El más longevo de los museos municipales de Zaragoza, el dedicado a Pablo Gargallo, cumple este año cuatro décadas mientras sus instalaciones son objeto de una reforma ambiciosa que afectará tanto a su planteamiento museográfico como a la accesibilidad de sus visitantes y a la sostenibilidad de su gestión.
El año pasado el centro, que cuenta con unos fondos de casi doscientas obras del escultor y pintor de Maella, alcanzó un récord de público en su historia: superó los 50.000 espectadores, cifra un 11,6% superior a la de 2024. Su acervo, compuesto por un centenar de esculturas, dibujos, estampas, cartones y joyas, se completa con amplia documentación donada por la familia del artista en 2022 y tiene su prolongación en la plataforma Google Arts & Culture, que recoge ya 195 imágenes de sus creaciones, una treintena de vídeos y reportajes digitales.
Los trabajos de renovación que actualmente se acometen, y que supondrán una inversión de 485.000 euros correspondientes a fondos Next Generation, se iniciaron en abril y finalizarán, según lo previsto, en el primer trimestre del año que viene. Se incorporará entonces al recorrido expositivo documentación inédita, nuevas piezas, mejoras de accesibilidad inspiradas en la sala Entre Luces y espacios interactivos que permitirán redescubrir la figura de Gargallo desde una perspectiva más actual.
Recordamos que el museo tiene su sede en el Palacio de Argillo, un edificio del siglo XVII en la capital aragonesa, declarado Monumento Nacional, y fue inaugurado en 1985 gracias a la primera donación de piezas de la familia del artista. Desde entonces, su colección se ha incrementado de manera sostenida gracias a otras donaciones y adquisiciones.
En estos cuarenta años, el Museo Pablo Gargallo ha acogido muestras de autores como Auguste Rodin, Antoine Bourdelle, Eduardo Chillida, Luisa Granero, Ira Torres o Joan Miró, ha promovido otras monográficas de Gargallo a nivel nacional e internacional e impulsó el Premio Internacional de Escultura Pablo Gargallo, que se concedió entre 1987 y 1992.


ARABESCO CON LA SOLDADURA
Nacido en esa localidad zaragozana de Maella en 1881 (el mismo año que Picasso), Gargallo y su familia emigraron pronto a Barcelona en busca de mejores condiciones económicas. A los catorce años trabajaba ya en un taller de alfarería y no tardó en ser admitido como aprendiz sin sueldo en el obrador del escultor Eusebio Arnau, mientras asistía igualmente a clases nocturnas de dibujo. Más tarde logró entrar en la Escuela de La Lonja, donde impartía en ese momento lecciones de escultura Venancio Vallmitjana, y no faltó a la célebre tertulia de Els Quatre Gats, donde conoció al citado Picasso, a Nonell, Ricard Canals, Jacinte Raventós o Manolo Hugué.
En 1903, de la mano de una beca de La Lonja, se trasladó a París, donde entabló contacto con Max Jacob y estudió la obra de Rodin, que por eso recaló en Zaragoza en su museo. Al año siguiente volvió a Barcelona y dos años después realizó en la Sala Parés su primera muestra individual, pero no tardó en regresar, aunque brevemente, a la capital francesa, donde en 1907 pudo pasar una noche en el estudio de Picasso en el Bateau Lavoir, en el que contempló las recién pintadas Señoritas de Avignon, que le impresionaron mucho. De ese año data su Pequeña máscara con mechón (ahora en el Hirshhorn de Washington), ejecutada en chapa de cobre recortada, punto de arranque de posteriores trabajos en chapa metálica, bastantes de ellos máscaras, donde trató a menudo de lograr concavidades.
Después de llevar a cabo las esculturas del Palacio de la Música Catalana, volvió a París en 1912 y retomó su ya asentada amistad con Picasso, Braque, Hugué, Apollinaire, Max Jacob, Modigliani y Juan Gris. Este último le presentó a Magali Tartason, con quien se casó en 1915, y el malagueño lo introdujo a Léonce Rosenberg y Antoine Level, que se hicieron con sus primeras composiciones metálicas. Una afección pulmonar grave lo obliga después a desenvolverse en pequeños y medianos formatos y joyería durante dos años: la salud tuvo que ver en sus procedimientos en esta etapa.
En 1920 fue nombrado profesor de escultura y maestro de repujado en la Escuela Técnica de Oficios de Arte de la Mancomunidad de Cataluña, pero en 1923 fue destituido del puesto por su apoyo al profesor Dwelshauvers, expulsado del centro, y el matrimonio Gargallo con su hija se instaló entonces en París definitivamente, iniciándose ahora un periodo fundamental para su escultura -la segunda época del cobre- marcado por el empleo de volúmenes cóncavos y de grandes formatos en los que se sintetizan influencias modernistas y cubistas. En 1928 se fecha su célebre Kiki de Montparnasse (de la que nos dejó varios ejemplares en bronce; uno de ellos en el Museo Pablo Gargallo).
Como Picasso, aprendió de su amigo Julio González la técnica de la soldadura autógena y en 1929 dio comienzo a su fase del hierro, material en el que elaboró primero en chapa, y después en plancha, numerosas esculturas, como Greta Garbo con mechón y Greta Garbo con pestañas, ambas de los treinta. En 1933 realizó en bronce quizá su pieza más conocida, El gran profeta; también Urano, uno de cuyos ejemplares conserva asimismo el Museo Pablo Gargallo. En su último año de vida, en 1934, expuso con respaldo de crítica y público en Nueva York, en la Galería Brummer, y en Barcelona, en la Sala Parés.



OTRAS NOTICIAS EN MASDEARTE: