Durero, la mirada sin fronteras

La National Gallery presenta su mayor muestra británica

Londres,

Paradójicamente culminado el Brexit, la National Gallery de Londres acoge la primera exposición significativa en Reino Unido de uno de los artistas que, en el siglo XVI, más tuvieron que ver con la unión (plástica) europea. Alberto Durero nació hacia 1470 en el corazón de la actual Alemania, en Nuremberg, ciudad germánica por excelencia, rodeada de murallas y poblada de casas de agudos piñones y esencia gótica. Era hijo de un orfebre y estudió con el pintor y grabador Michael Wolhgemuth pero, impulsado por su voluntad de conocimiento, viajó mucho y lejos hasta que, siendo ya un pintor reconocido, trató a Patinir y Van Orley en los Países Bajos y recorrió dos veces la zona norte de Italia, deteniéndose en Venecia, donde admiró a Giovanni Bellini.

En Durero, el afán de saber propio del Renacimiento se unió a su deseo personal de perfeccionamiento: cuando sabía de algún animal entonces desconocido llegado de las Indias, corría a dibujarlo con el mismo interés con el que el naturalista copia las plantas que estudia. Probablemente ese fervor por el saber le condujo a convertirse en uno de los teóricos del momento: consideraba que la superioridad del arte clásico se debía a la teoría y lamentó que no se conservaran tratados de los grandes artistas de la antigüedad. Valoraba sobre todo a quienes no se dejaban llevar por la imaginación, creyendo que la vía para evitar esa arbitrariedad era conocer bien las proporciones, por eso escribió un tratado dedicado a ellas y unas Instrucciones sobre la manera de medir. Seguramente ha sido, además, uno de los más grandes dibujantes, aunque el gran reconocimiento internacional le llegó gracias a sus grabados, en los que alcanzó un virtuosismo desconocido hasta el momento.

Alberto Durero. Retrato de hombre joven, 1521. British Museum
Alberto Durero. Retrato de hombre joven, 1521. British Museum

La exhibición londinense, abierta hasta el final de febrero en el ala Sainsbury del Museo, repasa esas facetas como pintor, dibujante y grabador a través de obras que, en su mayor parte, se exhiben en Gran Bretaña por vez primera y que proceden de museos y colecciones de todo el mundo. Pero sobre todo hace hincapié en sus viajes: a los Alpes e Italia a mediados de la década de 1490; a Venecia en 1505-1507 y a los Países Bajos en 1520-1521, traslados todos que pusieron en contacto al alemán con artistas de primer nivel, avivaron su ya encendida curiosidad y aumentaron su fama e influencia.

Entre los préstamos fundamentales llegados a la National Gallery destacan los de Cristo entre los doctores (1506), del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza; San Jerónimo (1521), del Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa; Retrato de un hombre (1521), del Museo del Prado y el de la pintura a doble cara Madonna y niño (hacia 1496) de la National Gallery of Art de Washington. Otros trabajos proceden del Suermondt-Ludwig-Museum de Aquisgrán, la Albertina de Viena, el Staatliche Museen de Berlín, el Louvre parisino, el Rijksmuseum de Ámsterdam, el British Museum, el Fitzwilliam Museum de la Universidad de Cambridge, el Ashmolean de Oxford o el Metropolitan neoyorquino.

Alberto Durero. Madonna y Niño, hacia 1496-1499. ational Gallery of Art, Washington DC
Alberto Durero. Madonna y Niño, hacia 1496-1499. National Gallery of Art, Washington DC

La exhibición comienza adentrándose en el progreso en la carrera de Durero en los años posteriores a su regreso a Nuremberg. tras su mencionado paso por los Alpes e Italia: el San Jerónimo de 1496, en los propios fondos de la National Gallery, revela el enorme desarrollo de sus capacidades tras aquella visita italiana, por el detallismo en su paisaje y su reverso extraordinario. A continuación podemos contemplar algunos de los primeros estudios que llevó a cabo sobre la proporción humana tras conocer Venecia de 1505 a 1507, periodo en el que registró sus impresiones sobre la ciudad en las cartas que envió a su amigo Willibald Pirkheimer; una de ellas, justamente, la recoge la National Gallery junto con tres retratos y Cristo entre los doctores. Además, dos estudios de este cuadro se incluyen entre un impresionante grupo de dibujos.

De vuelta nuevamente a Nuremberg, comenzó Durero a trabajar para el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Maximiliano I, antes de embarcarse en un viaje al norte, hacia Aquisgrán, donde iba a ser coronado como emperador Carlos V. También se acercó a los Países Bajos, gobernados entonces por Margarita de Austria, tía de aquel monarca y, en el apartado de la muestra dedicado a aquella etapa, veremos la única página que se conserva de un diario que Durero dejó de sus viajes en 1520–1521, donde detallaba su itinerario, sus gastos y encuentros. A continuación, no podemos perdernos una selección de geniales retratos en tiza, carboncillo y punta plateada o dibujos de personas, animales y paisajes urbanos, presentes algunos en su cuaderno de bocetos y muy vívidos.

Durero. Adán y Eva, 1504. Rijksmuseum, Ámsterdam
Durero. Adán y Eva, 1504. Rijksmuseum, Ámsterdam

Capítulo especial merecen en Londres los artistas que conoció el alemán en los Países Bajos y la huella que dejaron en él: podremos ver la Destrucción de Sodoma y Gomorra por Patinir, que Durero poseyó y que hoy forma parte de las colecciones del Boijmans, y un dibujo de San Cristóbal, de 1520, que nuestro pintor realizó justamente para Patinir y que atesora el British. Nuestro recorrido finaliza en Amberes, donde el de Nuremberg entabló amistad con el marchante portugués Rodrigo de Almada, quien le envió numerosos obsequios desde lugares lejanos, como plumas, corales y dos loros verdes.

Para él realizaría Durero su innovador San Jerónimo de 1521, ahora en el Museu Nacional de Arte Antiga lisboeta: supuso una desviación radical de un tema que había representado a menudo tanto en pinturas como en grabados. Sabemos que esta imagen suscitó profunda admiración entre los artistas de los Países Bajos. Además, justo después de aquel viaje, experimentó el artista con nuevos enfoques del motivo de la Crucifixión, quizás con grabados en mente; su representación de la imaginería religiosa estaba en ese momento fuertemente influenciada por su interés en la insistencia de Martín Lutero en los fundamentos de la fe cristiana y llegó a retratar a Erasmo, por última vez en 1526.

Pone de relieve esta exposición, en definitiva, cómo el arte de Durero no conoció fronteras, ni territoriales ni intelectuales, como ha apuntado Susan Foister, directora adjunta de la National Gallery y comisaria del proyecto; también su evidente versatilidad y su compromiso con los grandes acontecimientos de su tiempo.

Alberto Durero. San Jerónimo, 1521. Museu Nacional de Arte Antiga, Lisboa
Alberto Durero. San Jerónimo, 1521. Museu Nacional de Arte Antiga, Lisboa

 

 

“Dürer’s Journeys: Travels of a Renaissance Artist”

NATIONAL GALLERY

Trafalgar Square

Londres

Hasta el 27 de febrero de 2022

 

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