lindalocaviejabruja” del programa Fisuras del Museo, en el que se refiere al rol de la mujer desde una perspectiva escenográfica en la que convergen las experiencias autobiográficas de la artista y las cotidianas y diversas.

Sara Ramo. Minhas e Suas, 2018
Sara Ramo. Minhas e Suas, 2018

El trabajo de Daniela Ortiz (Cuzco, 1985) aborda, por su parte, asuntos relacionados con la inmigración, las diferencias entre clases sociales, la nacionalidad o el género, condiciones que le sirven para estudiar conceptos como el colonialismo, el racismo o el poder y su nexo con las instituciones. Su práctica artística se formaliza a través de pintura, performance, vídeo, fotografía, o escultura, entre otros medios, y el MNCARS ha comprado Pinturas de castas (2019): dieciséis pequeños cuadros enmarcados que recuperan un género pictórico, el de las series o pinturas de castas, que se popularizó en el siglo XVIII en los virreinatos americanos. También son sus primeras obras en la colección del Reina Sofía.

De la práctica artística de Henrik Olesen (Esbjerg, Dinamarca, 1967) también dio cuenta el Museo el pasado verano. Investiga, desde un planteamiento conceptualmente riguroso, las estructuras de las relaciones de poder y los sistemas de conocimiento y emplea materiales baratos y comunes para elaborar collages, carteles, textos, esculturas, instalaciones e intervenciones arquitectónicas en las que examina, desde una postura crítica, la cultura contemporánea y las normalizaciones propagadas socialmente, cuestionando las convenciones de lo cotidiano en la familia o en la construcción de las identidades y su historiografía, los medios de comunicación, los discursos legales o la historia del arte. La obra adquirida para la Colección del Museo, Inferno (2016), formó parte de esa primera exposición monográfica en España que le dedicó al artista el Museo el año pasado.

Henrik Olesen. Inferno, 2016
Henrik Olesen. Inferno, 2016

La obra de Jacqueline Mesmaeker (Bélgica, 1929) bebe de la poesía y la literatura: de Lewis Carroll, Chateaubriand, Valéryv Larbaud, Peter Handke, Paul Willems, Mallarmé, Virginia Woolf o Paul Claudel. En la línea de Marcel Broodthaers, lleva a cabo una particular crítica al mundo aristocrático y burgués y en la serie Introductions Roses (2019), adquirida por el Reina Sofía, se observa cómo se sirve del libro como objeto y juega con la noción de lectura a través de la palabra, pero sobre todo de la imagen, usando para ello el dibujo o el trenzado de materiales. De Mesmaeker el centro también ha adquirido Les Portes Roses (1975).

Por último, Ana Buenaventura (Madrid, 1942) ha estado vinculada, durante toda su carrera artística y de investigación, al Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid. Su producción tiene su origen, tanto en la arquitectura como en la plástica, en las posibilidades de cálculo y desarrollo de un ordenador, lo que emparentaba los resultados con un orden biológico en el que podía entrar a ejercer un papel esencial tanto la entropía como el caos. Las dos piezas que ha adquirido el Museo, pertenecientes a la serie Orden cósmico (1970-1971), parten de una unidad que, reiterada y modulada, termina construyendo un sistema, una estructura que arranca del automatismo del ordenador y cuyos límites se encontraban en el soporte bidimensional mismo marcado en ocasiones por las dimensiones del papel corrido que podía entrar en la impresora.

Ana Buenaventura. Sin título, 1970
Ana Buenaventura. Sin título, 1970

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