Ni su figura ni su obra son fácilmente clasificables: hay quien dice de él que fue un outsider y quien cree que conoció al máximo los resortes del mercado del arte. El artista estadounidense William Copley, a quien algunos conoceréis como CPLY, es autor de delirantes pinturas narrativas y de dibujos e instalaciones con los que cuestionó los límites del decoro. Además de artista fue coleccionista, mecenas y amigo de artistas surrealistas europeos y americanos; hay expertos que enmarcan su producción en esa corriente.
La primera gran muestra de Copley en Estados Unidos la presenta, hasta el próximo 19 de julio, la Menil Collection de Houston. Se han organizado en colaboración con la Fondazione Prada milanesa y cuenta con aproximadamente un centenar de pinturas y dibujos sobre papel con los que este centro busca introducir al público en su producción. A través de trabajos fechados entre los cincuenta y los noventa, podemos conocer la evolución de su estilo pictórico y su interés por la continua experimentación con líneas, colores y esquemas compositivos, pero sobre todo, con las posibilidades de la alegoría y las aplicaciones artísticas del humor.
Autodidacta, Copley viajó a París en los cincuenta y allí comenzó a encauzar un estilo figurativo y procaz con el que se alejó de las tendencias abstractas entonces dominantes. Aquella obra inicial del artista, la desarrollada en los cincuenta y los sesenta fundamentalmente en Francia, está marcadamente influida por el Surrealismo y sus lúdicas asociaciones, pero también por la creación popular mexicana, la animación desarrollada entonces en Estados Unidos, el vodevil y la imaginería del cine mudo. Es recurrente la presencia en su obra de desnudos y coches y también las referencias a la poesía y al nacionalismo.
Con el paso de los años, creció su interés por la política, la psicología y la sexualidad, y su abanico de influencias se amplió hacia el pujante Pop.
Hijo adoptivo de un magnate de la prensa, William Copley fue el “garbanzo negro” de su familia, políticamente conservadora. Él abrazó causas izquierdistas y se rebeló contra las convenciones. Fue su cuñado John Ployardt quien lo puso en contacto con artistas surrealistas que hoy consideramos genios y que entonces vivían en la oscuridad pública, como Man Ray o Max Ernst; también con Duchamp.
En 1948, Copley, en colaboración con Ployardt, abrió galería propia en Beverly Hills, pero aquel negocio solo pervivió seis meses. No hubo mal que por bien no viniese, y el cierre de la sala le permitió a Copley hacerse con una importante colección personal, sobre todo de creaciones surrealistas. Precisamente en la Menil Collection podemos ver algunos de los trabajos que atesoró, entre ellos obras de Wifredo Lam, Jean Tinguely, Man Ray, Max Ernst y René Magritte.
Completan además la muestra seis carpetas de portfolios con grabados y grabaciones sonoras de artistas como Marcel Duchamp, Man Ray, Richard Hamilton, Meret Oppenheim, Richard Artschwager, LaMonte Young, Bruce Nauman, Walter De Maria o Yoko Ono. Copley quiso venderlas por suscripción a precios asequibles a particulares, eludiendo galerías y museos con el fin de democratizar el arte. Los portfolios llevaban el nombre genérico de SMS (Shit Must Stop).
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